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viernes, 29 de marzo de 2024 08:30h.

“¿Espionaje anglo-judaico en Canarias?" El ideario fascista del historiador Rumeu de Armas durante la Segunda Guerra Mundial - por Agustín Millares Cantero

 

FRASE MILLARES

“¿Espionaje anglo-judaico en Canarias?" El ideario fascista del historiador Rumeu de Armas durante la Segunda Guerra Mundial - por Agustín Millares Cantero, historiador *

La hipocresía de cuantos proclaman que los historiadores de izquierda “politizamos” la Historia, mientras los de derecha constituyen un modelo de “objetividad” a prueba de bombas, sigue cultivándose en no pocos terruños a estas alturas. Es un tópico de larga tradición y bastante trillado, que se parece tanto a la verdad como un esquimal a un hotentote. Aquí voy a referirme a un exponente muy cualificado que demuestra, sin fisuras de cualquier índole, hasta qué punto la ideología reaccionaria condicionó uno de los títulos capitales de la historiografía insular. 

rumeu de armasEl profesor Antonio Rumeu de Armas tituló el epígrafe III del capítulo XIV de Piraterías y ataques navales contra las Islas Canarias (Madrid, 1948), con esta reveladora pregunta: “¿Espionaje anglo-judaico en Canarias?” Por el prólogo, fechado el 13 de junio de 1945, suponemos que esta capital monografía tuvo que ser elaborada fundamentalmente durante el ecuador de la Segunda Guerra Mundial, cuando el nazifascismo aún parecía victorioso y el discurso patriotero e “imperial” del régimen era más exaltado e imponía su yugo (y sus flechas) sobre las investigaciones autorizadas en la piel de toro.

 

canarias guerra mundial

 

csic opusAnglofobia, antisemitismo y antimasonismo resultan tres claves omnipresentes en una obra que tanto agradó a los supernumerarios y numerarios del Opus Dei, galardonada y publicada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, plataforma de los discípulos de Josemaría Escrivá de Balaguer desde 1940. Las siete páginas del referido epígrafe, el de mayor calado ideológico entre los tres tomos en cinco volúmenes, albergan un excelente compendio del repertorio ultramontano de la España oficial. Ya el primer párrafo nos ofrece toda una declaración de principios:  

“La organización judaica internacional, en íntima alianza con la masonería y el protestantismo para abatir el poderío de España y de su rey Felipe II -brazo armado del catolicismo contra todos sus enemigos-, fue una de las más poderosas fuerzas secretas del siglo XVI, que ejerció un maléfico influjo en la Europa conturbada de los albores de la Edad Moderna, y que Inglaterra supo captar en su provecho, como medio auxiliar de espionaje y arma temible enroscada, como la yedra, en el árbol añoso de las naciones católicas”.

conspiración judeo masónicaEl joven historiador dio pruebas de haber asimilado a la perfección las enseñanzas del nacional-catolicismo y de acomodarse a sus concepciones “historiográficas”. Las manos negras de las Internacionales Judaica y Masónica, nos viene a decir, se confabularon ¡en pleno siglo XVI! contra el gran paladín de la Iglesia católica, en estrecha coyunda con protestantes de cualquier secta. De este complot sacó tajada la Pérfida Albión, potencia maligna, a través de drakeinformantes bien emboscados. Las tres formaciones empeñadas en destruir la catolicidad desde Inglaterra (judaísmo, masonería y protestantismo), parecen un trasunto de las obsesiones del gobierno dictatorial por los enemigos exteriores, los agentes del famoso “contubernio judeo-masónico-comunista”, al dictado de las maniobras soviéticas (el “oro de Moscú”).

