Comunicados
En su vital adaptación como cuerpo vivo, la lengua experimenta transformaciones: sus directos autores son los hablantes, únicos propietarios. La Academia debe limitarse a recoger y reflejar tales cambios, por más que algunos sectores de la misma sean reacios. Así, por ejemplo, sucede con la voz “cesar” cuando se refiere a personas: los usuarios imponen la construcción “fue cesado por el consejero” (años atrás debía usarse “destituido, depuesto, relevado”).