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sábado, 20 de abril de 2024 13:13h.

Carlos Alonso, el paraca presidente tinerfeño - por Chema Tante

Sabrán que para mí, Carlos Alonso es como el Rolex del chiste: va por días. Unas veces, las menos, el tipo me cae bien; otras veces, las más, el paracaidísta presidente del Cabildo de Tenerife, por la gracieta de Melchior, me sienta fatal, el pobre.

Carlos Alonso, el paraca presidente tinerfeño - por Chema Tante

Sabrán que para mí, Carlos Alonso es como el Rolex del chiste: va por días. Unas veces, las menos, el tipo me cae bien; otras veces, las más, el paracaidísta presidente del Cabildo de Tenerife, por la gracieta de Melchior, me sienta fatal, el pobre.

En este remedo de democracia, donde las entidades territoriales están sujetas a los caprichos del déspota absoluto de turno, que gobierna como quiere, a espaldas de la opinión general, la isla de Tenerife ha sufrido el albur de las veleidades de su beatitud, Ricardo Melchior. Un día, por ejemplo, a su beatitud, tomando lo que quiera que desayunen los tecnócratas, le entró la velillada del tranvía. Y, sin que le importara un millo que la gente experta le advirtiera que había multitud de fórmulas de transporte público colectivo menos onerosas, más versátiles, menos agresoras con el territorio, más adecuadas a las características tinerfeñas, que el tranvía, su beatitud impuso su beata voluntad. No importaba, el antojo y el interés de su beatitud no se avino a razones y ahora, la grey tinerfeña tiene que aguantar ese adefesio obsoleto, cada día más caro, cada día más coñazo para el resto de la circulación, que es el tranvía. Y, encima, tragarse las mañosas argumentaciones sobre su pretendido éxito, basadas en las cifras de personas pasajeras, como si no fuera obvio que, si le quitas a la gente la guagua, agarrará el tranvía. Así de sencillo. Si en lugar de calzarle a la isla un medio de transporte peregrinamente desacertado, se hubiera implementado un sistema de guaguas, con trazados prioritarios, versátil, barato, extendible, flexible, los datos de utilización superarían con toda seguridad los del tranvía éste, tan supuestamente existoso.

Una cuarta parte de lo mismo ocurrió cuando a su beatitud Melchior se le metió delante del totizo lo del tren. Por fortuna, la tremenda depresión inducida que llaman crisis, les solimpió las perras de las manos y, de momento, escapamos. De momento, porque el paraca ha mimetizado los beatos caprichos de su predecesor y legatario.

He aquí mi hijo bienamado, en quien tengo puestas todas mis complacencias. Así, que aguántense

¡Ah! cuando a su beatitud Melchior se le ocurrió dejar a la tinerfeñada un retoño amado, en quién puso todas sus complacencias, llamado Carlos Alonso, movió las tirijalas necesarias y, otra vez, el rebaño de la isla del Teide, arregostado a aguantar carros y carretas, tuvo que apencar con este personaje, el presidente adventicio, caido en paracaidas en el sillón presidencial del cabildo.

Les decía que Alonso el paraca, me cae por días. Sobre todo al principio, la impresión fue muy favorable. El hombre apareció aureolado con un prestigio de funcionario eficaz en Bruselas (eran los tiempos en que no nos habíamos percatado de que el monumental embrollo burocrático europeo era una calamidad), pertrechado de un dorado expediente académico y una pinta de desaliñada elegancia que lo colocaba a medio camino entre el estilo kennedyano de los sesenta, un lechuguino de la city y un profesor universitario de película de Peter Weir. Cuando apareció por los ambientes del cabildo de Tenerife resultó una novedad que alguien hablara de economía, además de su beatitud, sin ser ni godo ni borrego. 

Y así iba yo observando al nuevo fichaje. Y les confieso que empecé compartiendo -no sin alarma- las complacencias de su beatitud. Hasta que llegó el aciago día en que cayó sobre mí la desgracia de escuchar al tecnócrata recién llegado de la burocracia bruselense defender el proyecto del tren. Que Achamán me valga. Se explayó en todas las obtusas tesis que intentan (lo malo es que lo consiguen) convencer de lo inconcebible: que es mejor trasladar a la gente de sus casas a trabajos distantes, en lugar de crear trabajos arrente de sus casas. Que es mejor el férreo inflexible transporte guíado que la guagua, aunque para ello haya que destrozar montes y cañadas isleñas. Que es más sostenible un vehículo eléctrico que uno a gasolina, aunque la electricidad se genere con combustible fósil, con mayor emisión de CO2... Todo, a la mayor gloria, más faltaba, del sabroso y ordeñable presupuesto.

