Problemas de aquí y de allá - por Erasmo Quintana *

Hoy se vislumbran, ahí cerquita, las consecuencias de la gran machada del presidente Rajoy. Su preparación y enseñanzas franquistas las puso en práctica con el problema del independentismo catalán: “la Ley está de mi parte”, por lo que nunca ejerció de político para gestionarlo. Resultado, convertirse en el mayor fabricante de independentistas, por lo que si esto sale mal y el gobierno fracasa Rajoy tiene que dimitir de inmediato, pues toda esta pasión colectiva que vemos es obra suya.

Pero no era de Cataluña de lo que quería tratar con ustedes, mis amigos, me interesa otra cosa. Este 21 de septiembre se cumplía el 90 Aniversario de la División Provincial de Canarias. Avatares históricos del país en el XIX fueron aprovechados por la burguesía económica de Tenerife como instrumento para manejar los recursos en beneficio propio, convirtiendo a Gran Canaria, según el catedrático de  Historia Moderna, Fernando. Bruguetas, en “la agraviada”. José Murphy y Meade, aprovechando el Golpe de Estado de Fernando VII (1814) consigue la capitalidad de Canarias en Santa Cruz de Tenerife (1822). José Canalejas intentó dar respuesta con la creación de los Cabildos (1912 – Bravo Murillo). La División Provincial (1927) la gestiona Gustavo Navarro Nieto por su cercanía con el general Martínez Anido en la dictadura de Primo de Rivera, acabando con la hegemonía política y económica de Tenerife en el Archipiélago. Sin embargo, la división estaba cogida con alfileres, pues proclamada la II República los tinerfeños consideraron que gran parte de lo legislado en la dictadura era ilegal, proponiendo la eliminación de la División. Aquí Juan Negrín jugó un papel determinante al defender con dureza la posición de Las Palmas, haciendo que la División fuera incluida en la Constitución de 1931.

En opinión del historiador Agustín Millares Cantero, el “problema  canario”, como era conocido, no se circunscribía a un pleito de las élites, estaba penetrado en el pueblo. Con la separación se entendió que así se liberaba del yugo que suponía la subordinación de todas las islas a los intereses exclusivos de Tenerife. Y en estas andamos noventa años después. Nuestra Comunidad tiene dos capitales. En el papel. De ambas, sin duda, Santa Cruz de Tenerife es la primera; en ella encontramos todos los resortes del poder autonómico. Allí está el Parlamento, ese horno donde se cuecen las leyes, y templo de la Democracia. A esto tan importante se une por mor de una Ley de Sedes, de papel mojado, pues -no sabemos por qué- nunca entró en vigor, cosa que en principio servía para el equilibrio de las dos capitales en el engranaje administrativo. Poco a poco, con la complicidad necesaria de los políticos grancanarios (de todos, porque si antes CC venía siendo apoyada por el PP, de último lo era por el PSC), hizo que se hayan instalado en Tenerife todas las consejerías del Gobierno y sus respectivas infraestructuras, de modo que si queremos resolver algo importante hemos de acudir indefectiblemente a la isla del Teide.

Para abundar en otra variante, esta anécdota: una joven grancanaria acudió a la entrevista personal para un trabajo ofertado en Santa Cruz de Tenerife. Todo iba bien hasta que dijo que era de Gran Canaria. Ahí comenzaron los inconvenientes. “Mira -trató de razonar el entrevistador- tú respondes bastante bien al perfil exigido, pero no te interesa el trabajo, tan lejos de tu domicilio”. Ella contestó que no veía problema toda vez que era soltera, independiente, sin cargas familiares ni compromisos personales, y que nada le ataba a los suyos. Al personaje, ninguna de las razones lo convenció, y -muy paternal- insistió en su consejo de que no le convenía el trabajo, invitándola muy cortésmente a que se fuera. Esta es una muestra, entre tantas, de lo que se vive realmente en esta Comunidad mal avenida: la inveterada rivalidad y el desencuentro entre sus miembros.

* En La casa de mi tía por gentileza de Erasmo Quintana