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jueves, 28 de marzo de 2024 09:57h.

¿Qué votar y qué botar? - por Miguel Sagaseta de Ilurdoz Cortadellas

El próximo 24 de mayo estamos citados en las urnas todas y todos. En esta ocasión están en juego políticas que afectan a materias de extrema sensibilidad (sanidad, educación, trabajo, servicios sociales…) que nos repercuten de forma directa. Está en juego, nada más y nada menos, que los restos del estado social y de derecho. Estado que está en una situación crítica en todo el país, y que si enfocamos a Canarias, se encuentra en la UVI, agonizando, al borde de su total aniquilación.

¿Qué votar y qué botar? - por Miguel Sagaseta de Ilurdoz Cortadellas, Miembro de Podemos *

El próximo 24 de mayo estamos citados en las urnas todas y todos. En esta ocasión están en juego políticas que afectan a materias de extrema sensibilidad (sanidad, educación, trabajo, servicios sociales…) que nos repercuten de forma directa. Está en juego, nada más y nada menos, que los restos del estado social y de derecho. Estado que está en una situación crítica en todo el país, y que si enfocamos a Canarias, se encuentra en la UVI, agonizando, al borde de su total aniquilación.

Ante tal diagnóstico, a mi juicio, en la próxima contienda electoral nos topamos con cuatro grandes opciones políticas, cuatro recetarios a adoptar, cuatro fórmulas de las cuales la vencedora regirá nuestros destinos durante los próximos años. Período que es un mundo para las clases populares que estamos sufriendo penurias y calamidades sin parangón en los últimos decenios, posiblemente desde el inicio de la democracia política en este país.

La primera opción, los “continuistas”, la representa en solitario el Partido Popular -el menos popular de los partidos-. Sus recetas políticas son las mismas que hemos estado padeciendo estos últimos cuatro años, que en síntesis son las de recortar en los servicios públicos, en los derechos sociales y laborales y en las propias libertades democráticas.

Sus filas se componen de aquellos que, entre otros aspectos, han generado índices de pobreza y exclusión social propios de países tercermundistas, aquellos que han convertido el mercado laboral de este país en una subasta de esclavos, aquellos que han elitizado las aulas universitarias, aquellos que han privatizado servicios hospitalarios, aquellos que rescatan a los bancos mientras dejan que se ahoguen las personas, aquellos que han transformado España de un país de inmigrantes a un país de emigrantes, aquellos que engordan las listas de corruptos…

A esta opción solo le importa la macroeconomía, las empresas del IBEX 35, la banca, las multinacionales… En definitiva, solo les importa los intereses de la clase dominante. El Gobierno actual de Rajoy es un claro reflejo de aquello que afirmaba Carlos Marx en “El Manifiesto”, “el poder estatal moderno no es más que una junta administradora que gestiona los negocios comunes de toda la clase burguesa”.

En la segunda opción aparente, los denominados “reformistas”, nos encontramos dos variantes: Ciudadanos y el PSOE. Por un lado, Ciudadanos, filial del PP, básicamente se diferencia de aquél en proponer medidas destinadas a combatir la corrupción, un “PP” pero limpio. Pero que a nadie le quepa ninguna duda que, a la hora de desarrollar las políticas donde está la chicha, las políticas económicas, serán pequeños matices los que les diferencien de la derecha popular.

Lo expresado no se deduce de una tirada de cartas en una noche esotérica, sino de claros indicios que apuntan en esa dirección. Aspectos como que su máximo dirigente, cuanto menos, haya coqueteado con el PP antes de estar en Ciudadanos, que dejen abierta la puerta de pactos con movimientos de derechas e incluso de ultraderecha, que en Europa se afilien con el Grupo de la Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa -el santuario de la “austeridad”-, que sea apoyado con fervor por los medios de comunicación del gran capital, son algunas señales que apuntan en esa dirección.

