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martes, 23 de abril de 2024 23:23h.

Presentación del sindicato Otras en Mallorca: un paso más para romper la hegemonía abolicionista - por María Gómez Garrido *

 

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Presentación del sindicato Otras en Mallorca: un paso más para romper la hegemonía abolicionista - por María Gómez Garrido *

 

 

Presentación del sindicato Otras en Mallorca: un paso más para romper la hegemonía abolicionista

Presentación del sindicato OTRAS en Mallorca, 20/5/2022

El pasado 20 de mayo se presentó en Mallorca la organización de trabajadoras sexuales Otras. Esto supone un paso trascendental en un territorio donde esta actividad es un recurso central para muchas mujeres, varones, cis y personas trans, y en el que, sin embargo, no hay experiencias previas de autoorganización. Podría decirse sin ambages que en la isla de Mallorca se ha sostenido una hegemonía abolicionista durante años, presente en la parte más visible del movimiento feminista (aunque ahora en quiebra), en los discursos de los medios de comunicación, y de manera muy especial desde las instituciones y entidades del tercer sector (que son quienes toman la palabra en prensa, radio y televisiones locales, y sostienen dicho discurso).

Mallorca nunca tuvo experiencias como la de Hetaira, en Madrid, ni la del grupo LICIT de Barcelona. Cuando los tiempos cambiaron y se constituyeron asociaciones de nuevo cuño como Aprosex en Barcelona,  la Agrupación Feminista de Trabajadoras del Sexo en Madrid, y proliferaron asociaciones de defensa de los derechos de las trabajadoras en muchos otros territorios, Mallorca siguió sin una organización que representara al amplio número de personas que ejercen su actividad en diversos ámbitos (pisos, calle, clubs, escorts…).

La carencia de una voz propia, en este caso la del sujeto que realiza una actividad concreta, no es algo exclusivo del trabajo sexual en este lugar. Llama la atención, por ejemplo, al menos para quien se interesa por los movimientos sindicales y sociales, la ausencia de una organización propia de vendedores ambulantes, siendo ésta otra actividad ampliamente desarrollada y, como la del trabajo sexual, multiplicada al compás del monocultivo turístico que caracteriza la isla.

En este territorio han operado con gran efectividad diversos mecanismos para acallar o dificultar la autoorganización de las trabajadoras sexuales. El primero y más eficaz, un fuerte tercer sector de acción social, enmarcado en lo que algunas autoras denominan la industria de la salvación1/, que ha pasado de la lógica de ayuda en sus diversas formas de intervención social a una cada vez mayor ofensiva discursiva abolicionista. Prueba de ello son las jornadas que Metges del Món viene organizando en los últimos años, con eslóganes como Prostitució: La foscor dels drets humans (jornadas de Palma, 2020), o Un camí per cercar l’abolició (congreso de Eivissa, 2021).

En segundo lugar, las fuertes alianzas entre dicho tercer sector y las instituciones públicas. Éstas se materializan, por ejemplo, en el GEPIP (Grup d’Estudi de la Prostitució a les Illes Balears), un grupo de investigación y acción que reúne a investigadores de la UIB, las entidades del tercer sector que trabajan en este ámbito (Casal Petit, Metges del Món, Creu Roja, Fundació Amaranta), el Colegio de Psicólogos de las Illes Balears, el Institut Balear de la Dona y el Ajuntament de Palma. O en la interconectada Xarxa d’Atenció a Persones en Prostitució de Palma, integrada por las mismas entidades e investigadores y en la que participa también Policía Nacional. Ni en las jornadas realizadas habitualmente sobre prostitución, ni en el GEPIP, ni e la Xarxa, participa ninguna asociación de las propias personas que ejercen trabajo sexual. Es así que en dichos espacios los representantes de estas entidades, incluidos investigadores de universidad, puedan repetir sin ningún pudor frases como “la prostituta no puede decidir ni elegir porque es una esclava”2/. Una violencia por la que las trabajadoras son subalternizadas, y se convierten así en clases habladas, en clases objeto que son nombradas y evocadas por otros sin tener la ocasión de articular su propia voz3/.

Desde un posicionamiento tanto prohibicionista como abolicionista el trabajo sexual degrada a la mujer. El intercambio erótico (del tipo que sea) por dinero es inaceptable. En su demonización de la prostitución estos posicionamientos parecen ciegos a otros espacios de la realidad social. Así, cabe preguntarse si no hay una cosificación y un continuo consumir personas y encuentros en los intercambios (¿romáticos?) a través de redes sociales. O si todo el sexo que tienen lugar al interior del sacrosanto matrimonio es consentido, no digamos ya deseado... Si se trata de lanzar una batalla para que el sexo sea siempre un intercambio igualitario, no mercantilizado, deseado… ¿por qué no empezar por indagar estos ámbitos, más habitados por la clase media?

