Yo, Chema Tante, recomiendo este reportaje y digo lo que siempre he dicho respecto a la prostitución. Toda demanda de abolición que no se acompañe de demandas efectivas de creación de empleo, de la defensa de los derechos laborales y la protección contra el abuso y el apoyo a familias monoramentales, es un brindis al sol, que no pàsa del simbolismo. Nos guste o no, a mí no me gusta, la realidad es que la inmensa mayoría de trabajadoras sexuales lo son porque o no encuentran otro trabajo o han sufrido abusos. No se puede pedir a una trabajadora sexual que deje su oficio, para morirse de hambre o ir a correr de nuevo el riesgo de tener que prostuituirse en empresas, sometidas al chantaje de mandos y patronos. No es un fenómeno general, por supuesto, pero sí lo es frecuente, y es posible por la existencia de multitud de personas en paro, que permite la extorsión. Abolición, sí, cuando haya trabajo. Abolición, sí, pero respetando a las personas.
Juan Miguel Báez, en PÚBLICO aborda un asunto que está clarísimo. Lo señala Francisco Morote, de Attac Canarias. Y yo, Chema Tante, digo que está clarísimo porque, aunque no se quiera asumir, el neoliberalismo, que predica la buena voluntad de las empresas y fortunas, miente. Sin intervención del estado, no hay ihualdad ni justicia. Y solamente el estado, recaudando impuestos y evitando abusos, puede asegurar la igualdad. Asegura, claro, cuando se consiga, que de momento, está lejos