Canarias, la más perjudicada en los Presupuestos; Soria y Paulino, bastante que se alegran
Rajoy y su banda maligna han conseguido que todas las autonomías que conforman el estado español tengan el mismo criterio: cada una de elas se siente la más negativamente afectada. Pero los datos objetivos demuestran que Canarias es la que más grave piñazo le han mandado. Por la sencilla razón de que, es la que sufre los peores registros del estado y porque arrastra el insulto del incumplimiento histórico de la ley -española- del REF, que obliga al estado a invertir en el archipiélago por lo menos la media general. O sea que, como siempre, somos la autonomía más apaleada. Pero de esto hay dos tipos que se alegran bastante: Soria y Paulino.Soria, en su egoista crueldad, porque con este agravio continuado y aumentado, Canarias tendrá que acogerse al Fondo ese que llaman rescate y quedará así a merced de las decisiones del PP desde Madrid. En la práctica, las competencias autonómicas desaparecerán y el autogobierno se esfumará. Y Paulino en su irresponsable egolatría, porque esta desgraciada situación le otorga otro fluido caudal de argumentos para escurrir el bulto de sus irresponsabilidades, echándole la culpa al prójimo. Y, porque cabalgando en su acostumbrado cinismo, piensa que, a corto plazo, le quedan tres años de echárselas, como presidente, con esa justificación de que la miseria que pasamos es por los fallos ajenos. Y, a medio plazo, porque él confía en que saldrá de las próximas elecciones, como de las pasadas, en posición de gobernar, a pesar de perderlas. A Paulino le importa poco casarse de nuevo con Soria, si hace falta o con quien cuadre, con tal de gobernar y estar cerca de las perras.
Contra esto, el pueblo no tiene otra salida, desde ahora y hasta el 2015, que seguir protestando. En el ámbito del estado, para forzar una disolución de las cámaras y convocatoria de elecciones. Y, en Canarias, como no gozamos del resorte democrático de la disolución parlamentaria -ya se preocupó la oligarquía de evitarlo- obligar por lo menos a Paulino a dimitir y a los que queda de decente entre los diputados y las diputadas (que queda, a pesar de todo, suficiente) a formar un gobierno de salvación canaria. Es posible. Lo que hace falta es decisión y arrestos. De todas las islas hay un número de señorías que haría esto posible. Paulino debe desaparecer. Y con él, claro, José Miguel.
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