FRANCO MASONERÍA

franco himmlerLas visiones conspirativas, inmersas en la interpretación paranoica del ayer, condicionaron en realidad todos los análisis del tinerfeño laureado por la mafia blanca. Es muy sintomático que el futuro presidente de la Real Academia de la Historia enfocara el Quinientos desde la óptica del Novecientos e incurriese en monumentales anacronismos, al rebufo de los frenesíes implícitos hacia el Eje y las sobreentendidas censuras frente a los Aliados. Según su lectura de la política mundial de aquel entonces, España fue la “nación” que más sufrió “las acometidas del judaísmo internacional”, desvelando pretendidamente la Academia “esta oculta y solapada táctica” y “su tupida red de espionaje por todas las rutas del Imperio hispánico”.

judaismo internacionalMANIOBRAS MASÓNICAS

WALTER BENJAMINLos testimonios sobre el antisemitismo gubernamental abundan en España al arrancar la década de los cuarenta. Hasta 1943 las autoridades franquistas solían devolver a la Gestapo a los judíos que llegaban hasta su territorio; recuérdese que Walter Benjamin se suicidó en la frontera española ante el temor de ser entregado a los nazis. La Falange Española Tradicionalista y de las JONS elaboró incluso listas de gente judía con destino a posibles deportaciones.

FALANGE Y JUDIOS

JUDIO INTERNACIONALMultitud de textos para la docencia estaban plagados de prejuicios antisemitas, aunque tuvieran una base religiosa y no racial. Aparte de los Protocolos de los Sabios de Sión, otros títulos de esta literatura alcanzaron varias ediciones, como El judío internacional del magnate estadounidense Henry Ford (la 9ª en Barcelona en 1942). El ataque generalizado al criptojudaísmo alimentó también la persecución de los opositores reales o imaginarios, trazada desde el 1 de marzo de 1940 por la “Ley para la represión de la masonería, comunismo y demás sociedades clandestinas”. En este ambiente redactó las Piraterías el señor Rumeu, personaje muy identificado con los valores del 18 de Julio.

LEY MASONERÍA

Un tema tan peliagudo como el escogido se prestaba, desde luego, a la contaminación política en aquella coyuntura. Las pruebas que el autor suministra para fundamentar la SPELLMANWILLIAMS THOMAS WALSHgigantesca maquinación antiespañola del “judaísmo internacional”, proceden ante todo del historiador norteamericano William Thomas Walsh, admirador del Caudillo y ferviente católico de la cuerda de monseñor Francis Joseph Spellman, cuya biografía de Isabel de España (Burgos, 1937) tuvo un gran éxito al coincidir con la mentalidad nacionalera del franquismo. Otra de sus creaciones biográficas, la que dedicó a Felipe II (Madrid, 1943), será precisamente la guía que utilizó Rumeu. Esa conjura de “la organización judaica internacional” tuvo por cabecillas principales a lusitanos o españoles repartidos por Europa tras la expulsión. Aquí desplegó el isleño radicado en Madrid, amparado en Walsh y por ende en el judeo-británico Cecil Roth, los profundos sentimientos antisemitas que abrigaba por entonces.

FELIPE II WALSH

felipe IILa supuesta Internacional mercantil y financiera de los marranos o conversos portugueses actuó desde Flandes por medio del “rey de las especias”, Diego Mendes, promotor de “un sindicato” convertido en “verdadero trust”. Uno de sus yernos, José Nasí, “cabeza del judaísmo internacional”, marchó al Imperio Turco “como agente de los calvinistas de Amberes” y ante el Sultán desarrolló su política contraria a Felipe II al frente del “partido judío”, animando la sublevación de las Provincias Unidas.

antonio de portugalApoyada por la Casa Mendes se estableció en Londres la familia vallisoletana de los Añes, que financió la lucha antiespañola de don Antonio de Portugal, prior de Crato. “Los judíos afincados en Inglaterra – dice Rumeu – hallaron en el protestantismo el mejor disfraz para sus perniciosas actividades y alentaron al mismo como medio de combatir a España”. Entre tales criptojudíos descolló la prole de Jorge Añes, repleta de espías entregados a los ingleses para “abatir al catolicismo”. El médico Rodrigo Lopes, esposo de Sarah Añes, gozó de la protección de ministros y favoritos de Isabel I y articuló el enlace con los Mendes. Su colega e íntimo Héctor Nuñes encabezó la comunidad marrana en la ciudad del Támesis y dos de sus parientes, Bernardo Luis en Madrid y Jerónimo Pardo en Lisboa, fueron decisivos en las tramas de este fantasmagórico espionaje judaico.

