Preocupante deriva ultraderechista - por Erasmo Quintana *

Nada descubrimos aquí si decimos que Franco murió en la cama un 20 de noviembre de 1975, pero que el franquismo quedó vivo y coleando. No se trata de que lo han hecho renacer, es que nunca se fue. El miedo cerval que la Dictadura inoculó en la memoria colectiva española durante cuarenta años hizo posible que la vuelta a la democracia estuviera viciada en origen desde sus inicios, posibilitando una “transición” en vez de la “ruptura”, que debió ser lo correcto. Pero no, la abrumadora clase política del sistema imperante, los Procuradores en Cortes y los miembros del Sindicato Vertical, querían seguir viviendo de la política travestidos de “demócratas de toda la vida”. No hubo pues, borrón y cuenta nueva.

Toda aquella legión franquista continuó en la Democracia: ministros con y sin cartera; viceministros; subdelegados de los Ministerios; secretarios y subsecretarios, todos ocupando sedes oficiales con secretaria y coche oficial como lo venían haciendo toda la vida. El superministro represor que dijo: “la calle es mía”, Manuel Fraga y mano derecha del Dictador, fundó Alianza Popular, donde se refugiaron colegas exministros con toda su cohorte. En sus inicios tuvo el rechazo del electorado -olía todavía muy fuerte a cloroformo fascista- hasta que lo convirtió en Partido Popular y eligió a José María Aznar, con Mariano Rajoy creciendo, políticamente, a la sombra de ambos. ¿A quién le puede extrañar que Rajoy se enorgullezca en público de que él no ha dado un solo euro, mientras ha sido presidente, al desarrollo de la Ley de Memoria Histórica, y no lo dará mientras continúe en el mismo cargo? Además, en él hay un nostálgico, vive dios, pues junto a unos Guardiamarinas que le servían de teloneros, expresó su extrañeza ante la ausencia de la calle a Salvador Moreno en la Base Naval de Marín, donde él vivió mucho tiempo, diciendo: “No sé por qué la quitaron”. El personaje fue Almirante y ministro de Marina con Franco. Él, primer responsable del Gobierno, “ignora” que se hizo el cambio para cumplir con la Ley de Memoria Histórica. Todo esto cuando la extrema derecha, agazapada en el PP, se está haciendo cada vez menos invisible con las actuaciones de sus matones en las algaradas callejeras.

En la España del Partido Popular se está consolidando una peculiar forma de actuar frente a las resoluciones judiciales. Si la sentencia es favorable al gobierno de la derecha o miembros del partido, hacen que se cumpla en todos sus términos, cacareándola como la gallina cuando pone el huevo; pero si la misma sentencia toca de lleno sus intereses en forma negativa, sencillamente, no la cumplen. Dicen ser respetuosos con las decisiones judiciales, pero tienen claro qué sentencias cumplen y cuáles no. Aprovechando el artículo 155 de la Constitución el ministro de Cultura Méndez de Vigo y responsable del ramo en la Generalitat, insta al juez que haga cumplir la sentencia de devolución de lo que resta del expolio al monasterio de Sijena, en Aragón, porque ya habían restituido una parte que se encontraba en el Museo de Lleida. El origen del problema fue la venta del tesoro cultural que las monjas del monasterio hicieron cuando éstas, apoyadas por el sistema franquista, hacían lo que les daba la gana.

Como era de esperar, los catalanes se oponen a terminar de acatar la sentencia entregando el resto -piezas de incalculable valor- poniendo trabas como que no pueden realizar el traslado de las mismas porque exigen unas condiciones climatológicas que se deben cumplir, cuando para ejecutar el expolio y compra fraudulenta no hubo problemas de temperatura, y ahora sí. Esto, de forma enérgica, lo exige el ministro de Cultura “porque la ley y las sentencias hay que cumplirlas”. Ya nos gustaría, ya, que dijera lo mismo con la Ley de Memoria Histórica, y con igual gallardía resolutiva diga que “hay que cumplir esa ley en todos y cada uno de sus términos”. Pero qué se puede esperar de los miembros de un gobierno trilero: justificar una medida o su contraria con los mismos argumentos.

En definitiva, a estos del PP hay que comprenderlos siempre, aunque nos cueste. La culpa no es tan o más atribuible al partido de Aznar como a sus incondicionales que, apoyándolo sistemáticamente lo eternizan en el poder. Esto por una parte, y por la otra, en considerar con claridad que las imperfecciones son lo más natural que se conoce del género humano.

* La casa de mi tía agradece la gentileza de  Erasmo Quintana