Buscar
jueves, 28 de marzo de 2024 09:57h.

¿Por qué Podemos va a decepcionar? - por Julio González Torres

     "Hoy Podemos es internamente menos democrático que cualquier partido de izquierdas e, incluso, es menos democrático que el mismísimo PSOE"

¿Por qué Podemos va a decepcionar? - por Julio González Torres, Doctor en Sociología *

     Las personas que se ven a sí mismas como gente crítica son bastante acríticas a la hora de juzgar su propio sentido crítico. Creen que van a cambiar el poder y es el poder el que va a cambiar su cambio. Es el poder el que va a vaciar de contenido un cambio que se sustenta más en emociones que en razones. Son las grandes empresas de televisión, en particular las de los magnates Berlusconi y Lara, las que han decidido impulsar a Podemos al estrellato mediático porque saben que hace falta un gran cambio para que nada cambie.

     El esquema es sencillo: se promociona a un brillante líder mediático, se improvisa un partido al que acuden miles de personas con sensibilidades e ideologías diversas y se lanza un discurso calculadamente ambiguo para atraer a toda clase de votantes. La gente cabreada les vota y, a partir de ahí, empieza la aplicación a la baja del programa electoral, las incoherencias, las tensiones, los enfrentamientos y, por último, un escenario como el de Beppe Grillo en Italia: se frustran las ilusiones, el bipartidismo recupera el control, se endurece la ley electoral y renace el juego bipartidista por los siglos de los siglos. El secretario general de Podemos en Málaga, José Antonio Vargas, anticipa un escenario tipo Beppe Grillo cuando declara que prefiere dejar gobernar al PP que pactar con Izquierda Unida.

     No es que a las grandes empresas de televisión les guste Podemos. Lo que ocurre es que temen a fuerzas organizadas y cohesionadas ideológicamente, como Izquierda Unida, Anova, Compromís, Chunta, etc. Esas organizaciones, en particular Izquierda Unida, estaban creciendo demasiado y amenazaban con un cambio real. Así que había que aprovechar el legado del discurso conservador de la antipolítica y crear algo nuevo cuya mayor virtud fuera ser nuevo. Y, de paso, se desmoviliza la calle porque deposita la esperanza en un líder: en 2014 hubo más de 1.200 manifestaciones menos  que en 2013.

     Podemos es profundamente incoherente con su discurso de democracia radical. Insisten en las primarias y en la participación ciudadana como elementos clave de su “nueva política”. Sin embargo, por ejemplo, su secretaria general en Santa Cruz de Tenerife ha sido elegida por el 0.13% del censo de votantes de la ciudad (227 votantes de 167.064). Su homólogo de Las Palmas de Gran Canaria ha obtenido el respaldo del 0.25% del censo de su municipio (770 votos de 304.215). La participación ciudadana es tan minúscula, tan ridícula, que no es representativa ni del criterio de elección de candidaturas que podrían tener quienes voten a Podemos en las elecciones.

     Podemos reprime la pluralidad interna: el Consejo Ciudadano estatal de Pablo Iglesias no ha dado ni uno de los 62 puestos a la candidatura de Echenique. Sólo está representado el que gana (hay menos respeto a la pluralidad que en el sistema electoral canario). Y, además, reproducen, en su máximo órgano estatal, la endogamia propia de la universidad al incluir a muchos colegas de Pablo Iglesias (el 29% del Consejo Ciudadano de Podemos son profesores de universidad, frente al 0.26% que suponen en la población). Endogamia y clasismo adornan al Olimpo podemita.

     Pablo Iglesias ha empoderado a sus podemitas para votar lo que dice Pablo Iglesias. Y los podemitas han votado que hay que desconfiar de los podemitas y autoprohibirse presentarse a las elecciones municipales usando la marca Podemos. Esto, democráticamente hablando, es una indignidad. Sin embargo, es lo que ha decidido el Gran Líder para que las bases superdemocráticas votaran de abajo arriba lo que les llegó de arriba abajo. Todo muy sencillito y masticado, en plan Barrio Sésamo, y evitando los ejes conceptuales extremadamente complejos como, por ejemplo, el eje izquierda-derecha.

     Pero el pastor siempre sabe más que el rebaño. Y el Mesías les ha dicho a las ovejas podemitas que en los municipios de la patria deben impulsar candidaturas de “unidad popular”. Eso sí, sólo en los municipios. Y no hay problema porque la feligresía podemita asume que las razones del Mesías son inescrutables. Los laicos no: Iglesias quiere candidaturas de agrupaciones de electores porque así destruye a los partidos tipo IU, Anova, Compromís, etc. Las agrupaciones de electores impiden participar a los partidos y sirven a Iglesias para destruir a la izquierda organizada y ocupar su espacio en el futuro. Si Iglesias tratara a sus podemitas como mayores de edad y les dejara usar la marca Podemos en los municipios, entonces rechazarían las agrupaciones de electores, como harán en 2019, si logran destruir a sus cordiales enemigos de la izquierda organizada. Ya verán que, en 2019, no hablarán de agrupaciones de electores. De hecho, en 2015, tampoco hablan de “candidaturas de unidad popular” autonómicas. Pues donde están fuertes van con su marca y donde están débiles quieren destruir las otras marcas. Una operación tan genial como incomprendida por los peones podemitas de Pablo Iglesias.

     Hoy Podemos es internamente menos democrático que cualquier partido de izquierdas e, incluso, es menos democrático que el mismísimo PSOE. Esto es extremadamente grave porque no van a construir más democracia quienes tienen menos democracia en su casa. No obstante, esto lo ocultan con sus primarias y su jerga ciudadanista. ¿Y la transparencia? Presumen de que sus eurodiputados sólo se quedan con una parte del salario que cobran y ocultan, en su portal de transparencia, qué hacen con los más de 4.000 euros mensuales de libre disposición de cada eurodiputado y con los miles de euros al mes cobrados en dietas. También ocultan que todo el personal que han contratado son colegas escogidos a dedo y que no ha habido ningún proceso objetivo de selección. Es la “nueva política”…

     La pérdida de derechos que estamos viviendo es demasiado grave como para que la respuesta política necesaria se tire por la borda votando a Podemos. No nos engañemos: Podemos va a ser, o el Beppe Grillo español, o la segunda parte del PSOE. Y este país no se merece otra decepción que le durará décadas y que mañana verán con claridad quienes hoy leen estas líneas con escepticismo. Por ello, reivindico la crítica del sentido crítico cautivo y desarmado por las cadenas de televisión de Berlusconi y Lara. Y apelo a la reflexión racional para votar a las izquierdas que denunciaban al bipartidismo cuando muy pocos lo hacían, a los que han luchado contra la desigualdad y la corrupción en las verdes y en las maduras. Ahora no podemos equivocarnos. Porque, si nos equivocamos, lo pagaremos durante varias décadas. Casi nada.

Julio González Torres,

Doctor en Sociología.

* Publicado con autorización del autor