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miércoles, 24 de abril de 2024 10:18h.

La Renta Básica: Una alternativa temporal a lo que representa el capitalismo (y ll) - porr Leopoldo de Gregorio

 

LEOPOLDO DE GREGORIOQue este modelo de economía está llamado a desaparecer es una apreciación que ya están contemplando los que detentan el poder.

La Renta Básica: Una alternativa temporal a lo que representa el capitalismo (y ll) - por Leopoldo de Gregorio

    LIMOSNA ESPEJO                    

Que este modelo de economía está llamado a desaparecer es una apreciación que ya están contemplando los que detentan el poder. Con independencia de la bravuconería proferida por uno de los iconos que más se han enriquecido a través de la especulación, en el santuario de los que utilizando este modelo expolian al pueblo han tenido que reconocer que con su manera de entender lo que debe ser la economía se ha generado una situación que cada día es más insostenible; una situación que para solventarla no les es dable seguir catequizando a la población con lo que ésta "debe ser". Y ante el hecho de que con medidas que teóricamente racionalicen las disfunciones que tienen lugar en este modelo no les ha sido posible conseguirlo (en función de que todas ellas dificultarían el deseado desarrollo del mismo), ya han empezado a ponderar sobre la necesidad de establecer una renta básica que sustituyendo, o en su caso complementando las válvulas de escape con las que hasta ahora trataron de perpetuarlo.

Considerando que antes de pasar a pormenorizar sobre la representatividad de esta ponderación, así como lo que la misma significaría para sus beneficiarios, es necesario describir los por qué el derrumbe de este modelo es algo inevitable. Y a pesar de que con ello me voy a desviar un tanto de los fines perseguidos a través de estas líneas, para no dejar en el aire lo que para los implicados en el caso esta premonición sería tan sólo una conjetura, voy a sacar a la palestra situaciones que aunque repetidamente denunciadas por economistas no enganchados a la noria podrían considerarse como algo extraño a lo que con ellas pretendo señalar.

Si nos retrotraemos a lo que Marx denominó como plusvalía, todos estaremos acuerdo (aunque habrá alguno que tratará de emborronar la situación recurriendo a razonamientos que tratarían de impedirlo), en que lo que como valor concertado se abona a las fuerzas del trabajo, no es posible adquirir lo que como producto del trabajo conlleva un valor de cambio. Esto es algo tan incuestionable como consecuente es que no se pueda llevar a cabo un proceso productivo si con él no se obtiene un beneficio. Lo que hay que analizar, y esto es un cometido de primaria en economía, es que si existe esta diferencia entre el valor contractual y el de cambio es porque entre ellos ha tenido lugar la existencia de un factor que aunque totalmente necesario, instituye una realidad que necesariamente es excluyente; una realidad que al plasmarse por medio de estos beneficios como acumulación, nos ha llevado a las diferencias que concurren entre el valor contractual y el valor de cambio.

Entre aquéllos que como emborronadores anteriormente hicimos referencia tenemos aquel sujeto que urdiendo lo que él, (entre otros) muchos consideraba una salida al atasco en el que se encuentra este modelo dijo aquello de "por desgracia tenemos que acostumbrarnos a trabajar más y cobrar menos". Entre los otros, el presidente de la IEE (el think tank de la CEOE); el que en su encubierta defensa de la tasa de ganancia profirió: "Subiendo el salario mínimo no se consigue mejorar la calidad del empleo, sino que se merman las oportunidades de los trabajadores que podrían conseguir empleo en otras condiciones". Con lo cual, si por una parte abogaba por una mejora de la calidad del empleo (con la cual este modelo busca incrementar la productividad y con ello la tasa de ganancia), se sentía preocupado porque de subirles el salario mínimo, (los que por razones ajenas a este modelo no hubieran adquirido una especialización), tendrían que seguir siendo lo que Marx denominó como lumpen del proletariado. Un estado del cual sólo ellos serían los culpables. ¿Es que este personaje cree que el tener que depender en el mejor de los casos de un salario mínimo constituye un antojo? ¿Es decente abogar por un incremento per se de lo que haya de ser la especialización del capital humano, cuando al igual que ocurre con la posesión de los medios de producción, se insta a aquéllos que no la hayan adquirido, a alcanzar lo que el modelo les hurtó?