SINAGOGA SATÁNICALa colaboración brindada a los adversarios del Imperio de Felipe II por unas cuantas sagas judeoconversas oriundas de Portugal y Castilla, nutridas por grandes burgueses de la época con lazos de parentesco, se transformó bajo precondicionantes ideológicos en la confabulación urdida por una especie de Internacional de la Sinagoga Satánica, muy del gusto del racismo fanático de siempre. Ningún dato corrobora, por supuesto, la complicidad de la masonería en semejante entramado tenebroso, pero mentando a “los enemigos de España” era muy natural que Rumeu incluyese a los masones entre dichos conjurados.

elías serra rafolsUna marcada sensibilidad policial de naturaleza retrospectiva presidió el espíritu de nuestro paisano al acometer su voluminoso estudio, intitulado por el profesor Serra Ráfols irónicamente “Todo lo que yo sé de Historia de Canarias”. ¡Y menos mal que tuvo la prudencia de no referirse a criptomarxistas en el Siglo de Hierro, lo cual habría sido el colmo de las aberraciones anacrónicas! Claro que, ante la concienzuda tarea del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo, ambas cosas estaban ligadas en el imaginario ultra, y la propaganda franquista aireó con denuedo la condición judía de Marx y de otros “demonios” que inspiraron a los pérfidos “antiespañoles”. 

Al encarar la interrogante con la que rotuló el epígrafe en cuestión del tomo II, Rumeu da por sentado que las Islas no pudieron escapar “a esta acción solapada de vigilancia”, pues eran el “centro político del globo”. No obstante, admite la falta de “pruebas inconcusas” sobre la misma, presentándose apenas “suficientes indicios para darla como segura”. En el tomo I había ya ilustrado que Héctor Nuñes armó la expedición de Bartolomeu Bayón a Melenara en 1571, enfocando además las funciones mercantiles e informativas de un Jofre López o de un Enrique Núñez, judíos lusitanos o españoles al servicio de firmas inglesas.

thomas nicholsEste último llegó a ser factor de John Hawkins en Berbería y mantuvo asidua comunicación con Pedro de Ponte. Movido por la “extrañeza” que le produjo la actuación de aquel dúo en el Archipiélago, Rumeu se inclinó por responder afirmativamente a la pregunta inicial. Es más, extendió la certificación de espías a un buen número de súbditos ingleses de fe protestante, empezando por el célebre y desdichado Thomas Nichols. Los “indicios” de las Piraterías sobre la repercusión en Canarias del “influjo maléfico” programado por el “judaísmo internacional”, aliado con la corona de Inglaterra, son así extremadamente endebles, limitándose a escasos individuos y episodios mal documentados. Mucho ruido para tan pocas nueces.

            La evidencia de semejante incuria obligó a Rumeu a disentir de su admirado Walsh. El biógrafo de Felipe II, “con todo el peso de su autoridad”, exageró sin embargo la fuerza del judaísmo en las Islas, a partir del “caso aislado” del aventurero portugués Antonio Fernández Carvajal. Según el escritor estadounidense, “la industria del vino y del azúcar (sic), e incluso la recaudación de las rentas reales, estaban en manos de los marranos”. Al expresar su discrepancia, el isleño lo hizo con todas las cautelas del mundo, deteniéndose en clarificar lo que se entendía por este apelativo.

Si los marranos, concluye, eran “aquellos que, aferrados al judaísmo, carecen de nación y de patria, comulgan con su religión y viven guiados por un afán proselitista y de ayuda mutua”, entonces en Canarias nunca los hubo, proclamó Rumeu en este alegato. Sus adoradas peñas quedaron inmunes al contagio de “las más poderosas fuerzas secretas del siglo XVI”, aunque no faltasen unos pocos extranjeros comprometidos con ellas. De esta forma, no existió “verdadera influencia judaica” y mucho menos cooperación de sus naturales en cualquiera de las empresas del espionaje inglés o francés; “si acaso, a los moriscos de Lanzarote y Fuerteventura tan sólo cabe achacar alguna connivencia con los moros de la vecina costa africana”, matiza a continuación.

