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viernes, 29 de marzo de 2024 10:20h.

La larga y viperina lengua del genuflexo Clavijo, cuando le tocan sus intereses -por Chema Tante

El genuflexo Clavijo, presidente de Canarias por la poca gracia del PsoE, adopta maneras dulzonas, un meloso estilo de hablar, suavito como un bienmesabe. Pero se le amarga la boca y se le sale la auténtica dureza de su alma, en cuanto cree que alguien le puede estropear sus interesados planes.

La larga y viperina lengua del genuflexo Clavijo, cuando le tocan sus intereses -por Chema Tante

El genuflexo Clavijo, presidente de Canarias por la poca gracia del PsoE, adopta maneras dulzonas, un meloso estilo de hablar, suavito como un bienmesabe. Pero se le amarga la boca y se le sale la auténtica dureza de su alma, en cuanto cree que alguien le puede estropear sus interesados planes.

El genuflexo aprovechó la coyuntura preelectoral para sacarle a la hiena riente Montoro, unos milloncejos, asunto de la historia del IGTE. Y, como es costumbre de su triste coalición empresaria poco canaria, el genuflexo Clavijo inmediatamente buscó la manera de aprovechar en su propio y personal beneficio, y el de sus empresamangantes, ese dinero, que es de todo el pueblo canario.

El genuflexo Clavijo sufre una inestabilidad crónica para ocupar su cargo de presidente del gobierno de Canarias y para seguir mangoneando en su partido. Su silla presidencial depende directamente de los tres escaños gomeros que una ley electoral obtusa le concede al sátrapa Curbelo. Y su mando en plaza coalicionera, depende más directamente todavía, de los caciquillos insulares de su oganización, convenientemente apalancados en los cabildos insulares de otras islas periféricas. De esta manera, contando con la colaboración, traidora a los intereses legítimos de su isla, del trasunto de Melchior en Tenerife, Alonso, el genuflexo Clavijo maquinó desviar el grueso de los cuartos del IGTE hacia esas islas, en detrimento notorio de la equidad, la lógica y la conveniencia de las poblaciones mayoritarias, residentes en Gran Canaria y en Tenerife. Dicho rápidamente, el genuflexo Clavijo pretende reproducir la aberración de una mala aplicación del principio de la triple paridad, para dirigir la mayor parte del regalo electoral de Montoro, hacia islas menos pobladas. Y lo hace, simplemente, para comprar adhesiones.

La presión social y el vendaval de voces que levantaron las intenciones de repartir las dichosas perras favoreciendo a una parte y perjudicando a otra, obligaron al genuflexo Clavijo a cambiar las formas, que no el fondo, de la aplicación de los recursos. Ahora, dice, se trata de que cada institución presente sus proyectos de inversión, y "el gobierno decidirá". Esa es la trampa que el tipo piensa que va a colar, porque en su irrefrenable soberbia, el genuflexo Clavijo entiende que el resto de mortales es tonto de solemnidad.

En tales jugarretas maliciosas, el genuflexo se encontró con la oposición abierta y razonada del presidente del cabildo grancanario, Antonio Morales. Un personaje, por cierto, que puede dar espléndidas lecciones de gestión política, de democracia y de sensatez al genuflexo Clavijo. Pero eso, la fiera corrupia que se esconde bajo la apariencia de bizcochón no puede tolerarlo.

Y se ha atrevido a comparar la resistencia democrática de Antonio Morales, con la de jediondos nazis como Goebbels, citando el archimanido tópico de "la mentira repetida para que se haga verdad". Dice el genuflexo que por mucho que Morales repita sus tesis, no  se harán realidad.

Fuerte josico, el del genuflexo Clavijo. Un tipo que se llena la boca, hablando de diálogo y consenso, pero no escucha a nadie que diga algo en contrario de lo que él, el genuflexo cree que le interesa.

Fuerte josico para hablar de repetir mentiras, cuando él no abandona matraquillas como la del gas o de la "libertad de las empresas, que son las que crean empleo", sabiendo que miente.

Cree el ladrón que todos son de su condición, reza el godo refrán, muy aplicable al caso del genuflexo Clavijo. Miente y miente y vuelve a mentir, para ver si así el gas deja de ser contaminante y tóxico, o si el capitalismo salvaje que le apoya y que él adora, deja de ser el elemento pernicioso que es y empieza a generar empleo y rentabilidad social.

Fuerte josico, sí.