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viernes, 29 de marzo de 2024 06:55h.

Tranquilos - por Rafa Dorta

La absoluta falta de credibilidad de la clase política en general y del gobierno en particular, alcanza su máxima expresión en las amables palabras pronunciadas por el ministro Guindos, que ha aprovechado un acto de exaltación del peperismo valenciano, para soltar varias perlas, cuyo contenido bien podría atribuirse a alguien que padece trastorno de la personalidad y está necesitado de tratamiento urgente...

Tranquilos - por Rafa Dorta

La absoluta falta de credibilidad de la clase política en general y del gobierno en particular, alcanza su máxima expresión en las amables palabras pronunciadas por el ministro Guindos, que ha aprovechado un acto de exaltación del peperismo valenciano, para soltar varias perlas, cuyo contenido bien podría atribuirse a alguien que padece trastorno de la personalidad y está necesitado de tratamiento urgente. Con su impagable “la gente nota que las cosas empiezan a mejorar”, digno del mejor Groucho Marx, el máximo responsable de la cartera de economía, eleva la acidez de la sátira a la categoría de asunto de estado. “España está en el camino de la salvación y el Gobierno sabe lo que hacer” es una frase que nos demuestra el esperpento tragicómico en el que se desenvuelve este presente de fantoches con mayoría absoluta y licencia para distorsionar la realidad.

“Hemos recuperado la confianza que nunca un país como España debía haber perdido” destila un tono de condescendencia hacia el sufrido pueblo para que no pierda las esperanzas y si no se lo creen, ahí está la prima de riesgo que “empieza a mejorar” para rematar el canto de sirena con “la gente nota la mejora día a día, como en el empleo, la creación de empresas y la recuperación de la confianza".

Sin embargo, la desfachatez institucional no se ha instalado sólo en la cabeza de Guindos; no, ni mucho menos, porque a su lado, con las sonrisas plastificadas, estaban el inefable Soria, y el González 'se lo puedo explicar' Pons, reunidos y haciendo piña en honor al primer año de Fabra como presidente del PP valenciano.

Ante este panorama, sólo nos queda la posibilidad de que a Guindos se le calentara el pico, por exceso de alcohol -no quiero pensar en que se haya fumado algo raro- y con la euforia, pues ya se sabe que tendemos a suavizar la gravedad de las cosas.

Pensándolo mejor, la verdad es que no debemos confundir la intención de Guindos, que a buen seguro se encuentra en plenitud de facultades físicas y mentales. El hombre, lo que quería era transmitir un mensaje de optimismo y confianza en la buena y necesaria labor que están realizando, por nuestro bien, sin duda. Vamos, que no necesita medicación, ni nada.  Hay que ver lo nerviosos que nos ponemos porque el paro siga aumentando, las empresas que cierran, la economía sumergida y el trueque implantándose como único método de supervivencia, los desahucios diarios, muchos sumándose al carro de la exclusión social y la pobreza; en fin, que con las sabias palabras del ministro Guindos, ya podemos quedarnos más tranquilos.

Para que empezaría yo hablando de que no tienen credibilidad. Ustedes perdonen, es que me pierde la impaciencia y no me doy cuenta de que Guindos sabe cosas y maneja datos que nosotros desconocemos y por eso, tiene toda la razón. Nada, no hay porque preocuparse más, ni por la dictadura de los mercados financieros, que eso está controlado, ni por Merkel y el dogma de la austeridad, que va a cambiar pronto, ni por el neoliberalismo salvaje, al que le queda poco. Como dice Guindos: “estamos en el camino de la salvación”. Gracias a Dios.