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jueves, 28 de marzo de 2024 09:57h.

El poder y el economista útil (1972) John Kenneth Galbraith, Extractos por Federico Aguilera Klink. Y una cita de David C. Korten, de aperitivo

 

FRASE GALBRAITH

Nota de Chema Tante: Al hilo del artículo de Juan Torres sobre el papel del Estado, comentando ideas de Mariana Mazzucato, el profesor Aguilera Klink ha preparado estos extractos de Anales de un liberal impenitente de Galbraith, quién, hace más de cincuenta años, ya  denunciaba  que el poder empresarial compra a economistas para que difundan ideas equivocadas, en provecho de las oligarquías financieras. Y que estas oligarquías se han apoderado del poder creando "un instrumento político, diferente en forma y en grado, pero no en esencia, del Estado mismo", Y, como aperitivo, Aguilera Klink y yo, Chema Tante, ofrecemos una cita de otro economista como está mandado, David C. Korten, que sabe de lo que habla, porque empezó su carrera en las fauces del lobo, fue profesor de la Escuela de Negocios de Harvard. Como vemos, nada nuevo, pero que ha terminado por llevar al desastre a la Humanidad. También aportamos el enlace al pdf de "Naturaleza humana, economía y cultura. Hábitos de pensamiento y reglas del juego", del propio Federico Aguilera Klink, donde se contienen los textos de Galbraith citados. La conclusión es la de siempre. El neoliberalismo ha tenido suma habilidad para abducir gran parte de la teoría económica oficial haciendo pasar como dogma irrefutable la tesis tortuosa de que si se beneficia a las fortunas y grandes empresas, de eso se aprovecha toda la sociedad. Quien sí se ha aprovechado es precisamente el capital, que ha pasado a dominar el mundo, sometiendo a su voluntad a los gobiernos. Con las tan honrosas como denostadas excepciones, esas en las que usted está pensando. El gran problema es que las y los economistas que no se han dejado sobornar están en desventaja, no numérica, sino de influencia, porque el poder económico dispone de la comunicación intoxicadora a gran escala. Por eso hay que estar repitiendo la verdad, de la misma manera que el neoliberalismo no cesa de insistir en la mentira.

 

when corporations rule the world david c korten

"Los libertarios corporativos han distorsionado la visión de Adam Smith sobre el papel de las empresas prIvadas"  "La desigualdad es peor. La falla ambiental se está acelerando. Cada vez más bienes comunes están siendo privatizados. Las corporaciones están jugando a Dios con genes con fines de lucro. Y el sistema financiero se ha vuelto aún más rapaz e inestable" David C. Korten "Cuando las corporaciones gobiernan el mundo", 1995

 

El poder y el economista útil (1972) John Kenneth Galbraith, Extractos por Federico Aguilera Klink 

Anales de un liberal impenitente Vol. 1, John Kenneth Galbraith, Gedisa, Barcelona, 1982.

GALBRAITHTenemos que aceptar que alrededor de la mitad de toda la producción económica no está incluida en un sistema de mercado sino en un sistema de poder o de planificación.

El sistema planificador en Estados Unidos está integrado, a lo sumo, por 2.000 grandes corporaciones, que no se limitan a acatar sencillamente las indicaciones del mercado. Poseen un amplio poder sobre los precios y también sobre el comportamiento de los consumidores. 

Estamos, pues, de acuerdo en que la corporación moderna, tiene una amplia influencia sobre sus precios y frecuentemente sobre sus principales costes. Y sabemos que rebasa sus precios y el mercado para persuadir a sus consumidores. Y resulta un lugar común mencionar que, valiéndose de sus ganancias y de la posesión de entidades financieras afiliadas, trata de asegurarse y controlar sus fuentes de capital. De igual manera, su actividad de persuasión ejercida sobre los consumidores contribuye a configurar los valores de la comunidad, en especial la asociación del bienestar con el consumo continuamente creciente. 

La corporación moderna ocupa una posición de gran peso dentro del Estado moderno. Lo que ella necesita en materia de investigación y desarrollo, personal técnicamente capacitado, obras públicas, apoyo financiero de emergencia cuando entrevé dificultades, socialismo cuando las ganancias dejan de ser probables, se transforma en política pública. Lo mismo sucede con la gestión militar que sostiene la demanda de muchos de sus productos. Otro tanto, quizá, ocurre con la política exterior que justifica la gestión militar.

Para tratar con una organización hace falta una organización, y entre las burocracias públicas y privadas —entre General Dynamics y el Pentágono, General Motors y el Departamento de Transportes— existe una profunda relación simbiótica. Cada una de estas organizaciones puede hacer mucho por la otra. Ha existido entre ellas un amplio y continuo intercambio de personal ejecutivo.

