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sábado, 20 de abril de 2024 03:23h.

La sempiterna España trágica - por Erasmo Quintana

 

FRASE ERASMO

La sempiterna España trágica - por Erasmo Quintana *

 

 Lector amigo: he aquí un pequeño anticipo de lo que podría ser uno de los temas del libro que pienso publicar -ya veré cuándo- cuyo título será HOJAS VOLANDERAS. Gritos en el desierto.

Resultado de imagen de la piel de toroEn la vieja Piel de Toro, que es como también se conoce a la España peninsular, son innumerables los pueblos en los que el principal protagonista de sus fiestas es el toro bravo, sin perjuicio de variantes como esas en que bárbaros tiran desde el campanario a una pobre cabra, o colgarse el lugareño de un ave intentando no caer al agua, pues el animal está atado a una cuerda, y es de ver cómo se refocilan viendo cuánto aguanta antes de desplomarse llevándose consigo la cabeza. Es la España trágica, esa que corre delante de una manada de toros con evidente peligro de la vida; otros le adosan a su cornamenta dos bengalas encendidas y la fiesta es ver cómo se encabrita la bestia presa del pánico, embistiendo a todo lo que se mueve.

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Resultado de imagen de Cayetano Rivera Ordóñez COGIDANoticias que nos llegaban de las frecuentes cogidas sufridas por Cayetano Rivera Ordóñez -eran varias y la última grave-, uno de los hijos de Paquirri, refrescó mi memoria sobre algo que tenía escrito hacía veintitantos años. Allí cuestionaba que la todavía, no sé por qué razón, llamada “fiesta nacional” -termina siempre convertida en un matadero- se había TORERO JOSÉ CUBEROcobrado una nueva víctima, esta vez la vida de un joven, casi niño e ilusionado torero. José Cubero “el Yiyo” se llamaba. Murió con el cuerpo y el alma que le tocó en suerte vivir orteguiano, su “drama”. Feneció absurdamente, sí, porque absurdo y estúpido es morir haciéndole cabriolas a la muerte. La Parca entra en las plazas de toros sin pagar, pero pudo tal vez “El Yiyo” no morir de haber sido mucho más resolutiva su cuadrilla arrojándole el trapo a la cara de la fiera llamada “Burlero” pero, humanos al fin, les dominó el miedo.

Pronto saltó la macabra noticia, igual que en años anteriores ocurrió con Paquirri, sobrecogiéndonos; tanto patetismo doloroso e impotente de familiares, aficionados y amigos es insoportable al ánimo, en presencia de las imágenes servidas tras un morboso y exhaustivo alarde profesional de los medios, en este caso por los servicios informativos de televisión; en ellos pudimos ver a un aficionado que en su doloroso delirio exclamaba: “¡Asesino, que lo mató un asesino!”, y se refería al toro. Pero ¿qué locura? La fiereza bruta e instintiva no puede ser asesina; la bestia tan solo se defiende de quien ¡ay! le dará muerte. No, el toro, casta y bravura, en tan buena lid no podía tener mejor y más digna muerte que aquella de morir matando. Su oponente, el torero, merced a la acción del bicho traspasó la linde que separa su existir más radical a la nada: el “ser” vital del “no ser” en una suprema pirueta. Embrujo y magia del toreo -aseguran- están precisamente en el juego, dialogado siempre, a muerte de la bestia con la inteligencia.

Resultado de imagen de ernest hemingwayY no hubiera impactado, arraigado tanto en Hemingway, de no ser por el desprecio calculado del torero a la muerte. El joven Cayetano Rivera tal vez estaba tentando demasiado la suerte en el arte de Cúchares, pues aunque poner en sumo peligro la vida es ser torero por definición, no debería tentar la buena estrella durante mucho tiempo. Repárese en que se está jugando la propia existencia en cada lance, y que la llamada “vergüenza torera” no vale una vida. La “fiesta de los toros” es de las pocas cosas que en este país se han mantenido casi como en sus Resultado de imagen de “Sangre y Arena”blasco ibáñezorígenes, salvo alguna variación tal -por ejemplo- en la suerte de rejones (el picador). Para comprobarlo basta leer en “Sangre y Arena”, de Vicente Blasco Ibáñez, sus páginas describiendo con detalle la lenta agonía del caballo, con sus vísceras sanguinolentas colgando y ensangrentando la arena. Hoy puede verse a la res con una malla protectora puesta, y el consiguiente alivio que supone no ver más sangre. Sucede que la España inveteradamente trágica no puede estar sin sangre, sin “olor a sangre” y sin violencia -veamos la cantidad de féminas que son asesinadas año tras año por el hecho de ser mujeres-. Observemos que el recién nacido partido fascista y misógino vox lleva en su programa la displicencia con la mujer (para este partido es una minucia que sean ellas las que mueren) y  el mantenimiento y potenciación de la fiesta de los toros.

¿Esto es lo propio del latino ibero-mesetario-carpetovetónico? ¿Es éste de una hechura, que si el decurso de la realidad no le ofrece el sobrecogerse ante el drama, temblar con la tragedia -griega-, o sentir muy hondo el pálpito de la emoción fuerte, exponiéndose la propia vida, entonces él va y se lo fabrica convirtiendo en redondel las plazas? En ello, ciertamente, puede radicar el hecho de haberse mantenido incólume durante centurias, desafiando el tiempo, esa brutalidad y violencia suma elevada a la categoría de “Fiesta Nacional”.

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Erasmo Quintana

ERASMO QUINTANA RESEÑA

 

MANCHETA 9