La ayuda canaria a la dependencia - por Erasmo Quintana *

La dignidad y grandeza de un pueblo se refleja en la distribución equitativa de la riqueza que se genera en el interior, y cuando hay justicia en el cuerpo social, recibiendo quienes lo necesitan: enfermos y personas mayores dependientes lo indispensable para una vida normal. También podemos llamar grande a un pueblo cuando éste honra y venera como es debido a sus mayores. Cuando nos dicen que somos un país moderno, que nuestras leyes funcionan, que todo es mejorable pues pertenecemos a una las naciones del primer mundo desarrollado y altamente civilizado, me pregunto dónde tienen la cabeza estos políticos que nos gobiernan: antes Coalición Canaria durante un montón de años, y ahora con PSC-NC-ASG-SPC.

Es Canarias de las regiones turísticas más importantes de la nación; y curioso, no nos dan cifras contrastadas del volumen de riqueza que genera, aunque lo sabemos (15.000 millones de euros al año por turismo en Canarias), y si se queda aquí el pastel o vuela como las golondrinas. Se sabe que somos la segunda o tercera Comunidad donde más ha crecido el número de visitas turísticas en los últimos tiempos, alcanzando cotas inimaginables. Pues bien, toda la bonanza económica que genera no ha tenido su reflejo en el personal que trabaja en el sector (pongamos las camareras de pisos) y en última instancia la ciudadanía. Por poner un ejemplo incomprensible, sigue estando Canarias a la cola en las prestaciones a la dependencia.

Trece años hace de la aprobación de la Ley de Dependencia de Canarias (Ley 39/2006 de 14 diciembre), y a pesar de que en años inmediatamente anteriores de la actualidad se ha producido un tímido acelerón en su aplicación, todavía ocupa el último lugar en el ranking de las restantes Autonomías. Somos la que en 2019 menos personas dependientes se han atendido, sobre 2.967, un 21,4 % superior respecto del año anterior, llegándose hasta los 16.852 beneficiarios, pero pírrico incremento que contrasta con los 13.911 que aguardan todavía una respuesta de la Administración, y que supone la mayor lista de espera de la nación. Ojo, esto no lo decimos nosotros, son las conclusiones que ha hecho públicas la Asociación Estatal de Directoras y Gerentes de Asuntos Sociales (AEDGAS), al publicar su informe anual del Observatorio sobre Dependencia, en el que hace balance de la primera década del texto legislativo. En el mismo informe es de destacar que a nivel de nación, en los últimos cinco años 150.000 dependientes con derecho reconocido fallecieron sin haber llegado a percibir prestaciones o servicios a los que tenían derecho, es decir, 90 personas cada día.

En cuanto al personal que genera esta atención personalizada a la dependencia, es significativa su insuficiencia, por lo que sería conveniente que aumentase, cosa que por último se vería mejorada la empleabilidad en Canarias, donde la tasa de paro es aún de las más elevadas del país, con un 24,5 %. Los entendidos calculan que 44,4 millones de euros retornarían a las arcas públicas a través de las cotizaciones a la Seguridad Social e impuestos del IRPF, o el IGIC canario, lo que demuestra que el gasto que se hace en dependencia no lo es tanto, ya que tiene su retorno, en parte, generando de por medio una situación de riqueza, al tiempo que bienestar social.

Con el sombrío paisaje que se dibuja en nuestra Comunidad Autónoma Canaria, gobernada por políticos (profesionales) que, precisamente, no se significan como gente sensible al dolor ajeno; al final de cada jornada diaria, ante la situación que padecen personas mayores abandonadas y vulnerables, ¿es para irse a la cama a dormir a pierna suelta, como cuando se va con la conciencia plena del deber cumplido con estos ancianos enfermos o personas dependientes de todo lo necesario para una vida digna? El verdadero y efectivo camino del hombre a la civilización fue cuando desarrolló el sentimiento de culpa. Están pues nuestros mandatarios -ello es evidente- instalados en el camino opuesto al avance humano. Amigas y amigos, díganme: ¿opinan que a estos políticos que en la actualidad nos gobiernan, en algún momento les asaltará el sentimiento de culpa por su inacción? Ustedes tienen la palabra, y la respuesta.

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Erasmo Quintana