El CGPJ tapa la comilona del juez Marchena y Acebes: vino (5000 €), angulas (6000 €), percebes y chuletón
ECO REPUBLICANO reproduce este artículo de ESPÍA EN EL CONGRESO que recuerda el nuevo episodio de Gragntúa y Pantagruel, protagonizado en estos tiempos por el detestable Acebes con Manuel Marchena –presidente de la sala segunda del Tribunal Supremo, que es, casualidades de la vida, quien tiene que juzgar al inicuo pepero, además de otros tres pillos de similar calibre. Se mandaron los tipos un emboste de muchos miles de euros. ("No hay dinero, señorías", aúllaba Montoro ¿recuerdan?)
Y es importante lo que nos trae ESPÍA EN EL CONRESO. Porque a la irritación que produce el opípara convite se suma la calentura de ver que al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) esta historia le trae sin cuidado, porque la denuncia formulada por el ex fiscal anticorrupción, Carlos Jiménez Villarejo, junto a una veintena de juristas más,abogados, fiscales, letrados e incluso jueces, se está demorando además por encima de los plazos que marca la ley.
No olvidemos,además, que esta repugnante historia se ha conocido porque se produjo la coincidencia de un incidente de tráfico entre los escoltas de la panda de forajidos que compartía el ágape y un conductor que pasaba por allí. Pero que nadie se crea que esta es una historia aislada. Por mucho que el sinvergüenza de Rajoy ulule por las esquinas que los casos de corrupción conocidos son cosas del pasado, la verdad es que las orgías de todo tipo están ocurriendo continuamente.
La mejor prueba de lo que digo es ese silencio atronador que los medios adjudican a la comida de Acebes y los otros cuatro.
Pero, todo esto desborda las reflexiones sobre la corrupción en sí misma. hay que pensar otra vez en la coyunda descarada entre la polícia, los partidos en el poder, la justicia y los empresarios, que se confabulan mientras devoran caros alimentos, fastuosas bebidas, mientras hay gente que se está muriendo literalmente de hambre, enfermedad. desamparo.
Malditos sean. Acebes, Marchena, Calvo, Carrascosa, el quinto miserable desconocido y el resto de despreciables que por todo el estado practican las mismas hediondeces.