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viernes, 19 de abril de 2024 17:14h.

El "prusés" - por Álvaro Felipe Hernández

 

álvaro felipe hernández- No le quiero ocultar que, como cualquier intervención quirúrgica, tiene sus riesgos.

El "prusés" - por Álvaro Felipe Hernández *

- No le quiero ocultar que, como cualquier intervención quirúrgica, tiene sus riesgos.

- ¿Pero usted me garantiza que podré sentirme más nacionalista?

- Por supuesto, señora Puigdemona, la lobotomía parcial está demostrado que interrumpe las conexiones neuronales entre ambos hemisferios, lo que evita que la parte racional interfiera con la parte de las emociones.

- Pues no se hable más.

La operación duró cuatro horas. Esa misma tarde, ya en su habitación de la clínica privada, se recuperaba plácidamente de la anestesia.

- ¿Cómo se encuentra, señora Puigdemona?

- Algo confusa. Por un lado ya no me preocupa que mi fortuna familiar se haya creado con las pesetas de Franco, pienso en Marta Ferrusola y ahora la envidia y los celos se han vuelto puro patriotismo… pero no sabría qué decirle, el “prusés” lo sigo viendo como un negocio y no me siento tan patriota como para justificar la alianza con los estalinistas de la CUP.

- Pues la lobotomía separó un 30% ambos hemisferios.

- ¿Podría separarlos un poco más?

- Tengo que advertirle que el riesgo sigue existiendo.

- Pero aún no me siento tan nacionalista como me gustaría.

- Tenga en cuenta que esto es cirugía mayor, no es como ponerse botox.

- Lo sé, pero quiero sentirme aún más nacionalista, quiero llorar de emoción cuando piense en el “prusés”.

- Pues firme el consentimiento y la bajamos mañana de nuevo al quirófano.

Esta vez la operación duró algo menos, pues no hubo que cortar el cráneo. La lobotomia, sin ser radical, separó en un 80% ambos hemisferios cerebrales.

- No intente levantarse, señora Puigdemona.

- Estoy un poco mareada aún, pero ahora me siento mucho más nacionalista. Ahora puedo repudiar sin remordimientos a Salvador Dalí por su españolidad y mi segundo apellido, Pérez, ya no me hace sentir charnega.

- La lobotomía fue casi radical.

- Pues he quedado muy bien. Sólo que creo que aún podría ser más nacionalista. No sé como decirle: no siento que descienda de un mono distinto que el del resto de los españoles, no veo el “prusés” como algo puramente espiritual. Ahora mismo tengo hambre, pero quisiera que mi hambre no fuera genérica, sino ganas de comerme un espetec.

- La lobotomía ya está descartada.

- ¿Y no hay otra opción?

- Sí, extirpar masa encefálica en aquellas zonas donde residen la función del pensamiento crítico y la racionalidad. Dicen que el presidente Trump se sometió a esa operación, incluso algunos líderes del PP y Kim Jong-un, el de Corea del Norte.

- ¿Y podré sentir que desciendo de un mono diferente?

- Seguramente sí, pero conlleva ciertos riesgos. No sé si en su caso sería conveniente, ya tiene una lobotomía casi radical.

- Pero es que aún no me siento nacionalista del todo, no encuentro que ser catalana sea mi razón, debería ser suficiente en la vida haber nacido aquí.

- Pues firme otra vez el consentimiento, pasado mañana tenemos quirófano disponible.

Esta vez la operación fue un absoluto fracaso. Un accidente cerebrovascular dejó sin riego el 80% del cerebro durante media hora y por error se administraron 5 gramos de corticóides, ya era casi un milagro que tuviese sus constantes vitales prácticamente normales. El cirujano jefe decidió extirpar todo el lóbulo frontal, el 70% del lóbulo occipital, el lóbulo parietal y el lóbulo temporal. Sólo el cerebelo quedó intacto. Un comité médico decidió inducir el coma, conectar a la señora Puigdemona a un respirador artificial y llamar a la familia para que tomaran una decisión.

- Vamos a desconectarla del respirador artificial, la familia firmó el consentimiento esta mañana.

- ¿No hacemos un electroencefalograma primero?

- ¿Para qué? Tiene el cráneo casi hueco.

Pero una vez desconectada del respirador artificial la señora Puigdemona siguió respirando con normalidad, incluso de forma más enérgica. Pasados dos minutos abrió los ojos de par en par, lo que asustó al equipo médico habitual.

- No creo que nos esté viendo, no tiene lóbulo temporal.

- Pero doctor, ¿Se ha dado cuenta de que nos está siguiendo con la mirada?

- Es cierto. Y las pupilas responden a la luz.

- Parece que quisiera hablar.

- No tiene centro del habla, pero desintúbenla inmediatamente. 

La señora Puigdemona tosió levemente, miró alrededor y sonrió.

- Ha sonreído ...  Señora Puigdemona ¿Nos puede escuchar? ¿Puede hablar? ¿Le duele algo?

- Pues claro que puedo hablar, estoy bien. Ahora sí que me siento completamente nacionalista, soy completamente feliz.

Respiró profundamente e iluminó la habitación son su mejor sonrisa. Soltó una carcajada al observar que los médicos tenían un rictus de miedo y estupor en sus caras.

- ¿De qué ríe, señora Puigdemona?

-  De la vida. Con los amigos, con unos timples en familia... Disfrutamos mucho de la vida. No somos de discotecas. Somos de disfrutar el día. Una playa con una chuleta, unas papas, una guitarra, unas garrafas de vino y dejar pasar el tiempo”.

 

* En L casa de mi tía por gentileza de Álvaro Felipe

álvaro felipe hernández