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jueves, 28 de marzo de 2024 09:57h.

Una pujante oposición y el PSOE a lo suyo - por Franci Xavier Muñoz

 El término “oposición” tiene varias acepciones en política. Se entiende por “oposición” todo el arco parlamentario que queda tras el partido vencedor en unas elecciones. También  se reduce el término “oposición” al segundo partido más votado y a su dirigente se le concede normalmente el título de “líder de la oposición”, especialmente desde la reforma que introdujo Felipe González para intentar conformar un Parlamento a la británica y reconocer en aquel entonces a Manuel Fraga con el premio de consolación de representar formalmente a todos los partidos que quedaban fuera de la mayoría de gobierno en ciertos actos institucionales. Si nos atenemos a esta segunda acepción, nos encontramos con que el “líder de la oposición” en Galicia y País Vasco sería esa “mayoría silenciosa” –que diría Rajoy- que ha expresado, sin embargo, alto y claro su opción política preferida en las últimas elecciones autonómicas en esas comunidades.
 

Una pujante oposición y el PSOE a lo suyo - por Franci Xavier Muñoz, miembro promotor de Iniciativa Socialista de Madrid y de Construyendo La Izquierda

   El término “oposición” tiene varias acepciones en política. Se entiende por “oposición” todo el arco parlamentario que queda tras el partido vencedor en unas elecciones. También  se reduce el término “oposición” al segundo partido más votado y a su dirigente se le concede normalmente el título de “líder de la oposición”, especialmente desde la reforma que introdujo Felipe González para intentar conformar un Parlamento a la británica y reconocer en aquel entonces a Manuel Fraga con el premio de consolación de representar formalmente a todos los partidos que quedaban fuera de la mayoría de gobierno en ciertos actos institucionales. Si nos atenemos a esta segunda acepción, nos encontramos con que el “líder de la oposición” en Galicia y País Vasco sería esa “mayoría silenciosa” –que diría Rajoy- que ha expresado, sin embargo, alto y claro su opción política preferida en las últimas elecciones autonómicas en esas comunidades. Así, gallegos y vascos han dotado a la abstención de un alto contenido político que, sin embargo, partidos y tertulianos han preferido obviar en sus detallados análisis y comentarios. Sin embargo, este dato es muy relevante pues en las últimas elecciones generales y autonómicas la abstención ocupó el cuarto lugar en las preferencias de los electores, lo cual revela que la desafección de los españoles hacia la política y sus representantes sigue creciendo a velocidad imparable.

   El partido más afectado por esta creciente y abultada abstención es, precisamente, el partido que más ha descendido en apoyo electoral en estas últimas elecciones gallegas y vascas, es decir, el PSOE, que continúa su trayectoria descendente iniciada en las elecciones autonómicas y generales de 2011 y en las andaluzas de 2012. Sin embargo, y aunque pueda parecer sorprendente, la dirección federal del PSOE no entona el mea culpa, de momento, y se agarra al clavo ardiendo de la lectura sesgada de los datos para obtener lo poco de positivo que haya en ellos, esquivando lo mucho de negativo que revelan. La rueda de prensa de su vicesecretaria general, Elena Valenciano, ha sido todo un ejercicio de funambulismo político que quedará en los anales de la impostura y la cerrazón partidista.

   Elena Valenciano ha dicho que “las voces críticas en el PSOE son las de siempre”, refiriéndose quizás a las voces críticas que llevan siendo silenciadas desde hace años y que reclaman un contenido socialdemócrata a las políticas económicas que ha venido implementando el PSOE cada vez que ha tenido ocasión de gobernar. Hay un dato incuestionable en Galicia: de los siete diputados que pierde el PSOE, cuatro se van a Alternativa Galega y tres al Partido Popular, es decir, cuatro a la izquierda y tres a la derecha. Datos así se pueden contrastar en casi todas las últimas elecciones, lo que demuestra que el PSOE sigue teniendo dos almas: una, de izquierdas, socialdemócrata e incluso a veces socialista; otra, de centro, liberal e incluso a veces de derecha moderada, la familia social-liberal integrada por los liberales sociales o progresistas. Elena Valenciano, al despreciar esas “voces críticas de siempre” no parece caer en la cuenta que esas voces no son solo el reflejo de una militancia interna sino también de los votantes que se sienten representados por esas voces y que abandonan al PSOE en las urnas.

