Para vencer al coronavirus, civismo y disciplina - por Erasmo Quintana *

El virus está como pez en agua con los comportamientos de los descerebrados que no admiten el confinamiento, creyéndose con ello metidos en una cárcel, por lo que, aquello primero que dicen en sus estúpidas manifestaciones es “libertad”; les priva de su sacrosanto albedrío. Qué mentalidad más estulta fruto de un pensamiento de lo más disparatado.

La Policía dice que estas pandillas las componen grupos de ultraderecha y de ultraizquierda en diferentes puntos del país. Ahí lo dejo, es una opinión. No me creo que vayan juntas las dos ultras, derecha e izquierda. Imposible; antes se destrozan una a la otra.

Me inclino, pues, a que esta irracional conducta la aprovechan para destrozar mobiliario público y comercios, cosa que les vale para saquearlos a esta juventud holgazana que, entre otras cosas, está sin trabajo por la crisis. Aquí se ve la alargada mano de Vox. Es el único partido político que saca rédito del maremágnum y el desconcierto, porque Vox ha aparecido en escena, no para edificar; ha venido a destruir lo que hay, porque la democracia sólo les vale como medio para conseguir sus fines, mas no como sistema, y porque el remansado estanque de nenúfares este, no es lo de ellos: lo suyo es la dictadura de extrema derecha, nazi y fascista.

Así mismo, los escandalosos disturbios anti restricciones, parecen estratégicamente organizados en diferentes puntos del país, Logroño, León, Málaga, Barcelona, Madrid. ¿Quién está detrás de esta guerra de guerrillas? No otra que la extrema derecha. Abascal los felicitó públicamente. Por lo tanto no es cierto lo que afirmó la Policía, que dichas pandillas la forman gente de ultraderecha y ultraizquierda. No me creo que vayan juntas a ninguna parte. Por suerte, no todos los jóvenes son iguales. Un tal Pablo, juntó algunos amigos y limpió su ciudad, Logroño, víctima de los vándalos, que en número de 150 ocasionaron destrozos, volcaron e incendiaron contenedores, y además, arrojaron piedras a la policía antidisturbios.

"Estamos hartos de pagar todos por un grupo":

decenas de jóvenes se organizan para limpiar los destrozos en Logroño

Este joven en realidad lo que hizo fue quitar trabajo a su madre, de profesión limpiadora. Extrañado por la repercusión mediática que tuvo su gesto, dijo: “Todos los jóvenes no somos iguales, no somos vándalos. Mi madre es barrendera, y yo sé lo que cuesta limpiar la ciudad.” Gesto solidario que ha sido aplaudido por los vecinos, y destacado en las redes sociales, incluso por el presidente Pedro Sánchez. Sea lo que fuere, una cosa sí es verdad: han convertido una calamidad natural en arma arrojadiza en una estrategia de guerra para eliminar al enemigo, puesto ahí por medios democráticos. Ello es lo que hace a esta pandemia, además de matar o dejar secuelas a los ciudadanos, en una inmensa desgracia colectiva.

Ya lo dijo Errejón: “O paramos el país, o nos quedamos sin país.” Por esto, lo de que para vencer a la Covid-19, es imprescindible una cosa: el civismo y además la disciplina. Pues mientras el virus desborda a Europa y los EEUU, países como Japón, China, Corea del Sur, Taiwán, Singapur o Hong Kong, han logrado controlarlo. La explicación que ha dado el filósofo Byung-Chul Han, es que el éxito consiste en la responsabilidad ciudadana. El porqué a Asia le va mejor que a nosotros con la pandemia, el secreto está en el civismo. Aquellos pueblos, además de tener exquisitas costumbres sociales, son mucho más disciplinados. España, por qué no decirlo, es todo lo contrario. El español es muy suyo e ingobernable, hace de su capa un sayo, negándose a aceptar que la razón no esté siempre de su lado. Confinar es duro para un país en lo económico, pero mucho más duro es para sus habitantes, que mueren o quedan con secuelas de por vida por el coronavirus.

Es muy desalentador todo lo que está sucediendo. No sirvió de nada la experiencia de la primera oleada y su confinamiento domiciliario, que en manos del Gobierno centralizó todas las actuaciones en la lucha contra el virus. Fue un éxito aquella experiencia, pues se pudo contener y controlar la expansión del bicho. Le llovió palos al presidente Sánchez, llamándolo dictador, pues las regiones querían todas tomar el mando. Ahora que lo tienen, reprochan al Gobierno por no estar al mando otra vez. Y lo más real, la lógica del Partido Popular ha sido desde el principio del problema lo siguiente: “Con la Covid-19, tiene que morir gente para que no se hunda el país económicamente.” 

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Erasmo Quintana