Llegados a este punto no creo que sea preciso catalogar el desarrollo que sigue este modelo. Considero mucho más interesante concienciar a los que lo posibilitan que esta trayectoria no pueden mantenerla. Prácticamente ya han utilizado  todas las opciones con las que expoliar a la mayor parte de la, población. Con la institución de una nobleza que por la fuerza de las armas y la exclusión de la cultura que patrocinó la religión, mantuvo a ese pueblo sumido en la miseria y en la inopia; con el establecimiento de un sistema de producción en cadena que incrementando las tasas de ganancia, con independencia de reducir los puestos de trabajo nos ha venido demostrando que los rendimientos obtenidos con un aumento de la productividad sigue el mismo camino que el que tiene lugar entre el valor contractual y el valor de cambio; con un proceso que, como el de las acreditaciones, ante la falta de demanda de lo producido, pospone ad futuro lo que no es dable pagar en el presente; y elevando el desafuero a su enésima potencia, incluso llegando a acreditar unos valores que no se corresponden con la riqueza que dicen estar representando. Pero además de todo eso, como penúltimo recurso, este modelo ha ideado un artificio con el que pretendiendo controlar todos los contratiempos con los que tropieza, es mucho más conminativo que todos los que hasta ahora ha venido ensayando. Me refiero a la desaparición del dinero en efectivo. Una argucia que por la importancia de las derivadas que de la misma se habrán de originar considero necesario concederle una atención que de prestársela en este momento me llevaría a posponer lo que como un análisis de las aberraciones que concurren en el capitalismo tenemos que afrontar. Esa atención con la que éste está tratando de metabolizar que para poder continuar de una forma más o menos consensuada lo que hubiera de ser su desarrollo, tendrá que asumir un inasumible que le permita poder seguir haciéndolo. La concesión de una distribución de unos rendimientos que al par de posibilitar el futuro desarrollo de sus actividades, constituya un componente marginal que en cierta forma aminore los rebalses que se crean por una falta de demanda. Lo cual nos lleva a tener que hacer un análisis de las diferentes formas con las que esta concesión de la distribución de rendimientos tendremos que abordarla.

 

SOBRE LA NATURALEZA DE LA RENTA BÁSICA

Dos de los conceptos que con mayor nitidez han de ser establecidos son los que se refieren a la necesidad de precisar por una parte la representatividad de su institucionalización; y por otra, si con ella habríamos resuelto la situación que ha desembocado a tener que instituirla.

Con respecto a la primera de estas precisiones, independientemente de que el mismo modelo esté empezando a contemplarla como un remiendo funcional, lo que en  éste no se ha llegado aún a asumir es que la Renta Básica, por su naturaleza ha de tener el rango de lo privativamente universal; una universalidad que no se refiere a lo que se define como planetario, sino a lo que como inalienabilidad dimana de lo humano.

En lo que se refiere a la segunda, ser consciente que con ella sólo estaríamos reduciendo las extremas situaciones en las que se encuentra una parte de nuestra sociedad. Como ha sido dicho con anterioridad, la Renta Básica (independientemente de que solventara una parte substancial de estas situaciones extremas), sólo sería un recurso que le permitiera al capital seguir una trayectoria que prevé inviable. Un augurio que aunque presciente intentara combatir tanto con la refutación de su objetividad como con la obcecación con la que subjetivamente se recurre a soluciones de naturaleza extrema. Y entre ellas se encontraría aquella que seguiría a la que anteriormente definimos como penúltimo recurso.


CRISIS MALAGÓN

 

SOBRE SU FINANCIACIÓN

Más allá de los estudios que se han llevado a cabo en diferentes comunidades españolas con respecto a la factibilidad de que la Renta Básica sea financiada a través de las imposiciones al IRPF, la cuestión está en si como consecuencia de las derivadas que se habrían de producir en este modelo (entre las cuales estarían un incremento desaforado de la elusión de beneficios en función de una estructura financiera, o simplemente a través de la fuga de las empresas y los capitales), sería dable conseguir que las imposiciones con las que se hubieran de grabar a los sujetos impositivos podrían llevarse a cabo, o si por el contrario, para evitar en cierta forma esta incidencia, además de un control exhaustivo de sus actividades, una parte substancial de esta financiación tendría que materializarse bien por medio de la Deuda Pública, bien con un incremento de la masa dineraria. Opciones que entiendo hasta ahora no han sido contempladas suficientemente y que por su relevancia no sólo determinan las decisiones con las que tengan que asumirlas los que se sientan más perjudicados, sino asimismo los que tratando de dejar de serlo tengan que ponderar las formas con las que superar la situación con la que se estén enfrentando.

Conociendo como conocemos la respuesta que habría de dar el capital a los gravámenes que se habrían de imponer para posibilitar la Renta Básica y conociendo que un control absoluto de sus actividades nos habría de llevar a un totalitarismo que ni el capital ni los poderes que medrando lo sustentan de buena gana habrían de aceptar, no parece que la opción con la que hasta ahora se ha pretendido financiar la Renta Básica sea muy hacedera. Sólo nos quedaría la calle. Y la calle es una opción que por múltiples razones, ni al capital ni a nosotros mismos, nos puede interesar. A mi entender será preciso instituir la Renta Básica de una manera gradual y al mismo tiempo acompañada por la presión que en otros lugares ejercieran aquéllos que hubieran asimismo decidido utilizar el potencial compromiso de la calle. Es en este caso dónde por ser la lleve con la que liberarse, la Renta Básica habría adquirido no solo la connotación sino la categoría de Universal.

