Francisco Morote, de Attac Canarias, señala en NUEVA TRIBUNA este artículo de Alberto Gómez Vaquero, que comenta los deplorables perjuicios para la convivencia que se derivan del conflicto entre el estado español y el soberanismo catalán. Un texto con el que yo, Chema Tante, independentista canario confeso y, por tanto, defensor del derecho a la autodeterminación, comulgo completamente. No voy a ocultar la responsabilidad que les cabe a ciertos elementos independentistas catalanes, en esta situación de obcecación. Ni lo oculto ni lo justifico. Pero creo que es de justicia recordar que las agresiones se iniciaron por parte del nacionalismo español. Concretamente, este episodio empezó con el derrumbe de un Estatut aprobado con todas las bendiciones democráticas, y se ha seguido con una larga serie de provocaciones. Por parte del soberanismo catalán se ha mantenido una actitud pacífica, muy diferente del talante del "a por ellos". Eso, insisto, no puede justificar algunos brotes de agresividad. Pero son aislados y, desde luego, no permiten tachar a la lucha soberanista catalana de violenta. Sin embargo, es de lamentar mucho la espiral de incomprensión que se está produciendo entre gente catalana y gente española.