Buscar
viernes, 29 de marzo de 2024 10:20h.

Neblinas parlamentarias con relentá - por Nicolás Guerra Aguiar

Aunque siempre queda el torpe consuelo de que otro parlamento autónomo – en este caso, sobre diecisiete- es aun más opaco, turbio, sombrío y velado, la verdad es que el de Canarias sigue a la cabeza en esto de la lejanía o lontananza respecto a los ciudadanos.

Neblinas parlamentarias con relentá - por Nicolás Guerra Aguiar

   Aunque siempre queda el torpe consuelo de que otro parlamento autónomo – en este caso, sobre diecisiete- es aun más opaco, turbio, sombrío y velado, la verdad es que el de Canarias sigue a la cabeza en esto de la lejanía o lontananza respecto a los ciudadanos.

   No obstante, es posible que el Parlamento canario no mantenga por sí mismo su condición de mastaba o tumba egipcia alejada del mundo exterior, sino que sea a causa de fenómenos naturales dada su proximidad física al veril isleño. Trataríase, entonces, de que la propia condición costera influiría en la tal “poca transparencia”, denuncia que realiza una organización tras estudiar aberturas y cerrazones de los parlamentos españoles. Porque el de Canarias ocupa el puesto número dieciséis en umbríos comportamientos o, lo que es lo mismo, el decimosexto en lo que llaman el ranquin (que no ranking), aunque frente al anglicismo prefiero las voces españolas lista, clasificación o escalafón. 

   En efecto. Aunque el DRAE no reconoce la voz relentada (sí “relente”), el DBC de la Academia Canaria de la Lengua la identifica en Fuerteventura y Gran Canaria como ‘humedad de que está impregnada la atmósfera por la noche’. La relentada (en el habla canaria generalizada se reduce a relentá) parece que es algo influyente en tal ausencia de translucidez, limpidez o claridad del Parlamento canario. Irregularidad atmosférica que  además afecta a la Comunidad balear, isleña, colocada en el escalafón anterior a la canaria. (Dudoso honor también, dicho sea de paso, quizás influencia de aquellos mapas de mi Bachiller y Universidad que colocaban a Canarias al norte de África y al sur de Baleares aunque, eso sí, separadas por líneas horizontales, ubicación que anularía Don Alcalde en su etapa de ministro de Educación.)   

   Pero, claro. Como los fenómenos atmosféricos son influyentes a causa de alisios, contralisios, panzas de burro, contaminaciones santacruceras de la refinería (impactante el olor en Palmétum), ventiscas e, incluso, nos cubren de cuando en cuando con calimas sajarianas, las instituciones deben protegerse de todos aquellos elementos externos capaces de alterar la connatural pachorra insular, o insulariega. La cual, dicho sea de paso, ya fue motivo de consideración en agosto de 1910, cuando don Miguel de Unamuno describe su arribada al puerto de Santa Cruz de Tenerife, a donde llega en barco procedente de Gran Canaria. Que nada más desembarcar viera un camello lo llevó a considerar aquel primer encuentro con el animal como “un omen, un agüero”. Y ya en Santa Cruz empezó a impacientarle la lentitud de la gente isleña: como efecto inmediato le impactaron la soñarrera, la modorra, el aislamiento.

   Porque gracias a la connatural protección del Parlamento de Canarias frente, digo, a muy perjudiciales relentás que pueden afectar a las estructuras óseas de sus señorías y transformarse en artritis, artrosis, reumas, osteoporosis, escoliosis, osteonecrosis y otras más con sufijo osis o prefijo osteo, los señores parlamentarios pueden sentirse seguros frente a todo lo que llega de fuera, incluidas innaturales curiosidades  de la masa ciudadana, chismosa y alcahuetera por ignorante. Porque, vamos a ver: ¿qué le importa a un ciudadano que paga sus impuestos a Hacienda, el IGIC en las facturas, a quien le deducen en sus nóminas…  lo que se hace con el dinero en sus distribuciones? ¿Qué envidia, ignorancia, metementodo, lo lleva a querer saber cuántas intervenciones de rigor, seriedad y científicos análisis tiene, por ejemplo, aquel ignoto parlamentario, y en qué temas de trascendental importancia, razones o sinrazones por los que ingresa unos cuantos miles de euros? ¿Qué interés, sino el morboso, se les sigue a quienes desean saber sobre intervenciones de algunas señorías, tan prudentes ellas que no dicen ni tan siquiera esta boquita es mía? ¿A qué vienen machacones y perjudiciales intereses para el ritmo cardíaco ajeno saber lo que cobra el señor presidente de la Cámara? ¿Es que alguien trabaja gratis? ¿Verdad que no? Entonces, ¿para qué quieren conocer de los miles de euros mensuales que figuran en su nómina?

   Tampoco es importante que sepan cómo se distribuyen lo sueldos de sus señorías, qué hacen varios parlamentarios para merecerse un sueldo bruto mensual de 3.929,74 euros, complementos mensuales aparte según cargos, o en los meses de junio y diciembre un aumento de 1.914,87 euros, lo cual hace una nominilla de 5.844,61, la media de un obrero. Y si hay unos ingresos aproximados de 21.000 euros anuales que no sufren –parece- los impactos de las retenciones de Hacienda (como sí se las impusieron los señores diputados asturianos), ¿qué son tales nimiedades sino eso, insignificancias, pequeñeces, partículas inoperantes, microcosmos en el amplio Universo? ¿Y el coñazo que es aguantar a aquella señoría cuando entra en detalles minuciosos de proyectos, presupuestos, estudios, si a fin de cuentas no valen para nada porque la orden es votar en contra de tales propuestas?   (¿Que parlamento es lugar donde se parlamenta? ¿Que parlamentar es intentar ajustar propuestas para el bien común? ¡Vaya hombre! ¡Ya salió el enterado! ¡Tolete, sanaca, rabuja intelectual!)

   Así que, en definitiva, ni portales informáticos ni puñetas. ¿Qué se creen? ¿Qué tienen derecho a saber? Que vean los informativos cuando hay sesiones plenarias: ¡Qué rigor, qué orden, qué silencio, qué armonías, qué destrezas, qué conciliábulos, qué oratorias, qué intríngulis lingüísticos, qué serenidad mientras algunos cabecean!

   ¿Que hay contradicciones en los mismos partidos con planteamientos de los mismos temas en otras comunidades? ¿Que en Canarias A siempre será A aunque el mismo contenido siempre es B en Baleares? Es obvio: las filosofías políticas siguen los pasos de escuelas filosóficas. Por tanto, nadie está en posesión de la verdad. Y, mucho menos, cuando toca defender algo en lo que no se cree o, al menos, así refleja alguno en su rostro. Y ya no digo cuando no es que aquella señoría no crea en lo que defiende, sino cuando no tiene ni puñetera idea de lo que dice. Aunque siempre dice, pues la nómina no se puede perder.   

También en:

http://www.infonortedigital.com/portada/component/content/article/29937-neblinas-parlamentarias-con-relenta