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jueves, 28 de marzo de 2024 09:57h.

un sistema que antepone el beneficio por encima de cualquier otra cuestión

Tiempos confusos y teorías conspiranoicas -por Juan Espino

 

frase espino

Tiempos confusos y teorías conspiranoicas -por Juan Espino, Attac Canarias *

    Vivimos tiempos confusos donde cada vez nos cuesta más vislumbrar la naturaleza de los males que padecemos. La pandemia que sufrimos ha venido a “pinchar” la burbuja en que hemos estado en el llamado mundo occidental, donde esos poderes no elegidos que se enriquecen en detrimento de las mayorías, ocultos en la sombra que extienden para que no les percibamos, nos habían hecho creer que vivíamos en el mejor de los mundos posibles y a salvo de cualquier incidencia que alterara nuestro modo de vida.  Hacía años que en otras partes habían empezado a aparecer crisis y pandemias,  Oriente Próximo, Asia... en ese mundo de ensoñación en que nos hacían creer que estábamos, nos considerábamos a salvo de cualquier peligro que alterara nuestra forma de vida, hecho que la crisis del 2008 vino a cuestionar y la actual pandemia ha terminado de llevarse por delante.

    Estábamos y desgraciadamente continuamos estando, bajo el dominio del llamado pensamiento único, lo cual viene a ser en palabras de I.Ramonet, escritas en el editorial de diciembre el 87 de “ Le Monde Diplomatique”: “La traducción a términos ideológicos de pretensión universal de los intereses de un conjunto de fuerzas económicas, en especial las del capital internacional”.,  el cual nos hacía y nos hace creer que el sistema social en el que vivimos, nos proporciona el mejor modo de vida a que podemos aspirar. Nada más lejos de la realidad, vivimos en un mundo en el que el sistema bajo el dominio del capitalismo financiero, avocado a una crisis permanente, provoca que vivamos  más frecuentemente, una continua crisis social, económica y ambiental que nos arrastra hacia un mundo cada vez más distópico.

    En esa especie de mundo mágico en que nos habíamos sumergido, impuesto por la clase económica dominante y difundido a través de los medios de la sociedad tecnológica avanzada, los cuales nos impiden vislumbrar lo “realmente existente”, ya no somos capaces de diferenciar lo real de lo imaginario. En los albores de los años sesenta, H. Marcuse, en su crítica sobre el avance de la sociedad tecnológica, nos alertaba ya de lo que él llamaba el pensamiento unidimensional, el cual venía a ser aquel pensamiento impuesto por la clase política dominante y los medios suministradores de  información de masas en el que: “ Su universo del discurso está poblado de hipótesis que se autovalidan y que, repetidas incesante y monopolísticamente, se tornan en definiciones hipnóticas o dictados.”

    Esa apriorística definición viene a tener actualmente absoluta validez y  puntualiza la realidad del mundo en el que hoy nos encontramos; un mundo en el que en ese universo de las redes  y del mundo virtual se entremezclan distintos discursos, reales o inventados, la mayoría de los cuales intentan definir de forma simplista e interesada, apelando al factor emocional básicamente, la complejidad del mundo en que vivimos.     

    En medio de esa “tela de araña” se cuelan ideas que nos intentan desviar de las cuestiones importantes o que realmente nos debería importar. Para ello, se construyen discursos oscuros y conspiranoicos que nos inducen a creer que hay personas o fuerzas “oscuras”, que intentan o quieren llevarnos al desastre. Este no es un discurso nuevo, ya en los años treinta, ante otra crisis sistémica de gran magnitud, se construyeron las “cabezas de turco” que tod@s conocemos, para hacernos creer en “fuerzas salvíficas” que en realidad nos llevaron a uno de los momentos más oscuros y destructivos de la historia.

    En diciembre del año 87, en plena crisis financiera asiática, en el mencionado editorial de Le Monde Diplomatique, Ramonet denunciaba cómo la globalización había construido su propio poder con sus aparatos y medios de acción, independientes de la sociedad, la cual actuaba desestructurando las economías nacionales con el más absoluto desprecio de los principios democráticos, presionando a los Estados y controlando a la “clase política” con el fin de obtener el máximo beneficio, aumentando la inseguridad y las desigualdades sociales a todos los niveles, las cuales no han dejado de aumentar en los últimos años.

