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jueves, 25 de abril de 2024 15:33h.

¡Serán hipocritas...! - por Agustín J. Arencibia Martín

Con motivo del lamentable espectáculo ofrecido el pasado domingo en el estadio de Gran Canaria, hemos visto y oído todo tipo de valoraciones y opiniones. De todo ello, lo que más me ha llamado la atención es como algunos se rasgan las vestiduras escandalizados por la agresividad y falta de valores mostrada por aquellos que invadieron el terreno de juego. Si de algo ha servido tan triste acontecimiento, es para poner el foco en un problema estructural de la sociedad canaria a quien la clase dirigente ha dado la espalda sistemáticamente durante décadas.

¡Serán hipocritas...! - por Agustín J. Arencibia Martín

Con motivo del lamentable espectáculo ofrecido el pasado domingo en el estadio de Gran Canaria, hemos visto y oído todo tipo de valoraciones y opiniones. De todo ello, lo que más me ha llamado la atención es como algunos se rasgan las vestiduras escandalizados por la agresividad y falta de valores mostrada por aquellos que invadieron el terreno de juego. Si de algo ha servido tan triste acontecimiento, es para poner el foco en un problema estructural de la sociedad canaria a quien la clase dirigente ha dado la espalda sistemáticamente durante décadas.

Más allá de las consecuencias económicas y deportivas que para Gran Canaria ha supuesto la no consumación del ascenso de la U.D. Las Palmas, que siendo importante, no es el principal problema de lo acontecido el domingo; y sin entrar tampoco en los gravísimos errores cometidos por los responsables de la seguridad de un espectáculo público en el que pudieron ser fatales sus consecuencias, y esperando que se depuren las responsabilidades pertinentes, es otro el asunto en que quiero centrar mi reflexión.

Un amplio porcentaje de la juventud canaria carece de un horizonte al que aferrarse, una posibilidad de futuro próspero que garantice una recompensa al esfuerzo realizado con el estudio o el trabajo. La falta de oportunidades, la desestructuración de muchos hogares motivados, en muchos casos, por esta crisis que nos ahoga, incide directamente en los valores morales que presenta nuestra juventud. Y es muy fácil echarle la culpa a sus familias, o demonizar a estos muchachos estigmatizándolos como “poligoneros” o “coyotes”. Pues, sin justificar en modo alguno sus desmanes, achaco gran parte de la responsabilidad de esta situación a algunos de los que ahora se rasgan las vestiduras, como dije antes. Esos que aplican medidas de recorte en las políticas educativas y sociales, los que reducen y quitan becas, ayudas a la familia, priorizan el beneficio de las grandes corporaciones como petroleras o bancos antes que la dignidad de los ciudadanos.

Y no necesariamente son sólo los que tienen responsabilidades en la administración central española o canaria a los que me refiero, sino que también los tenemos en nuestro municipio. Recuerdo que con Gregoria González Valerón como concejala de educación en Telde, se pusieron en marcha interesantes proyectos para le prevención del absentismo escolar, escuelas de padres, y acceso a la formación de adultos. Los resultados de todas estas medidas no tardaron en dar frutos, y se avanzó de forma notable en la disminución de la desigualdad en el acceso a la educación en esos años. Ya en el mandato 2003-2007 dichos proyectos sufrieron de la dejadez de nuestros gobernantes (algunas de ellas siguen ahora); hasta que a partir de 2007, con Carmen Hernández al frente de la delegación de Educación, se recuperaron y potenciaron en un contexto socioeconómico que lo hacía imprescindible.

Y es ahora, cuando los estragos de la crisis demandan de quién gobierna Telde una respuesta contundente, cuando los iluminados  que tienen las responsabilidades correspondientes dan la espalda a los ciudadanos. Se cierran las Escuelas Infantiles (las mismas que presentaron con orgullo en Corea), se desmantela la Escuela de Música (orgullo en otra época de nuestra ciudad), no existen proyectos de lucha contra el absentismo escolar, ni escuela de padres, se elimina el proyecto Veredas y las subvenciones a clubes deportivos (sustituidas por notas de felicitación y fotos con el abono al gimnasio), dificultando y limitando sobremanera la enorme labor integradora que realizan.

Los que saltaron al césped del estadio de Gran Canaria tienen el atenuante de su ignorancia, pero los que tienen la responsabilidad de servir al pueblo y solo están para la foto, no tienen disculpa.

Agustín J. Arencibia Martín