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martes, 19 de marzo de 2024 05:47h.

¿Por qué sanidad concertada no y educación sí? - por Antonio Aguado

 

FRASE AGUADO

¿Por qué sanidad concertada no y educación sí? - por Antonio Aguado, coherente veterano militante socialista

Considero que de los fondos públicos no debería derivarse ni un solo euro a los sectores y empresas privadas. Sin embargo eso no ocurre así y cada vez más se ha ido extendiendo todo tipo de conciertos, o peor aún, se han privatizado  las prestaciones de servicios esenciales, como el energético y agua de abasto.

La sanidad en gran medida está concertada y al socaire de los conciertos, han aflorado nuevos centros hospitalarios privados o muchos de los existentes se han visto beneficiados y han incrementado sus servicios y en consecuencia los beneficios obtenidos. Esta situación desde posiciones ideológicas (en algunos casos “supuestamente”) de izquierda, se viene lógicamente y con argumentos muy consistentes cuestionando. No así la derecha que la defiende retóricamente y muy interesadamente, esgrimiendo sin rigor o base que lo sustente su mayor efectividad y menor coste.

Dentro del PSOE y tratando de imprimirle connotaciones ideológicas que hagan mella en sus afiliados y en la propia Sociedad, muchos dirigentes “socialistas”, han “saltado a la palestra” denunciando públicamente los conciertos con la sanidad privada. Sin embargo no hacen lo mismo con la arbitraria, discriminatoria e injusta educación concertada, que con sus filtros impide el acceso a niñas y niños de familias humildes, inmigrantes o discapacitados. Eso sí, dando ejemplo de su “coherencia”, tienen a sus hijos e hijas en los referidos centros educativos concertados.

No estoy en contra de la enseñanza privada, pero como expresó Felipe González en el mitin principal de la campaña electoral para las elecciones constituyentes y generales en junio de 1977, ¡quien quiera enseñanza privada que la pague!. Eso fue lo que taxativamente manifestó y todo el publico que abarrotábamos el recinto, nos pusimos en pie aplaudiendo con gran entusiasmo y es que no en vano, teníamos presente el apoderamiento y manipulación que la Iglesia Católica había hecho de la enseñanza privada.

Sin embargo al llegar a la Moncloa en octubre de 1982, de lo primero que hizo fue acordar con la retrograda y reaccionaria Conferencia Episcopal la implantación de la injusta enseñanza concertada, que pagamos todas/os con nuestros impuestos pero tiene acceso seleccionado y restringido. Viendo la deriva de Felipe González y otros jerarcas y dirigentes como él, ahora no podemos extrañarnos sobre lo acontecido.

Sin estar de acuerdo con la sanidad concertada, pero hay que reconocer que la misma a diferencia de la educación no es discriminatoria, pues la deriva a sus centros de los pacientes desde la publica, se hace sin tener en cuenta su estatutos social o económico.

Como se ha venido comprobando la privatización de servicios esenciales como el bancario (antiguas cajas de ahorro), energético, abastecimiento de agua, telefonía, transporte, etc. ha sido en detrimento del Estado de Bienestar y la calidad de vida cada vez más deteriorada.

Va siendo hora de que tomando como referencia (pero no imitándolas) las antiguas cajas de ahorros, reconvertidas en Bankia proceso que nos ha costado 62.295 millones de euros su rescate y reconversión, de los que el Estado sólo ha recuperado 3.873 millones pase a ser un autentico banco del Estado, que nos sirva como estimulo y referencia para acogernos y defender nuestros intereses ante la arbitraria, depredadora e injusta banca privada.

Los demás servicios esenciales habría que recuperarlos y renacionalizarlos o remunicipalizarlos. En lo que respecta a la sanidad, educación y servicios sociales públicos, deben mejorarse y así nadie por falta de recursos tendrá la obligación de utilizar las prestaciones de las empresas privadas, pero cuando estando en su derecho eso ocurra eligiendo libremente esta modalidad asistencial, cada cual deberá afrontar sus propios gastos.

 

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Antonio Aguado Suárez

ANTONIO AGUADO RESEÑA

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