Igual que los indígenas, los descendientes de los conversos aceptaron con júbilo “la verdadera religión”, así que “la unidad católica fue absoluta, sin el menor resquebrajamiento”. Líneas antes había admitido “cierto influjo” del judaísmo en las costumbres o prácticas mosaicas perseguidas por los inquisidores, pero al final del epígrafe la homogeneidad religiosa quedó en primer plano. No podía ser menos, señalo por mi parte, en “La Covadonga” de la Nueva España, desde la que salió “el libertador” elegido por la Providencia para reponer el Imperio español y servir de paladín a la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. 

Muy contados han sido los textos de Historia insular donde la politización llega a cotas tan altas como en las Piraterías, cuyo último volumen acabó de imprimirse en 1950. Su autor no introdujo en adelante objeción alguna que cuestionara, siquiera tangencialmente, las proposiciones inscritas de lleno en el fascismo que había abanderado. Las pautas ideológicas del franquismo están omnipresentes en un intelectual que, rompiendo con la línea de los historiadores canarios del XIX, justificó en todo momento las actividades de la Inquisición, los mejores baluartes de las esencias patrias, y aplaudió de forma entusiasta a Felipe II, “único campeón del catolicismo contra la herejía” (final del epígrafe II del capítulo XXV).

franco centinela de occidenteEl lenguaje ultranacionalista del golpe militar contra la legalidad republicana se filtra con frecuencia en los relatos de los siglos XVI y XVII, como ocurre al plantearse, quien fuera a la sazón catedrático de la Universidad de Barcelona, la amenaza del “separatismo disolvente” para explicar la crisis de 1640 (inicio del epígrafe I del capítulo XXX). Los monarcas españoles enfrentados al protestantismo recuerdan a menudo al postrer Centinela de Occidente que salvó a España del “peligro bolchevique”. Todos los mitos asociados a la Hispanidad aparecen una y otra vez en torno a la proyección americana del Archipiélago. Los planteamientos de Rumeu fueron atemperándose con el transcurso de los años, aunque preservaron muchas de sus señas de identidad envueltas en un conservadurismo a ultranza.

Las Piraterías del doctor Rumeu constituyen un monumento de primer orden en la historiografía retrógrada española y, desde luego, su más cabal expresión dentro de la isleña. Los elementos del discurso fascista no son en ellas adjetivos, sino sustantivos en toda línea. Lejos de representar un ingrediente anecdótico, suponen un hilo conductor que impregna por activa y por pasiva todas las elaboraciones de fondo. Entusiasta de la dictadura franquista, Rumeu rindió culto a la panoplia de los tópicos seudo científicos del inventario nacional-católico y se convirtió en uno de sus mayores paladines durante los años cuarenta del pasado siglo.

Quienes pretendan justificar esta nítida adscripción acudiendo a los arbitrios de las circunstancias, mostrándose benevolentes con los “pecados de la juventud”, estarán enmascarando la realidad y haciéndose cómplices de tapaderas falaces. También ellos vendrán a “politizar” la Historia en grado superlativo prestándose a componendas ridículas, trufadas a menudo con intereses bastardos. Muy interesante sería que algún joven investigador de estas tierras profundizara en los puntos que esbozo y nos brindase un tratamiento metódico de estas y otras materias adjuntas. Ningún historiador “de izquierdas”, que yo conozca, ha llegado tan lejos en la manipulación o retorcimiento de las fuentes como el “de derechas” al que ahora me he referido. Sigan tomando nota los exégetas de “la objetividad” que aún perduran.

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Agustín Millares Cantero

AGUSTÍN MILLARES CANTERO RESEÑA