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viernes, 19 de abril de 2024 23:04h.

La vida de los otros - por Francisco González Tejera

De repente en Facebook empiezas a notar cosas muy raras, mensajes inconexos, un día le llega a una de tus amistades un supuesto mensaje privado escrito por ti que no escribiste, manipulado, obscenidades, cosas que tu jamás escribirías, te sientes espiado, consulto con un amigo experto en informática, se mete en mi cuenta, investiga y llega a un lugar donde una especie de “Hermandad de Legionarios” o algo así me dice que tiene hackeada mi cuenta, que hace varios años que me espían todo lo que publico, todo lo que comento, todo lo que hablo con mis amistades de forma interna.

La vida de los otros - por Francisco González Tejera *

De repente en Facebook empiezas a notar cosas muy raras, mensajes inconexos, un día le llega a una de tus amistades un supuesto mensaje privado escrito por ti que no escribiste, manipulado, obscenidades, cosas que tu jamás escribirías, te sientes espiado, consulto con un amigo experto en informática, se mete en mi cuenta, investiga y llega a un lugar donde una especie de “Hermandad de Legionarios” o algo así me dice que tiene hackeada mi cuenta, que hace varios años que me espían todo lo que publico, todo lo que comento, todo lo que hablo con mis amistades de forma interna.
 
Respiro hondo, en un principio alucino en colores, luego me digo a mi mismo –Coño lo estoy haciendo bien, estos hijos de puta están ladrando, el puto estado, sus criminales, sus terroristas compinches me vigilan, que enorme satisfacción.
 
Ahora son parte de mi cotidianeidad, controlan mi vida, la vida de los otros, están presentes, los insulto cuando hablo con algún amigo o amiga y de repente el ordenador se me apaga solo, se me bloquea, están ahí y son tan cobardes que no se atreven a dar la cara, solo miran, quizá se masturben como mirones enfermos leyendo desde sus siniestros cuarteles lo que escribo, lo que opino, lo que hago en mi trabajo de escritor combativo, anti sistema, anti capitalista, revolucionario.
 
Nunca imaginé que esta España de pandereta, tortura, corridas de toros, hambre infantil y corrupción política y real generalizada pudiera caer tan bajo, espiar a alguien tan humilde como yo, un luchador social que no busca dinero, ni honores, solo seguir combatiendo por un mundo mejor, más justo, más solidario, más humano.
 
El caso es que ahora me corto menos a la hora de escribir y opinar, se que estos esbirros, estos infelices utilizan, según mi amigo informático, tecnología militar para espiarme, la misma que usan para los terroristas, para ellos soy un terrorista de las letras, alguien que opina libremente, que no se vende, que no entra en el juego de este sistema criminal.
 
Tapo la cámara de mi portátil no porque me den miedo, solo para que no vean mi casa, mi lugar de descanso y creación, se que están ahí, que no hay programas espías que los controlen, que seguirán mirando desde sus oscuras guaridas mi tranquila vida.
 
Pero sigo escribiendo, no paro, me dan fuerza, no los odio, no puedo, no me nace, nunca podría experimentar esa rabia que solo habita en mentes criminales, aunque tipejos como ellos asesinaran en el 37 a parte de mi familia simplemente por pensar diferente.
 
La vida de los otros, mi vida, la vida de millones de personas espiadas por esta gentuza, por unos esbirros que no sirven para nada, que no aportan nada a la madre tierra, que matan en Palestina, en Siria, en Afganistán, en Libia, en Irak, que expropian cada día en España a más de 600 familias, que solo sirven para llenar de sangre los humildes suelos de los hogares pobres de la gente honrada.
 
Solo quería que lo supieran queridos/as lectores/as, queridos/as amigos y amigas que comparten este espacio de combate. Gracias por estar al otro lado de esta trinchera de amor y ternura.
 
 
* En La casa de mi tía por gentileza de Francisco González Tejera