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viernes, 19 de abril de 2024 00:10h.

La suma progresista del Río de la Plata y Con Evo en Bolivia. En el Río de la Plata, Alberto y Danie - por Emilio Cafassi

 

FRASE CAFASSI

Nota de Chema Tante: El profesor Cafassi me manda dos artículos con sus reflexiones acerca de las elecciones en Bolivia, Argentina y Uruguay, de tanta trascendencia para los movimientos populares en América Latina y que yo he preferido publicar en conjunto. En todo caso, hay que puntualizar que en este momento, ya el Tribunal Electoral de Bolivia ha confirmado la victoria definitiva de Evo Morales, lo que se desconocía cuando Cafassi escribió su segundo artículo. Desde luego, a la vista de la inquietante situación en América Latina, con movilizaciones actualmente en Ecuador y en Chile, estas tres elecciones, boliviana, argentina y uruguaya toman mayor relevancia en la resistencia al neoliberalismo.

La suma progresista del Río de la Plata - por Emilio Cafassi, profesor titular de la UBA

El viernes pasado sintetizaba las razones por las cuales creo indispensable votar por las candidaturas presidenciales de Evo Morales, Daniel Martínez y Alberto Fernández. Y en el caso del primero por lista completa más allá de la posibilidad de desdoblar las candidaturas a los poderes ejecutivo y legislativo. La mayoría parlamentaria adquiere tanta o más importancia ahora que antes. Tal elección ya tuvo lugar el pasado domingo y al momento de escribir estas líneas el resultado es incierto y comienzan a desarrollarse manifestaciones y expresiones de violencia ante las suspensiones de conteos o informaciones parciales que los Tribunales Electorales Departamentales (TED) vienen dando. Lo que menos puede favorecer al inmenso proceso de cambio boliviano es que se profundice la sospecha de ilegitimidad, luego del ominoso desconocimiento del referéndum de 2016. Aún si el MAS se hubiera impuesto por décimas en primera vuelta, son muchas las preguntas que deben hacerse ante la evidente pérdida de base electoral y caída de la legitimidad contrariando hasta el propio éxito de las políticas sociales que pueden quedar en riesgo por una concepción política acrítica, personalista y conservadora frente al poder.

En las elecciones del próximo domingo en ambas orillas del Río de la Plata, habiendo definido ya las opciones para los poderes ejecutivos nacionales, habrá que diferenciar los márgenes de opciones de cada sistema electoral. Por un lado, en Uruguay, pervive la elección por lemas luego de la reforma constitucional que introdujo las elecciones internas eliminando las candidaturas múltiples en cada lema para el presidente pero permitiendo la multiplicidad de sublemas. De la opción explicitada el domingo pasado surge ineludiblemente que debería optar por alguno de los sublemas del Frente Amplio (FA). Haré referencias a la candidatura a senador que es la que puede votarse desde cualquier departamento, ya que es una representación nacional y no departamental como los llamados diputados, no sin dificultad ante la opacidad de la totalidad de las opciones en páginas oficiales, la distancia, ni tampoco las dudas frente a tan brillantes alternativas. Personalmente votaría a Oscar “boca” Andrade, secundado por Carolina Cosse. Quien encabeza tal lista es precisamente aquel que llamé a votar en las internas presidenciales. No dejo por ello de simpatizar por -y alentar- la candidatura de Roberto Conde, a quien apoyé en la interna a la presidencia del FA, o la de Constanza Moreira que fue mi candidata en la interna anterior, todos ellos presentándose en espacios que están plagados de amigos personales. No dejaría tampoco de destacar otra alternativa sobresaliente como la de Daniel Olesker. En suma, en Uruguay es indispensable votar por el FA escogiendo el sublema que mejor represente a cada ciudadano en esta coyuntura, algo tan importante como no votar por la reforma sometida a referéndum, aquella propuesta por un sector de la derecha que militariza la seguridad.

