¿Todos somos iguales ante la Ley? - por Erasmo Quintana *

La Mesa del Congreso se ha negado por tercera vez a que se investigue al Rey emérito. El PSOE, PP y Vox se oponen a la petición de investigación de las “presuntas ilegalidades” cometidas (nosotros diríamos conocidas) por el Rey emérito Juan Carlos I. Vivimos en democracia, pero la pregunta que nos hacemos es: ¿seremos todos iguales ante la Ley? El Rey, en su felicitación navideña, en momentos que se juzgaba por los tribunales las irregularidades de su yerno Urdangarín (resultaría condenado), afirmó con contundencia que “en nuestro país todos somos iguales ante la Ley”. Querría decir -me supongo- “unos más que otros”, pues su hija Cristina “no conocía” las andanzas del marido y fue exculpada en la misma causa.

La historia de la Corona en nuestro país resulta de lo más nefasta se mire por donde se quiera. Reinas de dudosa moralidad, como María Cristina de Borbón, la reina gobernadora, viuda de Fernando VII, que tuvo una falsa boda con un guardia de Corps, ceremonia oficiada por un impostor. Su hija Isabel II, a la que casaron con un homosexual, situación que la llevaría a conductas licenciosas, escandalosas y nada edificantes. Su hijo Alfonso XII, que quedaría viudo de María de las Mercedes de Orleans, se convirtió en un hijo de la noche farandulesca. Casó con María Cristina de Habsburgo-Lorena (la reina virtuosa). Este rey tuvo una amante en Elena Sanz. La reina enviudó y es regente en nombre de su hijo, póstumo, Alfonso XIII, al que llamarán el Rey del Sexo, pues fue muy aficionado a las primeras películas pornográficas, y se dice que llegó a tener una buena colección de las mismas. También tuvo su amante; fue un semental, y la afortunada, Carmen Moragas, la rebelde. Durante su reinado, Alfonso XIII tuvo sus grandes y fructíferos negocios.

El nieto del rey que tuvo que salir al destierro al proclamarse la II República (igual tuvo que hacerlo Isabel II, con la Revolución del 68, llamada La Gloriosa), resulta que ya le vemos cobrando comisiones de 100 millones de dólares de la Monarquía Saudí, procedentes de la construcción del AVE a La Meca, esto en plena crisis económica, pues hablamos de 2008. Cuando era el jefe del Estado dicha práctica ya era el sistema. Pedro J. Ramírez, que mantuvo un largo período de silencio, algo le dio, pues se descolgó en su tabloide en estos términos: “Juan Carlos es una voraz ave de rapiña, un monarca de alquiler, un golfo apandador de la peor laya sumando 253 millones. Esto se lo hace a través de la cuenta suiza de la fundación panameña, Lucum. Corinna zu Sayn-Wittgenstein, su alma gemela en materia de falta de escrúpulo, y para transferirle la culpa a ella, según el mito de la mujer fatal o la aventura malvada, al que se aferran las últimas plumas cortesanas, no se corresponde en absoluto con la realidad”. En este sentido, se indispone P.J. Ramírez contra ABC y La Vanguardia, los cuales diarios señalan que todo (lo del Rey emérito) es un chantaje de Corinna.

El testaferro Álvaro de Orleans presuntamente cobró los 50 millones de comisión por la venta del Banco Zaragozano a Barclays que, al mismo tiempo hizo de oro a dos estafadores, los Albertos, amigos íntimos del Monarca emérito. Nunca se podrá saber qué papel fue el de Juan Carlos, aquello que tiene que ver con las resoluciones del Banco de España, dando el visto bueno a la operación y del Tribunal Constitucional, para evitar el ingreso en prisión de sus compañeros de cetrería, haciendo un cambio de doctrina sobre la prescripción. Apunta contra el primo del Rey y el testaferro insinúa que los 50 millones también se los quedó el emérito a cambio de proteger a Alberto Cortina y Alberto Alcocer. El Monarca cobró presuntamente otros 100 millones de dólares del Gobierno de Kuwait a través de KIO como recompensa por el apoyo español a la primera guerra de Gozne, que sirvió para expulsar al invasor Sadam Husein. Esto se lo comentó a Pedro J. Ramírez el catalán Javier de la Rosa. El diario de Pedro J. sólo ataca a Felipe VI sin dureza: “La reacción de Felipe, con el brindis al sol de la extemporánea renuncia a la herencia fruto de la rapiña y la retirada de la asignación presupuestaria a su padre un año después de haber conocido la existencia de la Fundación Lucum (el escándalo lo destapó la prensa libre) es tibia e insuficiente”. Lo que es tibio e insuficiente en nuestra sorprendida opinión, es cargar contra el Rey emérito y tratar de salvarse él junto a una institución, la Corona de España, carcomida desde sus cimientos. 

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Erasmo Quintana