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jueves, 28 de marzo de 2024 09:57h.

Vamos a cabildear: - por El Padre Báez

 

el padre báezDejado el verano –o gran parte del mismo- atrás, es hora hagamos frente a las mentiras, a las tramas, a las manipulaciones, y a las artimañas del cabildo.

 

Vamos a cabildear: - por El Padre Báez *

Dejado el verano –o gran parte del mismo- atrás, es hora hagamos frente a las mentiras, a las tramas, a las manipulaciones, y a las artimañas del cabildo. Repito: ¡las mentiras que nos cuentan! Y hay que estar ciegos, para no ver que estos del cabildo, quieren decidir nuestro futuro. Repito, ellos solitos –a lo catalán-, sin más, quieren decidir y están en ello; más aún, están controlando la situación. Y, en el fondo, se trata de una dominación, sin precedente (¡y les habla quien profesionalmente es Licenciado en Historia de la Iglesia, por la Universidad de Comillas!). Parece claro el objetivo que tienen -pues ya es cosa más que de pesadilla-, es que quieren cambiar de tal modo la isla, que no la reconocerá absolutamente nadie después: ya se cargan la agricultura, van a duplicar o multiplicar por dos (el doble) el número de pinos y ello de tal manera, que no habrá donde plantar después un saco de papas, o donde estacar una cabra, es decir: Hay un plan secreto, ¡que a gritos hay que descubrir!: quieren acabar con la producción en la isla y que dependamos totalmente del exterior; y para ello, nos meten como en una cárcel en la que todo lo que se compre, pase por las rejas, es decir por el Puerto. Pero, en el plan más que maléfico o diabólico que tienen, han conseguido –a pesar de la falsa recomendación de ir al Pino, a Teror (lo de ir a Misa cada Domingo, ¡eso es harina de otro costal!)- que el materialismo reinante, nos haga depender del fútbol y de los carnavales, y de nada más se discute. Así que dependeremos del mercado exterior, a la par que sobrevivir ya no importa, porque nos han idiotizado o embobecido. Ya no se piensa. Y, repito algo maléfico, de gran daño nos acecha, sin darnos cuenta poco apoco. ¡Ya es hora de despertar, hombres, por Dios! De manera sigilosa semanalmente nos dan una ración adormecedora, y cada que vez que hablan y actúan, es para el lamento si despertáramos (más pinos y menos cultivo: Plan seguro para depender totalmente del exterior -y disculpen repita-). Pero, en todo este tráfico de todo lo que entra desde fuera, y desde muy lejos, en ese trafico –repito- de mercancías, ya sabemos quién se lucra a costa de nosotros todos, embobecidos e idiotizados; y esto, nos llevará a ser unos auténticos esclavos y dependientes del mundo, y para ello, nos han lavado el cerebro, y nos desbastan (mutismo y silencio de los profesionales de los M.C.S., porque si hablan o escriben, ¡los escachan!). La cosa es de una crueldad sin comparación anterior alguna: experimentan con nosotros, nos desbastan (enfermedades por lo que comemos, y por estados anímicos depresivos y otros), nos degradan con el paro (a los agricultores que no planten, y ellos lo llenan todo de millones y millones de pinos sin parar, y en ellos: millones y millones de euros, y pinos que se secan después). Total, que la degradación alcanza ya hasta la esfera espiritual, la misma que se la han cargado aunque nos inviten –el primero del cabildo- ir a Teror (a ver a Nuestra Señora, la Santísima Virgen María del Pino). De tal forma nos han degradado que vemos a muchos al nivel de las bestias, y en número creciente (defienden tabaibas, ¡y perros!). Crecen las demencias y locuras; crece la irracionalidad (no se piensa –repito-), y quien sale ganado de todo esto, es el cabildo, que se beneficia en una gigantesca empresa de muchos millones de euros en plantar pinos, que por cierto no dan comida. Razón, por la que ya es hora se  tenga miedo al cabildo. De hecho al miedo ambiente –cosa del cabildo-, la gente le tiene pánico, se asombran con solo verlos aún de lejos (y si te invitan a una charla para evitar incendios, te van tres (3), de una población de entre cinco u ocho mil habitantes (y te dice –un peninsular- que en las chuletadas gastes carbón de Tejeda, que bebas vino del Monte, y comas de lo que producimos (¡cuando no producimos nada!), y así se evitan los incendios (de la pinocha y resina de los pinos, ¡ni media palabra!).

El Padre Báez, Pbro. 07-09-17 

* Remitido por El Padre Báez para su publicación

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