Sobran las razones para apoyar la moción de censura que abra un tiempo nuevo en La Laguna.

Lo que no hay son razones para justificar que no se lleve a cabo esa moción de censura: hoy en la segunda ciudad de la isla y de Canarias, es posible desbaratar las redes clientelares tejidas durante décadas; es posible dejar de servir intereses particulares a costa del interés de la colectividad; es posible cambiar las decisiones políticas de cada día para mejorar la vida de miles de personas a las que, si no, no se atenderá; es posible demostrar que, con los mismos recursos, se puede hacer mucho más cuando quienes gobiernan no son medianeros de ningún poder económico; es posible contagiar a otros municipios con el buen ejemplo y la lección de que los cambios reales sí son posibles.

La mayoría de la ciudadanía lagunera votó poner fin a la resignación y a la realidad del poder municipal confiscado por el caciquismo.

Nadie tiene derecho a impedir que se materialice el mandato de esperanza dado en las urnas por los laguneros y las laguneras.

Nadie tiene derecho a no estar a la altura del cambio histórico que expresó la ciudadanía en las urnas.

* En La casa de mi tía por gentileza de Ramón Trujillo