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viernes, 29 de marzo de 2024 08:39h.

La Autovía Exterior no es la solución (y lo saben) - por Fernando Sabaté

fernando sabatéEl pasado 27 de mayo Podemos planteó al Pleno del Cabildo de Tenerife vía moción la necesidad de suprimir del planeamiento la llamada Vía Exterior, así como el Plan Especial de Ordenación del Sistema Viario del Área Metropolitana (PTEOSVAM) en el que se inserta ese proyecto de nueva Autopista de cuatro carriles.

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Fernando Sabaté y representantes de asociaciones y plataformas en la zona afectada por la Autopista Exterior.

La Autovía Exterior no es la solución (y lo saben) - por Fernando Sabaté, portavoz del Grupo Insular de Podemos en el Cabildo de Tenerife

El pasado 27 de mayo Podemos planteó al Pleno del Cabildo de Tenerife vía moción la necesidad de suprimir del planeamiento la llamada Vía Exterior, así como el Plan Especial de Ordenación del Sistema Viario del Área Metropolitana (PTEOSVAM) en el que se inserta ese proyecto de nueva Autopista de cuatro carriles. Podríamos repasar muchas razones que aconsejan esa medida: la destrucción de suelos agrícolas (los mejores de Canarias y de toda esta zona del Planeta); el paisaje que afecta en zonas de alta calidad ambiental (con una extraordinaria diversidad de variedades cultivadas de cereal y de avifauna); el riesgo de urbanización asociada que conlleva toda nueva vía, el riesgo de decadencia y abandono del sector primario (en una zona donde, a pesar de todas las dificultades, se mantiene una agricultura viva gracias al tesón de agricultores y ganaderos). Pero prefiero centrarme en una sola idea: todo ese destrozo ambiental y social serviría de bien poco. La Autopista Exterior no resuelve ninguno de los problemas esenciales cuya solución se le atribuye.

Aprobado en 2006, el PTEOSVAM se gestó en el periodo de máxima expansión de la burbuja financiera e inmobiliaria. ¿Qué pasaba en nuestra tierra aquellos años? Un estudio de la empresa pública GRAFCAN refleja que entre 1987 y2002 el suelo edificado en Tenerife creció un 150 por ciento: en quince años se había urbanizado una superficie equivalente a la mitad de la ocupada durante los cinco siglos anteriores. Ésa es la media insular, pero municipios turísticos del Sur, como Arona y Adeje, alcanzaron niveles de expansión edificatoria del 272 y 295 por ciento (multiplicaron por 2,7 y casi por 3 el suelo urbanizado). Las grúas presidían el paisaje y la concretera giraba a toda velocidad en buena parte de la Isla, pero sobre todo en la comarca meridional. Eso explicaba que una cantidad muy significativa de personas trabajadoras se desplazaran cada día desde el Norte y el área capitalina hacia el Sur turístico, cuyo mercado de la construcción ejercía de potente imán.

En una etapa de relativa bonanza económica esos desplazamientos diarios se verificaban en coche privado. Entre 1997y 2007 aumentaron un 65,8 por ciento: cada año se sumaron a las carreteras de Tenerife un promedio de 27.611 nuevos automóviles. El año en que se produjo el ‘pinchazo’ de la burbuja, Tenerife alcanzó la cifra de 804 vehículos por cada mil habitantes; muy superior a la media española (593), a la de Alemania (572) o a la de Estados Unidos (797).

Los colapsos en la Autopista del Norte estaban a la orden del día. Y en lugar de resolverlos como en los países que racionalizan la movilidad (mejorando el sistema público de guaguas, incentivando que la gente comparta coche, resolviendo mejor los enlaces, entre otras medidas sensatas), las autoridades insulares prometieron nuevas autopistas y unos trenes que iban a arreglar todos los problemas, sin explicarnos su impacto territorial ni su disparatado coste (medio billón –con ‘be’ de burrada– de las antiguas pesetas). Aquello, evidentemente, no pudo ser. Hoy volvemos a tener un gravísimo colapso en la Autopista del Norte, pero por razones en buena parte diferentes.

¿Qué cambió en la última década? La quiebra del sector inmobiliario y la crisis económica conllevaron una ralentización casi absoluta de la construcción. El flujo laboral Norte-Sur motivado por ésta prácticamente desapareció. Por su parte, el imparable crecimiento de visitantes generó muy poco empleo adicional; para muchas personas que trabajan en los servicios asociados al turismo los bajos salarios no compensan el largo desplazamiento diario, y por eso procuran fijar su residencia en el Sur. Otro factor: la construcción del tramo Icod-El Tanque del anillo insular, y la práctica culminación del segmento entre Adeje y Santiago del Teide, han modificado ya el modelo de desplazamientos. Aún sin completar definitivamente el cierre del anillo, un volumen muy significativo de los viajes por motivos laborales –u otros– entre el Norte y el Sur se llevan a cabo ya por el oeste de Tenerife. El límite a partir del cual la opción preferente es esta última se sitúa ahora aproximadamente en Los Realejos. Es razonable esperar que cuando esté en uso el costoso túnel de Erjos, este límite se desplace bastante más, alcanzando a la comarca de Acentejo.

Las colas que sufren miles de personas cada madrugada en la TF-5, perdiendo tiempo, derrochando calidad de vida, contaminando más de lo necesario, no las va a arreglar ninguna nueva Autopista que circunvale el Área Metropolitana. Esto es así porque la mayor parte de ese flujo va precisamente al Área Metropolitana. La solución vendrá por otro lado: un carril exclusivo para guaguas y vehículos de alta ocupación, que incentive el cambio hacia otro modo de transporte más solidario y eficiente, propio de una Isla limitada y frágil. Las condiciones socioeconómicas no son las mismas que a comienzos de la pasada década. Los objetivos, en consecuencia, deben ser otros.

Los tres viejos partidos –CC, PSOE y PP– que llevan todos estos años alternándose en el poder rechazaron la moción de Podemos. Pero les obligamos a mover ficha: aprobaron paralizar cualquier iniciativa relacionada con la Autopista Exterior durante al menos cinco años. El avance es claro aunque, por completo, insuficiente. Desde Podemos seguiremos argumentando y trabajando para eliminar de una vez ese disparatado proyecto territorial. Tenemos además la convicción de que la ciudadanía tinerfeña más activa también empujará en esa dirección, como viene haciendo en las últimas décadas.

 

* En La casa de mi tía por gentileza de Fernando Sabaté