   En lugar de hacer autocrítica, la dirección federal del PSOE se enroca, en palabras de Valenciano, en el “ciclo electoral negativo” iniciado en las autonómicas de 2011, obviando por supuesto que ese ciclo lo comenzó el giro copernicano que aplicó Zapatero a su política económica en mayo de 2010, exigiendo sacrificios a los colectivos más numerosos que dependían de los Presupuestos Generales del Estado y excluyendo de dichos sacrificios a los colectivos privilegiados que viven de sus altísimas rentas. El “ciclo electoral negativo” al que alude Valenciano tiene nombre y se llama “Zapatero y su coro silencioso”, que fue incapaz de enmendar la plana al presidente del Gobierno y secretario general del PSOE; “coro silencioso” del que por cierto formaba parte la señora Valenciano.

   Sigue diciendo la vicesecretaria general del PSOE que “estos resultados no son una evaluación porque siempre han perdido allí más que han ganado”, refiriéndose a Galicia y País Vasco, con lo que parece despreciar no solo las ocasiones en que “allí” han podido gobernar sino, lo que es más grave, los buenos resultados que “allí” han cosechado en otras elecciones, especialmente generales y municipales. Todavía recuerdo el éxtasis del PSOE por los resultados del País Vasco en las generales de 2004 y 2008, cuando el PSOE se asentaba como la segunda fuerza política y granero de votos para Zapatero.  El análisis de Valenciano es el típico que resulta de ver la botella medio llena en lugar de medio vacía, pues los resultados actuales de “allí” ahora revelan un descenso importante en número de votos y porcentaje, que es lo que hay que analizar para “evaluar” la acción de gobierno y la acción de oposición tanto en uno como en otro territorio. De una evaluación correcta de los resultados el PSOE puede deducir que su apoyo electoral en ambas comunidades autónomas ha pasado del 30 al 20%. No se trata de confirmar que “allí” casi siempre pierden sino de ver por cuánto pierden, señora Valenciano.


   Continúa diciendo la número dos del PSOE que no “se puede cuestionar la dirección federal cada vez que el partido pierde pues no habría estabilidad”, comparando estas últimas pérdidas electorales con cualesquiera otras habidas antes de 2011. Craso error, pues el batacazo en las autonómicas y generales de ese año le reportó al PSOE los peores resultados de su trayectoria electoral desde 1977. Tendencia que continuó con Andalucía, donde perdió las elecciones por primera vez, y ahora en Galicia y Euskadi, donde recoge un apoyo electoral en torno al 20%, que parece más un punto de inflexión hacia abajo que hacia arriba si no se cambian pronto las políticas y los dirigentes que las defiendan. Por tanto, señora Valenciano, no se trata de cuestionar una dirección federal cada vez que se pierde sino por cada vez que se pierde con peores resultados. El PSOE, desde la elección de esa dirección federal, no remonta ni siquiera un poquito sino que va a peor, cada vez perdiendo más apoyos y dejando de ser el referente político de la izquierda urbana, de la izquierda activa y de la izquierda transformadora.

   Finalmente, ha habido una frase de Elena Valenciano que a mí, particularmente, me ha dejado muy preocupado. Ha dicho que “los resultados deben acelerar la transformación programática del partido”, pero no ha aclarado para qué, si para reconstituirse en el partido referente de la izquierda española o para ser alternativa de gobierno al PP y, por tanto, competir por su electorado liberal. Quizás algunos en el PSOE ya hayan llegado a esta conclusión y de ahí su cierre de filas ante sus dirigentes actuales para preservar la pata amable, social, del capitalismo salvaje liberal que nos atenaza. El PSOE se convertiría así en la otra cara de la moneda de la democracia liberal, un partido que representaría solo a las clases medias e incluso a las privilegiadas.