    Ese dominio del Estado y de la acción política, fiel al principio neoliberal de que la economía no puede estar sometida al control democrático, pues como afirmaban Hayek y sus secuaces, suponía un estorbo para el aumento del beneficio, ha hecho que la situación haya ido empeorando progresivamente para la mayoría de la ciudadanía mundial, no sólo desde el punto de vista económico, sino también por la sobrexplotación del medio en que vivimos y el deterioro cada vez más evidente de la situación ambiental, que nos lleva a un desastre que no tiene precedentes en la historia, si no somos capaces de poner remedio. 

    En ese sentido, esta pandemia no deja de ser una consecuencia más del deterioro derivado de esa sobrexplotación del medio en que vivimos para beneficio y enriquecimiento de unos pocos, deteriorando las condiciones de vida de la mayoría. También en ese supuesto “paraíso” que llamamos mundo occidental, pues esas “reglas” que rigen la maximización del beneficio, causa última de todos los grandes males que padecemos, se ha extendido a todo el orbe. 

    Con el control de los medios por esos poderes y la masificación o saturación de la información y la introducción de las llamadas ”fake news”, se nos impide o intenta limitar que podamos reflexionar con sosiego y perspectiva sobre cuál es el origen de los problemas que sufrimos y nos bloquea la construcción de alternativas al mismo que mejoren las condiciones de vida de la mayoría de la población. No contentos con eso, esos poderes intentan además avanzar en la imposición de un modelo de democracia autoritaria, en la que seamos entes pasivos que nos limitemos a “elegir” entre el “dúomenú político” precocinado que nos intentan imponer para su exclusivo beneficio, con la complicidad de las fuerzas políticas puestas a su servicio.

    Desde Attac llevamos muchos años denunciando la verdadera naturaleza de la globalización neoliberal y las consecuencias nefastas que el capitalismo financiarizado tiene para el conjunto de la Humanidad, al ser un sistema instaurado fuera de todo control democrático que campa a sus anchas y  somete a los poderes públicos a sus dictados, por el gran poder de presión que ejercen a través de su dominio económico.

    Cuando los llamados “hechos imprevistos” aparecen en la historia y desnudan las contradicciones del sistema y esos poderes dominantes ven que puede peligrar su control de la situación, siempre intentan desviar la atención de la verdadera “raíz del mal”. Es ahí cuando empiezan a aparecer teorías o tesis conspiranoicas que nos intentan convencer de que los problemas que sufrimos se deben a supuestas “fuerzas oscuras“, que nos quieren perjudicar cuando la verdadera “fuerza oscura” es el modo en que este capitalismo tardío y financiarizado explota el medio para su exclusivo beneficio,  e impone las condiciones de vida que tod@s conocemos.

     Es por ello que desde posiciones progresistas no podemos dejarnos arrastrar por esas tesis conspiranoicas, sino que tenemos y debemos profundizar en el análisis de la situación que vivimos y la construcción de alternativas a la misma. El objetivo es  desenmascarar a los que, “desde la sombra” nos intentan manipular y desviar la atención del verdadero origen de esos grandes males que la humanidad padece. Estos no son más que un sistema que antepone el beneficio por encima de cualquier otra cuestión, cueste lo que cueste y sin importar a quien le cueste; siempre, eso sí, que no sea a esa élite que se beneficia de forma cada vez más desorbitada de la sobreexplotación a todos los niveles, a pesar de los males que se derivan de ello y que padecemos. De los cuales incluso intenta sacar rédito, véase si no, cómo ha subido la bolsa cuando se anuncian unas vacunas que además de paliar esta pandemia, engordan las cuentas de resultados de esas mismas élites, garantizándose una vez más, que los costes de posibles fallos, los afronte el erario público.

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Juan Espinio

JUAN ESPINO ATTAC

 

 

MANCHETA 21