Y de ahí p'alante un vendaval de inexactitudes, revestidas al mejor estilo pergeñado por su beatitud con el difunto Adán, de barniz pseudotécnico, sin escuchar absolutamente ninguna de las opiniones en contra: Granadilla y el punto hub no nato: el apoyo al sector primario con el resultado de que importamos nueve de cada diez piezas alimentarias que consumimos;  el gas... oh, el gas; la conectividad, en la falacia sempiterna de que el órgano crea la función...las disparatadas estrategias comerciales del vino o el turismo masivo, que desbaratan la rentabilidad de unos productos bien realizados, o la aberración de que Tenerife, con Canarias, sea una autoridad exportadora de conocimiento en renovables, pero no disponga más que del 4% de energía generada con energías limpias. Ese discurso plagado de arrogantes sesudos términos, que no utiliza más que los verbos conjugados en tiempo futuro, porque nunca dispone de un dato histórico que formulado en tiempo pasado pueda avalar los resultados. Ese discurso en el que luego Paulino se ha consumado como un maestro, y que tiene lustrosos exponentes en el híbrido coalicionero, desde el difunto Adán, al desaparecido Suárez Trenor, a la ahora renaciente Milagros Luis, hasta Clavijo o los insufribles sempiternos Barragán, Ruano, Castro Cordobez...

Y así, cristalizó la dudosamente democrática operación testamentaria en vida de su beatitud, con la que tomó tierra en el Palacio de la chicharrera Plaza de España un presidente sobrevenido del Cabildo al que una gran parte de los y las votantes tres años antes no conocía para nada. 

Y entonces sí que nos tuvimos que enterar. Porque el paracaidista nos enchumbó con su sedosa verborrea. Ahora, cada dos por tres, asoma el jocico por los programas radiados matutinos, a un gasto que, si sus alardes de trasparencia fueran ciertos y se supiera, escandalizaría a la población tinerfeña por lo que cuesta la comunicación del paraca Alonso.

La primera gran cruzada del delfín entronizado fue la perreta con la ampliación de horarios del sufrido aeropuerto de Los Rodeos. Cada tercer día surgía en las radios la voz melosa del presidente que llegó del frio, enchumbando el entendimiento popular con supuestos datos de las maravillas, en términos de empleo, riquezas y rapaduras palmeras, que iba a deparar la ampliación de horarios aeroportuarios, que solamente impedía la proverbial sevicia del organismo oficial. Ya se han disipado los humos de aquella fogalera prendida por Alonso. Ya no se sabe qué impacto real obtuvo tanto empeño. Ya nadie recuerda que, por más horas que se haya o no añadido a la programación de Los Rodeos, la desgracia del paro sigue inamovible en Tenerife tanto como en toda Canarias, donde la coyuntura económica mantiene su característica de enriquecer más a la gente rica, pauperizar más a la pobre.

A estas alturas del paulinato a extinguir, el paraca presidente se metamorfosea en el presidente candidato que aspira a ratificar en las dudosamente democráticas urnas la herencia que recibiera de su beatitud. Esperemos que Achamán y el creciente empoderamiento popular se lo impidan, a pesar de las obtusas leyes electorales que le favorecen. Pero el hombre ha reavivado la candela comunicacional, intensificando sus apariciones por cuanto medio se le pone a mano.

En los últimos días, Alonso cabalga en varios pencos de batalla dialectica. Los voy a detallar, con un breve comentario. Y que dispense el arrogado inquilino del Cabildo la manera de señalar.

La defensa del imputado Clavijo: Una defensa muy de esperar, porque la práctica del favorecimiento a la gente propia, ignorando a la gente extraña; la preocupación por el empleo o la vivienda de ciertas personas afines, olvidando las ingentes masas desempleadas, desamparadas, sin techo, es la misma práctica de todo el partido llamado coalición canaria. Por supuesto que Alonso proclama la inocencia de Clavijo. Porque él uno y el otro consideran que esa desgraciada forma de entender la política no es un delito. Qué va.