En Argentina el mecanismo difiere ya que está expresamente permitido el corte de boleta optando por partidos y candidatos rivales según cada cargo electivo. Como ya sostuve que a nivel presidencial votaré por Fernández a fin de que se imponga en primera vuelta (con idéntico cálculo que en Bolivia) las opciones que expondré serán para el resto de los cargos. Personalmente voto en la capital, pero en cada provincia estas opciones pueden diferir significativamente. Señalaré mi opción concreta aunque también, por la magnitud demográfica, diré que haría si estuviera en la provincia de Buenos Aires. En la capital, además de la presidencia se elige Jefe de Gobierno de la ciudad (con ballotage si no alcanza el 50%) senadores nacionales, diputados nacionales, legisladores de la ciudad y miembros de junta comunal. Votaré la única opción de izquierda, el FIT, allí donde tenga chances o no facilite un triunfo macrista. Concretamente, para diputados nacionales, legisladores y a junta comunal ya que podrían lograr un representante. No así para senadores (2 por la mayoría y 1 por la minoría) porque se dirime entre el macrismo y el peronismo. En capital, no obstante, lo haré para Jefe de Gobierno porque si bien la izquierda no tiene ninguna chance, cualquier voto que no vaya a la reelección del actual macrista lo conduce al ballotage donde la decisión en mi caso, ya no será la misma, sino por la alternativa al macrismo que ingrese al ballotage. Si votara en la provincia diferiría en la opción de Gobernador ya que no hay ballotage y si bien el desafío de derrotar a la actual gobernadora del macrismo es idéntico, la única chance de lograrlo es el peronismo en la única vuelta. En suma, votar al peronismo, sólo si es indispensable.

No se me escapan las limitaciones de la única izquierda que pudo erigirse electoralmente en Argentina producto fundamentalmente de la necesidad de articulación frentista que la nueva exigencia del 1,5% del electorado en las internas impuso la reforma electoral de hace 8 años. Es tan sólo un frente electoral de pequeñas organizaciones trotskistas que no ahorran las más agresivas críticas y chicanas entre sí. Pero que, sin embargo, lograron algunos representantes parlamentarios, con algunos auges sorpresivos en algunas provincias, seguidas en general de caídas y pérdidas pero que ya no resulta sólo una opción testimonial para consumo de estudiantes e intelectuales. Aún con su sectarismo, van ganando reconocimiento de la ciudadanía, en parte por la propia difusión que les permite la presencia electoral, tanto como alguna inserción en los movimientos sociales y en las luchas obreras.

El simplismo cuasi pueril de sus propuestas y consignas, la actitud prescindente y maniqueísta que le impide aportar caudal de cualquier tipo ante opciones disyuntivas, no debe soslayar que se encarna en militantes honestos, de inmensa entrega personal y capacidad de lucha. Algo que debería ser elemental en la vida política pero que se constituye en un diferencial decisivo ante la corrupción generalizada de la clase política vernácula, incluyendo sus camaleónicas transformaciones ideológicas y sus permanentes vueltas de campana. La participación de esta -aún limitada- izquierda realmente existente en ámbitos deliberativos como los parlamentos, su intervención en los debates públicos y sus luchas y movilizaciones, contribuyen a nutrir la conformación de un progresismo local.

Sólo ella lo pretende desmentir.

 

Con Evo en Bolivia. En el Río de la Plata, Alberto y Daniel. (Publicado en CARAS Y CARETAS el 19 de octubre de 2019)

Este fin de semana, tendrán lugar las elecciones nacionales en Bolivia, y el siguiente en Argentina y Uruguay. En el primer caso y el último, habrá que evitar que la barbarie neoliberal destroce las conquistas y avances, aún parciales, que lograron los estratos sociales más postergados mediante los gobiernos progresistas del MAS y el FA respectivamente. En Argentina, de expulsar del gobierno a la plutocracia responsable del mayor latrocinio desde la caída de la última dictadura. En los 3 dispositivos electorales existen importantes analogías (la más evidente de las cuales es el sistema presidencialista) y diferencias, aunque nunca tantas como las que reflejan las culturas cívicas y políticas. En este artículo me ceñiré con exclusividad a las opciones presidenciales de estos casos, ya que -tal vez no casualmente- una vez optada cada una de ellas, se abren los abanicos de opciones parlamentarias significativas con idéntico resultado presidencial que trataré en una próxima oportunidad.

Si bien voto sólo en uno de estos países aludidos, siempre he considerado una cuestión de primordial honestidad intelectual exponer qué votaría cuando escribo sobre comicios dondequiera se realicen. Este turno de octubre es la primera vuelta, pudiendo en los casos de Argentina y Bolivia, eludir el ballotage cuando alguno de los postulantes obtiene un mínimo del 40% de los votos, con una diferencia del 10% frente a la segunda candidatura más votada. No así en Uruguay donde se requiere mayoría absoluta.

