Buscar
jueves, 28 de marzo de 2024 09:57h.

Los cuatro jinetes del Apocalipsis - por Rafa Dorta

De Guindos, Soraya, Montoro y Báñez, anunciando las medidas urgentes de Rajoy, se le parecen a Rafa Dorta a Los cuatro Jinetes del Apocalipsis.
Rueda de prensa PP, De Guindos, Soraya, Montoro y Báñez
Rueda de prensa PP, De Guindos, Soraya, Montoro y Báñez, una foto de Chema Moya en EL PAÍS

Los cuatro jinetes del Apocalipsis - por Rafa Dorta
 

La Victoria

“… San Ireneo y San Juan Crisóstomo sostienen que el arquero montado sobre el caballo blanco es la triunfante propagación del Evangelio; una expansión que triunfa gracias al apoyo político”

 Soraya representa la victoria, pues el gesto altivo con el que dirige a los periodistas su alocución nos dice a las claras que se trata de una persona llena de certezas, con ese tono odioso de niña sabelotodo que aparenta muy bien saber de lo que habla. La superministra de apellido compuesto es directa y clara, no en vano la victoria aplastante del pepé le ha dado alas a su caballo blanco y sobrevuela la comparecencia con soltura, regodeándose en las malas noticias, mientras la lengua ensaliva un regusto sádico cuando al fin ha llegado su momento de gloria. Justo como tantas veces había soñado, ocupando el centro del foco mediático, nos lanza la diatriba bien masticada que el padre político Mariano le ha confiado a su manita derecha, la musa elegida para explicar con suficiencia el tamaño de las tijeras bien afiladas, en un sermón premeditado que lleva la pesada carga de una penitencia necesaria. Los ojos de Soraya expresan bien la lección que hemos de aprender, todo por culpa de ZP, insistiendo en recordarnos: os lo advertimos, ahora tenéis que pagar, eso os pasa por haber sido malos, derrochando como locos, el déficit es peor de lo que creíamos, eso quiere decir que el anterior gobierno nos engañó, y por lo tanto no tenemos más remedio que tomar medidas que no deseábamos, pero la situación es extraordinaria y obliga a tomar medidas extraordinarias y no previstas, como yo, que soy extraordinaria.

 

El hambre

“ Y oí una voz…que decía: Dos libras de trigo por un denario y seis libras de cebada por un denario, pero no dañes el aceite ni el vino”

“ El tercer jinete monta un caballo negro y se entiende generalmente como la hambruna. El jinete lleva un par de balanzas o básculas de pesaje, lo que indica la forma en que se haya pesado el pan durante una hambruna”

 Luis de Guindos, también de buena familia como Soraya, es el flamante ministro de economía en cuyo currículum sobresale el indudable mérito de haber dirigido nada menos que las sucursales portuguesa y española de Lehman Brothers hasta su fundición bancaria en los altos hornos financieros. En un momento del funeral de hoy, también conocido como rueda de prensa para anunciar las decisiones del primer consejo de ministros, qué ganas tenían los mercados, el llamado a perforar agujeros en nuestro cinturón para apretarnos hasta la anorexia, juntó los puños y apoyó su cabeza en ellos, un claro signo de preocupante tensión, se sabe la diana de los dardos indignados. Su ingente tarea no ha comenzado aún, y ya siente la presión de Merkel, de él se espera que haga lo que tiene que hacer, desde un punto de vista técnico, la impecable ejecución del libro de estilo del neoliberalismo, falso salvador del pan prometido ayer para después de la inevitable y próxima travesía del desierto, nos traerá el hambre de mañana, en un bucle nefasto. La austeridad extrema no le sienta bien a la economía, y quizás Luis, como experto economista, lo sepa, pero nos dice que no hay otra salida a este entuerto. La política económica, como dice Don Mariano, debe ser como Dios manda, al igual que todo lo demás. Los designios de Luis de Guindos son inescrutables, incluso para él mismo.  

 La guerra

“ …Entonces salió otro caballo, rojo; al que lo montaba se le concedió quitar de la tierra la paz para que se degollaran unos a otros; se le dio una espada grande”

 Sonríe ladino, Cristóbal Montoro, apellido que le confiere su carácter montaraz; luego, nuestro señor de las haciendas tuerce la boca adquiriendo el rictus sibilino de la hiena, cuando al galopar siente que el viento le regala el olor a sangre fresca y roja como su caballo. El vampiro sediento anuncia la cólera divina bajo el manto celestial del espíritu rajoyista. Guerra, sí, guerra al fraude fiscal, la saña del que comandará ejércitos de inspectores que entrarán en nuestras casas, en nuestras oficinas, en nuestros ordenadores, y harán prisionero al futuro de nuestros hijos, violando la intimidad de nuestras miserias bancarias. Sangre, más sangre para el insaciable Montoro. La voz de conejo doblada en una película de dibujos animados proviene en realidad de un ministro con capa y espada. El justiciero investido por la crueldad del catolicismo recalcitrante, para repartir latigazos a diestro y siniestro en el nombre del señor. Si, los ricos pagarán más, y los demás también lo harán, pero hay algunas diferencias entre la capacidad de resistencia de la clase media que va para pobre y la clase rica que seguirá siéndolo, aunque de momento, Cristóbal está encantado de ser ministro, y seguirá a lo suyo.

 La muerte    

“ El color del caballo de la muerte se escribe como khlôros…en la koiné original griego, que a menudo se traduce como pálida, aunque cenicienta, verde claro, y verde amarillento son otras posibles interpretaciones, en las que el color puede ser gris, verde amarillo pero siempre un color indicando la palidez enfermiza de un cadáver”

 La señora Fátima Bañéz, cuyo apellido evoca la higiene doméstica, está pálida y amarillenta como la muerte anunciada de muchas prestaciones sociales básicas. La alta funcionaria no pestañea ni siquiera al verse recién aterrizada en el ministerio del desempleo. Con ella estrenaremos cosas nunca vistas hasta ahora en el moribundo estado de bienestar, reformas laborales de gran calado, salarios congelados, liberalización progresiva del despido, pero todavía no las han anunciado todas, ni mucho menos, esto es sólo para abrir boca, y que no se nos atraganten las doce uvas, las doce campanadas del patíbulo donde ahorcarán los servicios públicos. Esta mujer fría y distante recuerda la sobriedad germánica, con esa especie de cabreo contenido, un cierto aire de abuela tierna que te espera con los pastelitos calientes en su casita del bosque, y que en realidad es el lobo disfrazado, que te sorprende sacando los colmillos y para cuando reaccionas intentando defenderte, ya es demasiado tarde. Es capaz de acabar con sus adversarios a dentelladas e inmediatamente después presentar su imponente seriedad, limpia y recatada, al fin y al cabo debe ejercer de mujer en el universo machista de la derecha.