Impuestos solidarios - por Erasmo Quintana * 

A ver, ¿cuándo los gobernantes se enteran de una puñetera vez que los impuestos sirven, como ocurre en las democracias más avanzadas, para repartir la riqueza que se genera en el país? A la luz del mediodía vemos que la avaricia de los detentadores del poder económico y empresarios generadores de puestos de trabajo no tiene límites, es infinita, siendo éste el problema. El afán desmedido propio de los humanos por amontonar riqueza al precio que sea: evadiendo impuestos los grandes patriotas que tenemos, y explotando a la mano obrera con sueldos de miseria, rayana en la esclavitud, es la cualidad que los caracteriza. Esto es así, salvo honrosas excepciones, que las hay: empleadores no tan salvajemente avariciosos, y con bastante sensibilidad humana. Ha pasado mucho tiempo en que desde la antigüedad hasta gran parte de los tiempos modernos no se conocía la palabra “trabajo”; lo que había entonces -y así conocido- era “oficio”, existiendo el “honor del gremio”. Lo de la palabra trabajadores y la “dignidad del trabajo” vino más tarde.

En nuestros días el trabajo tiene mejor consideración, pero hasta cierto punto, porque políticas hubo que aherrojaron la estima de los que se valen de sus manos o su inteligencia para comer. Por ser así la realidad, tiene el Estado el deber de ser, mediante quienes gobiernan, los llamados a articular medidas encaminadas a corregir aquella codicia tan propia de la naturaleza humana, y haga que el bienestar económico (mucho o poco) que  se genera en la nación, alcance a todos por igual. Ésto, repito, no es fácil, porque el afán de amontonar dinero en el hombre no se sacia jamás. La tarea es muy complicada porque en estos años de gran recesión económica, Mariano Rajoy le dio un gran revolcón a la Ley Laboral, poniendo en manos de los empresarios todo el poder en la contratación, convirtiendo a la clase trabajadora en simples esclavos: sobreexplotados con horas extras que no cobran, y lo que les daba la gana pagarles. Si éstos no estaban de acuerdo: “Mañana no venga. En la puerta hay una cola pidiendo trabajo”. Lo digo en pretérito, pero esto sigue pasando en la hora presente.

Así, como comprenderán, no se levanta un país. Ahora que la economía poco a poco se ha ido recuperando, ¿quién se atreve con los empresarios, acostumbrados a hacer lo que les ha dado la gana en la relación laboral y a ganar lo que les apeteció? Viene esto a cuento de la propuesta de Nueva Canarias, oponiéndose a los Presupuestos de la Comunidad Autónoma para 2019, elaborados por el Gobierno canario, que creen desequilibrados e injustos porque impiden contar con más dinero para asuntos sociales: Sanidad, Educación y lucha contra la pobreza. Este gobierno canario insularista de derechas, haciendo gala de su proverbial naturaleza insolidaria y egoísta, no tiene en cuenta que este es el momento de resarcir todo el sacrificio al que abocaron las políticas de recortes por la crisis a la población. Que la tendencia del Gobierno central es eso mismo: en vez de hacer puentes y carreteras, ahora se trata de invertir en el bien de los ciudadanos. Que el pueblo recupere un poco el bienestar perdido antes de la recesión económica.

Clavijo, genuflexo ante la patronal

Aparte del importante paro existente y los sueldos de miseria (Casado, del PP, dijo que luchará para que no se suba el sueldo base a los 900 euros), nuestra Comunidad cuenta con profundas desigualdades sociales y unos servicios públicos deterioradísimos por la austeridad (que no cesa a pesar de que la economía ha remontado), junto con los recortes consecuencia de lo anterior. Pobreza severa y exclusión social es la consecuencia.

Padylla en LA PROVINCIA

Nuestro mal en estos peñascos abandonados es que nos viene gobernando una derecha mezquina, torpe y miope. En el centro de sus desvelos no está la ciudadanía vulnerable, sumida en  carencias de todo tipo. Están ahí para enriquecerse, aumentarse el sueldo y hacer más ricos a los que lo tienen todo. Esta Comunidad es una de las más visitadas del país por el turismo. Millones de turistas al año sin que veamos la riqueza que generan. Si ésta no redunda en el bienestar de los canarios, ¿quiénes se quedan con la bolsa? Con la política de austeridad se ha generado un superávit de 149 millones de euros, que el Ejecutivo, con el apoyo del PP y ASG (antiguos socialistas), se niegan a distribuir en los servicios públicos, mejorando la calidad de vida de la población. Por el contrario, las rebajas fiscales es su política, nunca “el que más tiene más pague”, según dicta el recto sentido común.

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Erasmo Quintana