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sábado, 20 de abril de 2024 01:42h.

Si "la izquierda no suma" será porque el PSOE no es izquierda - por Chema Tante

En la frenopática sesión del Congreso en la que Pedro Sánchez pretendía investirse para presidir un gobierno que cumpliera la misión imposible de satisfacer a izquierdas y derechas, el candidato suplicaba el voto de los partidos progresistas, con el argumento supremo de que "la izquierda no suma; los números no dan". Y eso, como suele ocurrir cuando alega un psociata, es una verdad a medias, lo cual, ya se sabe, equivale a una mentira del todo.

Si "la izquierda no suma" será porque el PSOE no es izquierda - por Chema Tante

En la frenopática sesión del Congreso en la que Pedro Sánchez pretendía investirse para presidir un gobierno que cumpliera la misión imposible de satisfacer a izquierdas y derechas, el candidato suplicaba el voto de los partidos progresistas, con el argumento supremo de que "la izquierda no suma; los números no dan". Y eso, como suele ocurrir cuando alega un psociata, es una verdad a medias, lo cual, ya se sabe, equivale a una mentira del todo.

Porque, siendo cierto que la izquierda no suma, no lo es menos que suma más que la derecha cerril. Los números sí dan, porque hay en la Cámara 172 votos de progreso, en tanto que el Pp y su franquicia Ciudadanos no registran sino 163. El resto de votos son los del PNV y de DYL, que, siendo sí, de corte conservador, han demostrado no alinearse con el sentido intolerante del partido heredero del franquismo y su acólito circunstancial. El de Cc, el último voto, ni lo cuento, de momento.

Otra cosa es que Pedro Sánchez y su partido abjuren de un principio esencial de la izquierda, un principio que el propio PsoE consagró explícitamente en su histórico congreso de Suresnes, el que allá por el 74, subiera a los altares a Felipe González y su jauría de jóvenes: el principio de la autodeterminación. Lo que ahora llamamos el derecho a decidir que las entonces nuevas juveniles fuerzas psociatas reconocían (sic)"La definitiva solución del problema de las nacionalidades que integran el Estado español parte indefectiblemente del pleno reconocimiento del derecho de autodeterminación de las mismas que comporta la facultad de que cada nacionalidad pueda determinar libremente las relaciones que va a mantener con el resto de los pueblos que integran el Estado español"

Desgraciadamente, ese partido español que arrastra sin congruencia las dignas siglas de socialista y obrero, falta ahora al respeto a sus propias resoluciones. Y su candidato, con su corte de barones y baronesas, se envuelve en la bandera rojigualda -contra la que lucharan hasta la muerte o el sufrimiento tantas nobles personas socialistas de verdad- para denostar todo lo que signifique reconocer a los pueblos un derecho inalienable. El de votar su futuro. Llega a tal punto la cerrazón nacionalista de esta banda de carcamales (mentales, que no cronológicos) que aceptan un programa de derechas, en lo económico, que es lo importante, diseñado por el economista freidmaniano Garicano. Con tal de negar toda posibilidad a los pueblos que gemimos en el estado español, esta banda carpetovetónica psociata está despuesta a que su programa de medidas sociales se diluya y muera por consunción, porque las políticas económicas de Ciudadanos frenarían la recaudación fiscal que produjera los fondos al estado para financiar la educación, la sanidad, las inversiones públicas rentables, la protección a tanta gente desamparada. No es posible, los psociatas lo han probado muchas veces, aplica programas sociales, sin las medidas económicas que proporcionen las perras.

Por eso, aunque Sánchez Castejón nos restriegue por los besos que los votos de progreso no alcanzan los necesarios para llegar al gobierno, está diciendo una verdad  a medias. Es cierto que la izquierda "no suma", pero no lo es menos que, con una actitud de respeto por las fuerzas nacionalistas, se podrían conseguir 186 votos favorables o, al menos, la abstención de 25, con lo que el anhelado gobierno de progreso, sería realidad. Y conste que en mis números, no tengo en cuenta el voto de la aristocrática Oramas, de la coalición empresaria nada canaria. Porque ese voto no hace falta, y, si lo hiciera, se compra con toda facilidad. Están en el Congreso para eso, para venderse. Y que no se insulte la insalla de Cc, porque lo dicen y lo hacen, una y otra vez.

No entienden -dicen, aunque sí que lo entienden muy bien- Sánchez y su tropa, la resistencia de Podemos e IU a apoyar su coyunda con la joven fuerza neoliberal, Ciudadanos, y por formar parte de un gobierno de porgreso. Insisto, esta banda sabe muy bien que no son de fiar. No se puede confiar en sus promesas. En Canarias conocemos de sobra de sus incumplimientos, igual que ha ocurrido en otras naciones del estado, como en Andalucía. Y en el extravagante debate de investidura pudo contemplarse en todo su esplendor las malas mañas psociatas. Le decía Sánchez  a Garzón y a Iglesias y sus grupos: "No se preocupen, las iniciativas que ustedes quieran aplicar, las votaremos con ustedes, sin Ciudadanos" Vaya una manera de ser leal con el otro partido con el que se están amancebando. Pero es que Sánchez estaba haciendo una promesa a sabiendas de que no la piensa cumplir. Y por eso, la gente de Rivera y Garicano escuchaba impertérrita esos cantos de sirena a la izquierda. No les preocupaba. Porque tienen la seguridad de que el PsoE, una vez en el gobierno con Ciudadanos, no haría nada, absolutamente nada, que irrite a los amos del dinero.

Sánchez y su gente piden a otros partidos que hagan lo que la dirección del PsoE hace continuamente: adaptar sus principios a las circunstancias. Pero eso, lo crea o no Susana Díaz, es trampear con su electorado.

No. Los números no dan. No dan para formar un gobierno de izquierda. Pero la causa es que el núcleo de poder del PsoE ha conseguido de nuevo sorprender la buena fe de sus bases y de sus votantes, haciéndoles creer que es de izquierdas un partido que se arrimó al Pp para incorporar un elemento teórico neoliberal en la Constitución; el partido que aplicó la primera reforma laboral, que empezaba la tarea destructora de derechos que luego continuaría la horda ppera; el partido que se ha asociado con el Pp para imponer crueles medidas de austeritarismo; el partido que le juega el agua al Pp con sus pactos antiterroristas que aprovechan para socavar el cuadro de libertades ciudadanas; el partido que ve aceptable y defiende el infernal TTIP, el tratado "de libre comercio" que pone a las legislaciones de los estados a los pies de las multinacionales: el partido, en fín, sedicente socialista, que gritaba aquello de que "bajar los impuestos también es de izquierda".

Por eso tiene razón el candidato alternativo de la derecha, Sánchez. Es cierto que la izquierda no suma. No suma, porque él, Sánchez, no es de izquierdas, más que de boquilla. Y, si no estoy en lo cierto, que lo demuestre. Lo tiene fácil. 186 votos, más el siempre disponible para la venta de Cc, 187. Vaya si darían los números, si Sánchez quisiera formar un gobierno de progreso.

A la llamada de Sánchez al mestizaje, le responde un oyente a la SER, cuyo nombre lamento no haber retenido: "Mestizaje es lo que han heco, el Pp y el PsoE, con los resultados que estamos viendo"

Y te lo diré clarito, Sánchez Castejón: si respetas a Felipe González, es que no lo conoces. O qie eres como él. Por eso, repito hoy lo que grité el día 21 de diciembre: Nuevas elecciones y confluencia de progreso. Más nada.