Por otro lado, con el PSOE el problema no es tanto lo que dice, sino lo que hace cuando gobierna. Es costumbre en esta formación política protegerse tras al miedo a la derecha y coger la bandera de la izquierda cuando se aproximan las elecciones, pero sus etapas de gobierno en este país los delatan. Sus programas, sus mensajes y sus proclamas son humo. Sus líderes en campaña electoral se asemejan a las sirenas de la mitología griega, nos engañan con su canto y su voz para llevarnos al mundo de los muertos.

Aquí conviene recordar quién ha hecho las mayores privatizaciones de este país, quién nos metió en la OTÁN, quien habla de la necesidad de un gran pacto de estado con el PP cuando las cosas se ponen feas, quien nos entrego al capital alemán cuando llegó la crisis capitalista que vivimos.

Por ejemplo, ahora, en esta campaña, centran su estrategia en prometer la derogación de la reforma laboral del PP, pero no dicen que esta reforma es una continuación de la que Zapatero realizo en la anterior legislatura, en el 2011. Aquella que abrió las puertas de la fortaleza a la derecha para que terminara de saquear los derechos laborales que tan duramente fueron conquistados en esta patria.

La tercera opción, los “oportunistas”, lo rellenan numerosos partidos satelizados a lo largo y ancho del territorio nacional. Aquí, en Canarias, son claros exponentes de esta opción Coalición Canaria y Nueva Canarias. Para éstos lo primordial no son las políticas que se desarrollan, sino que sus cargos electos sean cargos en las distintas fuerzas de gobierno. En un tablado flamenco, ellos serían los “palmeros”, esos que se sitúan detrás del artista principal acompañando letra y música con palmas.

Estoy convencido que ya deben estar preparando las diferentes variantes de sus discursos para el día siguiente a las elecciones, para el 25 de mayo. Si gana el PP sacarán el borrador “A” y si por el contrario lo hace Podemos, el “B”.

Esta forma de proceder es como aquella del Conde de La Bisbal -personaje que vivió en los tiempos de Fernando VII  la ocupación francesa y la guerra de la independencia-, que al regresar a España el Rey Fernando, envió a recibirle a uno de sus oficiales con dos cartas, indicándole que entregara la que procedía. En una hacía pomposos elogios a la Constitución de 1812, por si el rey la juraba y en la otra, todo lo contrario, pintaba al régimen constitucional como un sistema de anarquía y confusión, por si el rey la condenaba.     

La cuarta opción, los “transformadores”, la conforman Podemos y las candidaturas de unidad popular que se presentaran a nivel municipal por todo el Estado. Aquí es preciso matizar que nos referimos a aquellas candidaturas que representan a las fuerzas de la izquierda y el progreso, y no a las de los arribistas que se disfrazan para intentar aprovechar el momento, para ver si suena la flauta.

Podemos debe ganar las elecciones y ser el referente que lidere una transformación social en España, que tumbe a la derecha y a la social democracia de derechas, y mande al ostracismo a los citados “palmeros”. Tal transformación social implica aniquilar las estructuras y subestructuras tejidas en este país en las últimas décadas, que han generado las desigualdades, la corrupción y la burocratización que hoy día padecemos.

Podemos debe reubicar las lealtades, centrando sus esfuerzos en desarrollar políticas progresistas por y para la clase trabajadora, por y para los desfavorecidos, por y para los excluidos y por y para los marginados. En definitiva, por y para la mayoría.

Si hacemos una similitud con el principio de Arquímedes, el PP corresponde al peso, un peso de plomo que hunde al país en el fondo de un océano oscuro, mientras que Podemos concuerda con el empuje que se contrapone al citado peso, es la fuerza que nos llevará a la superficie libre, que nos llevará a la reflotación del Estado social y de Derecho de esta nación.

Por último, es preciso responder a los que critican a Podemos por la tardanza en la publicación del programa y a los que fiscalizan el programa de Podemos exclamando que falta esto y aquello, o que quitaron esto y aquello -como si todo tuviese que estar en el programa-. A estos decirles lo que afirmaba Carlos Marx relativo a esta cuestión: “cada paso del movimiento efectivo es más importante que una docena de programas”. Especificando que lo anterior siempre y cuando no se trafique con los principios, ni se hagan “concesiones” teóricas-ideológicas.

* Publicado con autorización del autor