Consecuentemente con la disyuntiva que sinteticé en párrafo inicial, creo particularmente en esta etapa de avance del neofascismo (es decir de la combinatoria de la depredación neoliberal sumada a dosis de xenofobia, represión y terrorismo tanto mediático como jurídico) la opción estratégica es detener su avance mediante la votación presidencial apuntando a que logre el 40% con la necesaria diferencia donde el sistema lo permite. Y si no se alcanzara, más aún en la segunda vuelta, al igual que Uruguay. Estas opciones son las de Evo Morales en Bolivia, Alberto Fernández en Argentina y Daniel Martínez en Uruguay. No hay margen para testimonialismos o aventuras histriónicas. Compiten contra muchos otros, cuya enumeración quitaría más espacio del disponible aquí. Sobre las dos primeras candidaturas tengo -por disímiles razones- desconfianzas y distanciamientos, sin por ello dudar un momento en llamar a votarlas. Tanto Evo como su acompañante desde el 2006, Álvaro García Linera me merecen el mayor de los respetos no sólo por sus políticas que han logrado sostenidos crecimientos en todas las variables socioeconómicas y de derechos cívicos y libertades sino además por la honestidad y sus horizontes históricos, pero no puedo compartir la vulneración de la voluntad ciudadana expresada en el referéndum de febrero de 2016, aquel precisamente convocado por el propio gobierno. Allí la ciudadanía rechazó de manera directa e inapelable su pretensión de una cuarta reelección. Eludir la opinión ciudadana jugando con la proximidad política del Tribunal Constitucional que arguyó que la reelección indefinida era parte de sus “derechos humanos” consagrados en el Pacto de San José de Costa Rica, no es sólo una cuestión de ética sino también de eficiencia estratégica. Exhibe una desconfianza en las fuerzas colectivas de la organización política reproduciendo lo peor de las tradiciones políticas conservadoras: el caudillismo y el paternalismo que postran a ciudadanías y bases en la veneración de supuestos dirigentes insustituibles y en la consecuente concentración y perpetuación del poder con resultantes arrasadoras para los valores emancipatorios y políticas participativas. Si el MAS no pudo en 13 años construir nuevos liderazgos, el debilitamiento sucesivo será su ineluctable destino. Martínez, por el contrario sucederá a los presidentes previos en un país que impide la reelección sucesiva, habiendo ganado inobjetablemente las internas del FA, luego de ser postulado en un colmado congreso realizado en un estadio con transmisión televisiva. En el caso de Fernández las razones son hasta inversas. Jamás esgrimió utopías ni reclamó austeridad en la política, ni fue nominado por nadie más que una familia en secreto. Por el contrario viene recogiendo el espinel con frutos personales desde la derecha más aguda del ministro de economía de Menem hasta las alianzas anti kirchneristas más opuestas a las -poco frecuentes por cierto- medidas combativas y redistributivas de la ex presidenta Kirchner. Profundizando aún más las suspicacias vive en el barrio más caro de toda América Latina, entre nuevos ricos, que no le es propio sino prestado sin contraprestación alguna por un ex funcionario plagado de procesamientos judiciales, cuya esposa, candidata en la capital provincial incorpora la renta de ese inmueble en su declaración jurada de ingresos. ¿Es votable un candidato así? Contra Macri y sus proyecciones programáticas y simbólicas, cualquier cosa debe ser votada, incluyendo la caja de pandora que supone un peronismo reunificado. A nivel presidencial las opciones son disyuntivas.  

Por contrapartida, habrá que reconocer que Alberto tiene sus propias cualidades, muy diferentes en diversos aspectos a los de Evo y Daniel. Es un abogado que además es profesor universitario, con una gran capacidad discursiva y particular personalidad para expresar disidencias como ha demostrado contra tirios y troyanos, contra izquierdas y derechas, presentándose pragmático, dispuesto a sentarse a negociar con el poder, como hasta su vivienda demuestra. Así como ahora le toca ejercer la posición más privilegiada en la disyuntiva argentina, antes también lo logró en distintos ámbitos de influencia, por caracteres propios, en las condiciones meritocráticas que fue definiendo la descompuesta política argentina. 

¿Podrán Bolivia y Uruguay continuar su curso de crecimiento ininterrumpido y conquistar más derechos sociales y libertades para sus pueblos? Con Evo y Daniel, sin duda porque vienen de ejercicios -propios en el primer caso y colectivos en el otro- que lo demuestran empíricamente, tal vez en menor proporción a lo deseable y exigible. ¿Podrá Alberto revertir el derrumbe material y moral del neofascismo macrista? Lo desconozco ya que no hay programa ni tampoco siquiera tradición a cual asociarlo. Pero basta identificar la historia y la actualidad de la opción contraria para apoyarlo enfáticamente. 

En la elección boliviana de este fin de semana se elegirán además los 130 diputados y 36 senadores de los 9 departamentos y el dispositivo permite al elector marcar en la parte inferior el casillero de otro partido diferente al del Presidente y Vice. No considero que ejercer ese derecho tenga utilidad ya que no identifico nada a la izquierda del MAS e inversamente está cada vez más comprometida la mayoría parlamentaria.

En Bolivia ir por más es votar completo al MAS.

 

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Emilio Cafassi

EMILIO CAFASSI RESEÑA

 

MANCHETA 10