Violencia en el sagrado recinto de la palabra - por Nicolás Guerra Aguiar

Lo que vi el miércoles a las mismas puertas del recinto sagrado (rectorado-paraninfo de la ULPGC) donde se ofician los actos universitarios de recia raigambre y creencia en palabras nobles y elementales me retrotrajo (es el subconsciente freudiano) a espacios laguneros, profanados ambos por la violencia de la fuerza (¿quién, quién dio la orden?). Y por más que median ya no solo los últimos cuarenta y dos años de la vida sino, y sobre todo, los supuestos cambios democráticos, sentí sentimientos de sensibilidades que una vez alzaron sus esperanzas para que llegara, por fin, la muerte del sistema dictatorial que nos habían impuesto.

Hace cuarenta y dos años, recuerdo, un vandálico número de estudiantes pagados por el oro de Moscú (incluso hasta drogados por las canciones de Bob Dylan) quiso impedir la entrada al paraninfo lagunero del capitán general de Canarias, símbolo y poder de la fuerza irracional de aquellos años. Entre birretes, mucetas multicolores y el nigérrimo uniforme del rector, las autoridades insulares procesionaban su poder desde el rectorado hasta el espacio físico de la teatralización universitaria. Manteos obispales, recios uniformes de jefes del Movimiento, chaqués como los que lleva el señor presidente del Gobierno canario a la universidad lagunera, uniformes de gala, tricornios, grises pero sin porras ni sociales, bastones, muchos bastones de mando embellecidos por terciopelos morados como las sangres que su sistema derramó, rostros serios, teatralizados, sempiternos para tal museo de ceras…

Aquel día conocimos al señor alcalde lagunero, profesor de DeFormación del Espíritu Nacional en la Universidad, pues era asignatura obligatoria, aunque él jamás pisó el aula. Sus maceros del Ayuntamiento abrían el cortejo procesional mientras el grupúsculo disidente de atrofiados y pervertidos alumnos reclamaba la libertad para los presos políticos, qué osadía en un momento de solemnidades, qué des-facha-tez (‘sin tez de facha’).

Sin embargo –¡y eran aquellos años!- la prudencia se impuso, la inteligencia dominó sobre apasionamientos y el rector, el sabio rector don Jesús Hernández Perera, dialogó con los alumnos. No sé qué les dijo; desconozco si hubo promesas por medio o simples razonamientos deductivos, racionales. Lo cierto es que aquellos <> (así opinó uno de chaqué) cesaron gritos, consignas y aparentes improperios y la comitiva continuó el camino hacia la lección magistral en el paraninfo, la proclamación oficial de los nuevos doctores y el himno nacional, forzada musicalidad para tan solemne acto anterior al brindis.

Dicen los actuantes estudiantes universitarios de LPGC presentes el miércoles frente al rectorado-paraninfo universitarios que ellos, o algunos de ellos, habían sido invitados formalmente a la ceremonia de apertura oficial del curso. Pero que se indignaron cuando, así de repente, y sin consideraciones, razones o fundadas palabras obligatorias en la Universidad les dijeron que quedaba rescindida la invitación. (Supongo que alguien temió alteraciones, desajustes o rupturas del orden institucional en medio del acto riguroso, supongo). Y esa descarga inesperada quebró el ajuste mantenido hasta el momento y los llevó a intentar bloquear la entrada a los invitados institucionales, entre ellos el señor presidente del Gobierno de Canarias quien consiguió colarse sin empujones, golpes o violencia física por parte de los alumnos. –Ahí están las fotos, Canarias7, extraordinario reportaje de mi apreciado exalumno Arcadio Suárez-.  

Veintiún estudiantes había en la puerta del rectorado, junto a las escalinatas. No eran  21.000, ni 2.100, ni tan siquiera 22; eran tantos que hasta se precisa la cantidad, masa ingente, desorden social, parálisis de avenidas, autopistas, cierres de aeropuertos, buques que cambian sus destinos… Y sospecho que tocaba a dos policías por revolucionario manifestante, o más, porque allí estaban la policía nacional y la llamada guanchancha, aquella de Coalición Canaria, la que rinde honores. Y de entre ellos  alguno (parece, se supone, sospéchase) fue el hipotético, supuesto, presunto, infundado autor de la conmoción cerebral a un joven que necesitó hospitalización según la señora presidenta de la Federación Galdós.

Y ante tal impresionante número de boicoteadores (ya lo quisieran para sí los catalanes de la Diada del martes), el señor consejero de Educación y vicepresidente del Gobierno canario afirma que <>. Hábil deducción, sin duda, la del señor consejero. Pero si él hubiera conocido algo de las actuaciones estudiantiles, sabría que en la calle nadie se arroga representatividades que no han sido decididas por asambleas, al menos así funcionaba y, por lo que me cuentan, así se mantiene. (Por otra parte, me sorprende que el señor presidente solo contara hasta diez, con lo fácil que lo tenía: <>.)

Sin embargo, en el mismo reportaje fotográfico se ve al señor Macías, don José, ex de casi todo, incólume y enhiesto, dialogar con aquella infinita masa de iletrados, y los alumnos abren paso, y entra con dignidad y sin aspavientos. (Jugó, claro, con ventaja: usó la palabra. ¡Así, cualquiera!)

No, no me parece que sean formas las violencias frente a veintiún estudiantes cuyo único delito fue adoptar la postura de boicot al acto académico del cual fueron descabalgados sin explicaciones o pactos, es decir, sin palabras, las sacrosantas voces que siempre deben quedar cuando entre personas civilizadas se comunican: <>. Y cuando Blas de Otero escribió “En el principio”, los tiempos eran de palabrotas, de dictaduras, otros tiempos, dicen.

También lo publica:

http://www.infonortedigital.com/portada/component/content/article/16584

http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=274981

http://www.europapress.es/islas-canarias/noticia-miles-personas-manifiestan-canarias-haga-referendum-recortes-gobierno-20120915135557.html

http://www.elblogoferoz.com/2012/09/15/miles-de-canarios-se-manifiestan-para-que-se-haga-un-referendum-sobre-los-recortes/