Por último, sobre este ejercicio del poder, y fortaleciéndolo mucho, se cierne la densa aura de la respetabilidad. Las personas que guían la corporación moderna y sus servicios externos, financieros, legales, legislativos, técnicos, propagandísticos, y otros organismos sacerdotales de la función corporativa son los miembros más respetables, pudientes y prestigiosos de la comunidad nacional. Constituyen el Establishment. Sus intereses tienden a convertirse en interés público. Son intereses que numerosos economistas encuentran cómodo y beneficioso apoyar, a la vez que en su enseñanza y en su teoría niegan el poder que genera estas recompensas.

Cuando la corporación moderna adquiere poder sobre los mercados, poder sobre la comunidad y poder sobre las creencias, pasa a ser un instrumento político, diferente en forma y en grado, pero no en esencia, del Estado mismo. Sostener algo contrario —negar el carácter político de la corporación moderna— es más que evadirse de la realidad. Es disfrazar esta realidad. Las víctimas de este encubrimiento son los estudiantes a los que formamos en el error. Los beneficiarios son las instituciones cuyo poder disfrazamos de esta manera. No puede haber duda: la economía, tal como se enseña, se convierte, por más inconscientemente que sea, en una parte de la maquinaria mediante la cual se impide al ciudadano o al estudiante ver de qué manera está siendo gobernado o habrá de estarlo.

El poder del sistema planificador dentro de la comunidad ha logrado también consenso para los gastos públicos que tienen importancia para él mismo: carreteras, investigación industrial, préstamos de emergencia, defensa nacional. Estos gastos reciben la sanción de ser un objetivo público elevado. Si hay que restringir la demanda, se exceptúan estos gastos. Se ha logrado un éxito similar en lo concerniente a los impuestos personales y a las corporaciones. Ellos son los que ahora se reducen para estimular el empleo, crear incentivos para invertir y para proteger contra la escasez de capitales. De esta manera, la política fiscal ha sido acomodada a los intereses del sistema planificador. Y se ha hecho con el apoyo de los economistas, en cuya defensa debe decirse que generalmente no tienen conciencia de las fuerzas por las que son movidos. 

Si el crecimiento es el objetivo central y compensatorio de una empresa, y si ésta dispone ampliamente del poder para imponer su objetivo a la sociedad, el conflicto entre el interés privado por ese crecimiento y el interés público por la conservación del ambiente es algo intrínseco al planteamiento. Y también es intrínseco que la firma se esfuerce en hacer parecer la contaminación como algo aceptable, o como un costo que vale la pena asumir, incluyendo el esfuerzo por reemplazar la acción correctiva por la publicidad de una acción correctiva. Y tal es el remedio que todos los países industriales están aplicando. 

Hay dos conclusiones a las cuales nos empuja este ejercicio, la incorporación del poder a nuestro sistema teórico. La primera es alentadora. Y reza que la tarea del economista no ha sido cumplida aún. Por el contrario, apenas ha comenzado. Si aceptamos como parte de nuestro sistema explicativo el factor poder, tenemos por delante muchos años de trabajo profesional fructífero. Y como estaremos en contacto con los problemas reales, y como los problemas que son reales inspiran pasión, nuestra vida volverá otra vez a ser gratamente polémica, y quizá hasta peligrosamente útil. Los miembros de nuestra profesión serán rescatados de la gris modorra de los barrios residenciales, que es el destino del científico pasivo, dedicado a problemas triviales, o inocuos. 

La otra conclusión concierne al Estado. Porque si aceptamos el poder, y por consiguiente la política, como un elemento de nuestro sistema, no podemos ya eludir o disfrazar el carácter contradictorio del Estado moderno. Por consiguiente, la cuestión de política social más importante de nuestra época es la siguiente: ¿Es posible independizar al Estado del control del sistema planificador? Sería presuntuoso responder que sí, y lo sería todavía más afirmar que será fácil. 

No sería erróneo, creo, pedir que dentro de este esfuerzo los economistas se identifiquen con el interés público, no con el de las corporaciones y el sistema planificador. Pero si esto es pedir demasiado, me sentiría muy feliz transigiendo con que se mantengan neutrales. La economía enseña ahora a los jóvenes y susceptibles (y también a los viejos y vulnerables) que la vida económica no tiene ingrediente alguno de poder o de política, porque la firma comercial está subordinada de una manera segura al mercado y al Estado; y que por esta razón se encuentra sometida, de manera segura también, a las órdenes del consumidor y del ciudadano. Tal teoría económica no es neutral. Es el aliado influyente y valioso de aquellos cuyo ejercicio del poder depende de la existencia de un público sumiso. Si el Estado es la comisión ejecutiva de la gran corporación y del sistema planificador, esto se debe en parte a que la economía académica es su instrumento para neutralizar la sospecha de si efectivamente lo es. 

 

naturaleza humana aguilera 2

Copia en pdf aquí

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Federico Aguilera Klink

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