Esta cristiana destaca entre las figuritas enredadas en el trasmallo gürtero, por sus protestas de cándidez. Ella no sabía nada de lo que hacía su consorte. Igualita que Cristina de Borbón. Las pobres. Ellas son perfectas casadas, que siguen al pie de la letra las admoniciones de la Seción Femenina de FEt y de las JONS, que exhortaban a las mujeres a respetar a sus maridos no metiendo la zariz en sus asuntos. 
Por cierto. Comparen el contraste entre la fresca y feliz sonrisa de la Mato de los buenos tiempos, que les ofrezco ahí al lado, con el semblante adusto y desencajado de los momentos en que le trancan en el renuncio, en la foto suministrada por EL PLURAL