Gaspar Cabrera Viera, Una víctima más en manos de los fascistas, en Gran Canaria (II) - por Micaela Sagaseta Paradas
Gaspar Cabrera Viera, Una víctima más en manos de los fascistas, en Gran Canaria (II) - por Micaela Sagaseta Paradas *
Mientras tanto, ¿qué fue de los masones en la España de Franco, hicieron el mismo papel que los judíos de la Alemania de Hitler?" (Gaspar Cabrera fue miembro de la Logia Masónica Andamana, al igual que su hermano Cristóbal, capitán de la marina mercante).
Parece que Franco, antes de su marcha , que hizo en el avión que desde hacía varios días le esperaba en el aeropuerto de Gando, avión que había sido contratado en Inglaterra para un supuesto viaje turístico, anticipó, que con la cooperación del Teniente Coronel Jurídico, Sr. Martínez Fuset, que estaba excedente por haber opositado y ganado una plaza de Notario en Tenerife y que se había ofrecido a acompañarle en su viaje, en su momento dictaría una Ley declarando delictiva y con efecto retroactivo, la masonería y a todos sus afiliados pasados y futuros.
Según las noticias recibidas, en la Península, en Cádiz, Sevilla, Málaga, Valladolid, Burgos, Salamanca, Badajoz, etc. los que cayeron en manos de los militares o falangistas, fueron fusilados sin más trámites. En Las Palmas, una vez conocidas, las listas que se recogieron el primer día en un asalto a la Logia, dadas las personalidades que en ellas figuraban, como D. Enrique Cuenca, Capitán de la Guardia Civil, Comandante de Infantería D. Manuel Escribano, Capitán del mismo cuerpo D. Francisco Pérez Pérez, muchos marinos, médicos, abogados de prestigio, prácticos del Puerto, empleados de cierta categoría, etc. prefieren esperar la ley prometida. Pero algunos no estaban conformes con tan larga espera, por lo que, aconsejados por el Cónsul de Italia, decidieron hacer lo que se hizo: OBLIGAR A TODOS LOS MASONES SIN DISTINCIÓN DE CLASE NI EDAD, A TRAGARSE EN PLENA VíA PÚBLICA, UN GRAN VASO DE ACEITE DE RICINO, COMO SEGÚN EL CÓNSUL CONFIRMA, SE HA HECHO EN ITALIA.
Esta idea propuesta acogida en una Sociedad de Las Palmas, con grandes risotadas y adoptada por varios falangistas que se ofrecieron voluntarios a tal fin.
Yo sabía que se estaba ya practicando tal tortura y por ello tenía la seguridad de que me tocaría mi turno. En efecto, un día a las 5 de la tarde, se presentó en la oficina de Transmediterránea, donde yo trabajaba, Luis Hidalgo Quevedo y su cuadrilla y me ordenaron que saliera a la calle con ellos, para hacerme tragar el ricino. Al enfrentarse Hidalgo conmigo me preguntó, ¿Sabes a lo que vengo? no, le contesté, pues creo que dada la amistad que siempre hemos tenido , tanto contigo como con tu hermano Juan, creí que no serías capaz de venir a someterme a esta humillación. Entonces me contestó, en este momento no somos Luis Hidalgo y Gaspar Cabrera, sino un falangista y un masón.
....yo padecía del estómago pero de nada serviría decirle a aquella pandilla de desalmados mandados por Luis Hidalgo e integrada por Gerardo Frade, Feluco Bello, un tal Sinforiano, empleado de Blandy al que por su alta y flaca estatura le decían El Jirafa, y un peninsular cuyo nombre nunca supe, de mi dolencia. Hubiera sido pueril.
...quisieron que me fuera con ellos después de darme el aceite de ricino, pero Hidalgo me dejó libre, lo que aproveché para ir al Bar del antiguo edificio del Club Naútico, para pedir al encargado, al que le expliqué lo ocurrido, un vaso de agua caliente que me sirvió rápidamente.
Lo bebí en el retrete, pero no me hizo efecto alguno. El encargado me trajo un segundo vaso, apremiándome para que lo tomara. Aquello fue como las Cataratas del Niágara. Entonces fue cuando noté el sabor del ricino, pues cuando me lo dieron a tomar, por los nervios no había captado ni el olor ni el sabor..
El episodio terminó, con una gran vomitona, y el encargado me recomendó que me marchara directamente a casa pues si estos bandidos lo ven por ahí, comprenderán que usted ha echado fuera el ricino y volverán a hacerle tragar otro.
Así lo hice, no volviendo a salir a la calle hasta el día siguiente".
Continuará...
Entrega anterior:
* La casa de mi tía agradece la gentileza de Micaela Sagaseta Paradas