Los turbios casos del vino transformado, como en Canaan, de godo en canario, para embaucar a la pobre parroquia de chonis  acarretada con precios de derribo; y del gerente financiero de SIMPROMI, trincado al fin, después de varios años de llevarse las perras como si tal cosa. Toda la aparente dureza aplicada a los responsables, con destituciones fulminantes y duras acusaciones (¡al ladrón, al ladrón!, aúlla el paraca en las radios) se revelan como tristes intentos de ocultar los descomunales fallos en el control que se comprueban en una organizacion borrega cabildera que ha alardeado durante lustros de su brillante eficiencia. Se ha demostrado que la tramoya montada por el difunto Adán y su beatitud Melchior era de cartón piedra y oropel, de manera que el presidente no electo tiene que esforzarse con el truco del prestidigitador: atraer la atención hacia un fallo ajeno, para que no se noten los propios. Lo del vino y lo de SIMPROMI se conoce que ha ocurrido, porque no se ha podido ocultar. Pero nadie sabe qué estará pasando por esas covachuelas del cabildo tinerfeño. Ahí están asomando la patita los follones de los hasta ahora imposibles de privatizar casinos, lo de la Litografía, el rollo del Polígono de Granadilla que iba a ser la maravilla del siglo, con un puerto comercial arrente de sus puertas, pero que se ha quedado compuesto y sin puerto, porque ahí, en ese puerto ya no va a ponerse más que el gas... y eso si lo consiguen. Y, vean que, a mayor abundamiento de que no se sabe lo que nos depara el porvenir, sobre el desbarajuste de los sistemas administrativos del borrego cabildo de Adán, Melchior y, ahora, Alonso, ahora mismo, cuando tecleo este artículo, sabemos que "El interventor del Cabildo descubre pagos durante 17 meses por servicios sin realizar", según cuentan en LA OPINIÓN, No. Si ya les digo yo...

La ocurrencia, nueva, aparecida este finde pasado de la movilidad deportiva, faceta de la otra matraquilla recurrente, de la conectividad. Ahora el presidente adventicio se las echa porque apoya a los equipos tinerfeños a ir y volver de sus compromisos. Más faltaba, para eso está. Sin embargo, lo que a mi me subleva es el empeño de Alonso por continuar con el enredo. Esa trampa, tengo que repetir que tan frecuente en su partido, de extraer conclusiones erradas partiendo de premisas ciertas. Por supuesto que las comunicaciones, físicas y de información o conocimiento son esenciales para la estabilidad financiera, como dice una y otra vez (la última en este su artículo semanal) el hasta hace poco ignoto presidente. Lo que ocurre es que Alonso, tanto en su etapa de segundón como en la actual al mando, ha participado en el descomunal fracaso de la gestión. porque, se las eche de lo que se las eche, en radios y artículos, la verdad dura y cruel es que Tenerife se integra por pleno derecho en la pavorosa situación de toda Canarias, en los peores lugares del estado -y, por ende, de Europa- en paro, miseria, desamparo. Lo cierto es que Alonso, con Borrego o sin Borrego, con el exgasero Becerra o con el faramallero Medina, no puede presentar más que el tétrico balance de un fracaso estrepitoso.

Ustedes dirán que por qué me tomo tanto trabajo en ocuparme de este personaje, digno del olvido, más que de otra cosa. Pues la causa es simple: Este presidente no electo es un paradigma de la nueva hornada de gente que pretende mantener en el poder a ese partido que ha hecho de la connivencia con los intereses empresariales particulares la esencia de su gestión política y que, con ello, ha llevado a Canarias y a "nuestra gente" como tanto les gusta decir, a la triste y desgraciada situación en que se encuentra.

Por eso digo que Alonso me cae fatal, el pobre.

 

 

http://www.laopinion.es/opinion/2014/11/23/cientos-kilometros-lejos/576739.html

http://www.laopinion.es/tenerife/2014/11/25/interventor-detecto-pagos-durante-17/577129.html