O, si como efectivamente parece ser, la mayor parte de las mujeres que ejercen prostitución lo hacen por necesidad económica, no porque lo hayan elegido, ¿por qué no empezar la lucha por la derogación de la Ley de Extranjería, demandar políticas de vivienda pública, o por la dignificación de tantos otros trabajos con los que solo se malvive y se sufre maltrato en muchas ocasiones? No se entiende por qué la visceralidad de quienes defienden políticas abolicionistas no se corresponde con una misma visceralidad en la lucha contra la Ley de Extranjería, por ejemplo. ¿Por qué esta ley no da tanto asco? ¿Se intenta de verdad cambiar las realidades de explotación, o solo calmar las mentes bienpemsantes?

No es éste el espacio para desarrollar las razones por las que es importante el posicionamiento pro derechos en relación al trabajo sexual, que es el que defiende Otras. Pero recuerdo aquí solo algunos argumentos:

  1. Son las propias trabajadoras sexuales las principales aliadas en la lucha contra la trata con fines de explotación sexual. La mencionada organización Hetaira, por ejemplo, participó activamente en proyectos europeos de lucha contra la trata. Cuando se pretende desdibujar las líneas entre trata y prostitución, cuando desautorizamos a las trabajadoras del sexo con afirmaciones como que son “esclavas”, estamos perdiendo unas aliadas fundamentales y oportunidades inestimables en la lucha contra la trata.
  2. Las experiencias de políticas abolicionistas, como la de Irlanda, han demostrado ser desastrosas al poner a las mujeres en situación de mayor desprotección y vulnerabilidad, especialmente a las personas migrantes sin papeles y a aquellas con menos recursos económicos. Es así que tanto Amnistía Internacional como, curiosamente, organizaciones como Médicos del Mundo en otros estados como Francia, se han situado recientemente a favor de políticas proderechos.
  3. Es en alianza con las trabajadoras sexuales organizadas con una perspectiva feminista antirracista y anticapitalista que pueden construirse otros imaginarios del deseo que trasciendan el modelo patriarcal.

Son muchas las razones para alegrarse de que Otras se haya constituido en éste y en otros tantos territorios. Es difícil imaginar ningún proyecto emancipador en el que las propias personas que viven una determinada experiencia no puedan expresarse. Pero, sobre todo, carece de ningún sentido, desde la izquierda ni desde el feminismo, que se pretenda impedir que dichas personas se organicen colectivamente. Porque es solo en la organización colectiva donde los límites de lo aceptable y lo no aceptable se podrán establecer; porque es solo organizándose colectivamente y como sujetos de acción que se podrá luchar frente al estigma que acecha permanentemente esta actividad.

OTRAS

María Gómez Garrido. Forma parte de la redacción de la web viento sur.

Notas

1/ Laura María Agustín (2008) Sex at the Margins: Migration, Labour Markets and the Rescue Industry. London: Zed Books. Laura Connellly (2015) The ‘Rescue Industry’: the blurred line between help and hindrance, Graduate Journal of Social Sciences. Stephanie Jones, Julie King and Niki Edwards (2018) Human traficking prevention is not “sexy”: Impact of the rescue industry on Thailand NGO programs and the need for a human rights approach, Journal of Human Traficking, 4: 3, 231 – 255.

2/ Así, en su intervención en las Jornadas Prostitució: la foscor dels drest humans (2020), Enrique Javier Díez Gutiérrez afirmó que “no debe basarse ninguna ley en la percepción de cada esclavo/esclava sobre su propia condición”. El paralelismo de la prostitución con la esclavitud es establecido habitualmente en las intervenciones en medios por Metges del Món de las Illes Balears, dando por sentado que no se puede escuchar a la prostituta salvo si es para confirmar su relato de víctima.

3/ Recuérdese aquí el trabajo seminal de Spivack Can the subaltern speak?, publicado en Cary Nelson and Lawrence Grossberg (eds) Marxism and the Interpretation of Culture. London: MacMillan. También las reflexiones de Bourdieu sobre la clase objeto. Pierre Bourdieu (2011) Una clase objeto en Las estrategias de reproducción social. Buenos Aires: Siglo XXI, 187 - 195.

* Gracias a María Gómez Garrido y a VIENTO SUR. En La casa de mi tía bajo licencia CREATIVE COMMONS

MARÍA GÓMEZ GARRIDO
MARÍA GÓMEZ GARRIDO

 

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