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jueves, 25 de abril de 2024 00:27h.

La Unidad Central Operativa, la corrupción política… - por Nicolás Guerra Aguiar

nicolás guerra aguiar pequeña  Desde la del alba estuve conectado a la radio y muy pendiente de la sesión plenaria celebrada el 31 de agosto. Incluso cambiaba de emisora en desesperado intento por ver si era posible escuchar desde el mismo Congreso de los diputados algún mensaje que no me flagelara con cantos autolaudatorios del señor candidato a la presidencia del Gobierno o, acaso, exculpaciones ante corruptelas.

La Unidad Central Operativa, la corrupción política… - por Nicolás Guerra Aguiar *

  Desde la del alba estuve conectado a la radio y muy pendiente de la sesión plenaria celebrada el 31 de agosto. Incluso cambiaba de emisora en desesperado intento por ver si era posible escuchar desde el mismo Congreso de los diputados algún mensaje que no me flagelara con cantos autolaudatorios del señor candidato a la presidencia del Gobierno o, acaso, exculpaciones ante corruptelas.

   Así, hasta La Academia de la Lengua trabaja duro durante los últimos años para mantenernos al día en la precisión lingüística: matiza las diferencias entre cohecho, estafa, fraude, blanqueo, prevaricación, malversación de caudales públicos, mordidas, comisiones ilegales, irregularidades en la gestión de los fondos, sobornos, contabilidad B, tarjetas fantasmas, ERE, trama societaria, amaño de contratos, dinero negro… Voces, locuciones y frases definidoras de un país pirateado y atracado por pandillas de supuestos malhechores y organizaciones mafiosas escrupulosamente estructuradas y con metástasis geográfica.

UCO

  Son los tiempos –desde tiempos atrás- en que empezamos a saber de casos bautizados como Gürtel, Malaya, Pokemon, Púnica… u operaciones Madeja, Térmyca, Enredadera, Firmamento… a los cuales se pueden añadir otros cientos llevados a cabo por UCO y sus distintos departamentos. Porque nos estábamos acostumbrando a ver como normal la descomposición de la vida política, de políticos y partidos que se enriquecían con trampas, rapiñas y tantos por ciento, prepotentes y soberbios en nuevas bajadas a los infiernos. Y aun peor: se llegó a generalizar la muy interesada idea de que la Política funciona así, y no es cierto.

   A la par, imágenes y fotografías empezaron a hacernos familiares a agentes sin uniforme (vaqueros y zapatillas) con chaleco verde y tres palabras impresas: GUARDIA CIVIL UCO.  Es decir: allí donde se llevaban a cabo registros, retenciones o detenciones de políticos, empresarios, traficantes… había un conjunto de ucónicos agentes que, con mandamiento judicial y tras rigurosas investigaciones -siempre controladas por jueces o fiscales- actuaban. (La Policía Nacional cuenta con UDYCO, charla pendiente.) Y fue cuando empecé a confiar en ellos: tras los casos de políticos sospechosos e investigados estaba UCO, silenciosa y sin aspavientos, ajena a impactos externos y las más de las veces incluso hasta con rostros ocultos.

    Porque en sus operaciones la UCO depende orgánica y logísticamente de los mandos naturales pero, funcionalmente, de tribunales, jueces y fiscales. De ahí que esté bajo las órdenes de quienes, en nombre de la Justicia, mandan investigaciones, autorizan registros, seguimientos, pinchazos, grabaciones… y ante los cuales los agentes adscritos deben responder.

   ¿Y cómo lo hacen? “La calle es nuestra más importante fuente de información, la vox pópuli”. Afirmación inicial de un agente (“Carlos”) a quien acompaña su pareja de hoy (“Eduardo”). Hemos hablado en torno a unos buchitos cafetiles –salvados protocolos de semanas y normales reticencias iniciales- para comentar no de éxitos o fracasos, en absoluto. Se trata –intención expuesta desde el primer contacto a través del comisario don Javier Ballesteros López, exjefe superior de Policía de Canarias- de conocer a quienes siembran esperanzas en la ciudadanía. A fin de cuentas, UCO ha investigado y concluido casos de impacto (¿suena el apellido Rato?)

   “En la calle se oye de todo”, continúa. Por tanto, ellos analizan, comprueban. Y comunican posibles indicios delictivos. Si el juez o el fiscal lo consideran, se abre la rigurosa investigación incluso durante años, sin problemas. (Noto satisfacción personal: “Más de la mitad de nuestras investigaciones no terminan en juicio. Las pruebas, por minuciosamente argumentadas, son contundentes. Por tanto, los abogados defensores solicitan acuerdos con la fiscalía”.) Y no se trata de prurito profesional exclusivamente: “Carlos” es consciente de lo que cuesta una investigación, pagada con dinero público. (Me satisfizo su concienciación: ellos, tan preocupados por los gastos. Senado, Congreso y parlamentos, al contrario, las más de las veces despilfarradores.)

  Sin embargo, lo más importante es la inocencia del investigado: “Hemos de tener absoluta seguridad e irrefutables pruebas del hipotético delito. Está en juego la honorabilidad del ciudadano. De ahí, a veces, el lento paso del tiempo en las investigaciones”. (Cuando le dije que escucho palabras pero también miro a los ojos en mis charlas, “Carlos” prescinde de las gafas oscuras a pesar de la intensa claridad en la terraza. Me parece un hombre serio.) Ambos, además, muestran sensibilidad social. Piensan en los hijos de los investigados o detenidos. Impactos emocionales o desajustes psicológicos pueden producirse en los pollillos, y les preocupa muchísimo: otra razón más por la que a veces se vuelvan casi maniáticos en la rigurosidad investigadora. 

   Su experiencia en la calle y el trato con tantas y tan variadas personas no ha congelado, como digo, sentimientos. Les llama la atención el gran cariño mostrado hacia sus hijos por delincuentes enriquecidos (tráfico de drogas, explotaciones de mujeres…): “Sin embargo merecen la cárcel, por más que sus hijos también sean víctimas directas”.  Estos delincuentes recurren al dinero y a mil y una argucias para ganarse su servicio. De ahí una gran satisfacción personal de los agentes: los miran a los ojos cuando se dedican a contar miles de billetes encontrados en maletas, cajas disimuladas, rincones… Y en silencio les trasladan su regusto personal: “A pesar de tus euros, te hemos cogido”. Lo mismo que cuando el juez ordena prisión provisional para un político tras el informe de UCO: “Has engañado al pueblo que te eligió, lo has traicionado”.

   Son, claro, personas como usted y yo. Así, como en toda sociedad, y a pesar de rigurosas selecciones y pruebas, a veces surgen debilidades propias del ser humano. Por eso sufren cuando el detenido es un miembro del Cuerpo: “Duele intensamente, se lo juro. Pero confirma que vamos por el buen camino”.

  Dos horas de palabras dan para mucho. Como ciudadano quería reconocerles su trabajo, siempre opuesto a intereses partidistas (¿quizás por eso los presupuestos están muy limitados?). Hombres y mujeres convencidos de su responsabilidad. Por tanto, son depositarios de mi mayor confianza frente a corrupciones...

* En La casa de mi tía por gentileza de Nicolás Guerra Aguiar

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