Una vez asumido que el capital tendría que colaborar en la financiación de esta renta, examinemos la incidencia que a groso modo nos habría de ocasionar la que hubiera de llevarse a cabo a través de la emisión de Deuda Pública y la creación de más medios de cambio. Esta última elección en el supuesto de que hubiéramos recuperado nuestra política monetaria y enviado a la Troika, al FMI y a la OMC a las sentinas de las que salieron,

En lo que se refiere a la primera hemos de distinguir si esta Deuda sería de naturaleza interior o exterior. Y esto, en función de las servidumbres que para nuestra economía habría de representar una deuda contraída con un agente externo que por su naturaleza utilizaría esta dependencia para incrementar los resultados económicos y políticos que con ella pudiera obtener.

En este contexto y asumiendo que ésta fuera mayoritariamente una deuda endógena y con independencias de las injerencias que estos acreedores pudieran ejercer en la política económica de nuestra economía, lo que necesariamente habría que hacerle asumir al capital sería, que en función de que con esta fórmula se estaría posibilitando que su participación en la financiación de la Renta Básica sería un algo que estaría aminorando la incidencia económica que éste tuviera que soportar para llevarla a cabo, no podría considerarlo como otra más de las actividades extractivas que acostumbra materializar. Y es que si contemplando que para asegurar sus pertenencias y seguir llevando a cabo su trayectoria como detentador de los medios de producción y de distribución necesita evitar lo que ya considera inevitable, lo que no puede hacer es tratar de alcanzar una rentabilidad a su participación en la Deuda Pública que lo único que haría sería dificultar el desarrollo que quizás un tanto ingenuamente compartiéramos con él. En este contexto, para asegurar y asegurarse del buen fin que le tendría que conceder a este proyecto, por una parte, el interés que esta participación hubiera de obtener nunca podría ser superior al IPC; mientras por otra, su adquisición de Deuda Pública tendría que tener una duración mínima de 30 años.

Una vez enunciadas de manera somera las disposiciones que a mi entender tendrían que ser aplicadas, considerando los esfuerzos que el capital tendría que hacer, creo preciso mencionar una serie de ventajas que derivadas de esta disposición le harían superar muchas de las dificultades que hogaño encuentra en el desarrollo de esta economía de mercado.

En primer lugar tendríamos que con una renta que garantizara un consumo digno, se incrementarían las ventas y consecuentemente los beneficios de las empresas; con lo cual y como consecuencia de las imposiciones con las que éstos se hubieran de gravar, se estaría reduciendo en cierta forma las que se tuvieran que imponer a través del IRPF. Y aunque es cierto que los resultados obtenidos con este aumento de las ventas y de los beneficios siempre serían menores que las imposiciones que para promoverlos se hubieran tenido que aplicar, no es menos cierto que ante la existencia de un requerimiento que como el de la implantación de una renta básica ha sido contemplado como inevitable, lo que siendo menor contribuyera a reducir su incidencia ha de ser contemplado como algo positivo.

En segundo lugar al estar incrementándose el consumo, las ventas y el empleo, estaría disminuyendo las enormes cuantías que la Administración tiene que abonar por su prestación; unas cuantías que si fueran aplicadas al proceso productivo en función de su incapacidad para satisfacer el derecho al trabajo, el desempleo no existiría. En este contexto, sin tratar de justificar una procedencia que nos habría de llevar a un modelo económico rayano en el totalitarismo, tampoco podemos obviar que este modelo de economía de mercado hace uso de un ejército de desocupados que por las condiciones en las que se encuentra no es menos totalitario que aquél que no hemos tratado de justificar.

Y en tercer lugar tendríamos que debido a un incremento del bienestar social que habría de conllevar una mayor educación y especialización de los trabajadores, las empresas podrían ser mucho más competitivas especialmente en lo que se refiere a los mercados exteriores; es decir, lo utilizado en la conformación de una renta básica estaría sirviendo para romper el paradigma que como prioridad caracteriza a muchos de nuestro empresarios: conseguir la máxima rentabilidad con las menores inversiones en un mínimo de tiempo.

Con respecto a la parcial cobertura de la renta básica a través de un incremento de la masa que a pesar de incidir sobre el déficit presupuestario constituiría un incentivo a la actividad económica y consecuentemente a la reducción del paro, me remito a lo expresado en los artículos Sobre la teoría monetaria moderna (l) y (ll); artículos en los que con independencia de las consecuciones y limitaciones que se derivan de la imposición de una renta básica, se manifiestan una serie de incidencias marginales que como realidad y como aditamento nos muestran que tanto la TMM como la RB no son más que unos artificios con los que se intenta superar las contradicciones que concurren en el capitalismo; que es preciso ir más allá; pero esto es algo que solo poco a poco podremos ir forjándolo.

En La casa de mi tía por gentileza de Leopoldo de Gregorio

LEOPOLDO DE GREGORIO

Entrega anterior:

http://www.lacasademitia.es/articulo/firmas/renta-basica-alternativa-temporal-representa-capitalismo-l-leopoldo-gregorio/20170419064447066435.html