La reforma del vigente sistema electoral de las Islas es inaplazable si queremos mejorar la calidad de nuestra vida democrática. Posibilitando que el Parlamento de Canarias se parezca lo más fielmente posible a lo que expresa la ciudadanía en las urnas –no dejando fuera por las muy elevadas barreras a partidos con amplio apoyo, como le sucedió a Ciudadanos, con más de 50.000 sufragios, en los comicios de mayo de 2015- y mejorando la proporcionalidad del voto entre los distintos territorios. No es de recibo esa desproporcionalidad de 1 a 17 entre El Hierro y Tenerife, ni que un escaño le cueste a Podemos y a Nueva Canarias (NC) 19.000 votos y a otras formaciones 1.300.