Siento un inmenso sentimiento de tristeza cuando veo las imágenes de tipos corriendo detrás o delante de toros, agarrándolos por el rabo, por los genitales, destrozándoles la carne con lanzas, quemándoles los cuernos, lanzándoles dardos, clavando espadas en el corazón de vaquillas recién nacidas, hombres de todas las edades, riendo, bebiendo, jugando, divirtiéndose con el sufrimiento de un pobre animal que no les ha hecho ningún daño.
Sabíamos que no era justicia, por lenta. Ahora, se confirman nuestras sospechas sobre la cantidad de porqueria que invade a algunos de los tribunales. Lo del juez Alba, se ha sabido, de chiripa. Pero no se sabe, aunque es de imaginar, cuántos casos similares, de jueces y fiscales mangoneando, llenando de barro los procedimientos, para jeringar a alguna gente inocente o para salvar a otra delincuente. Por eso, esto que Padylla dibuja en LA PROVINCIA -en LA OPINIÓN, no lo veo- está muy justificado. Somos legión, las personas que pensamos y nos olemos, lo mismo.
"El proletariado español cercano a la plebe es inculto y soez. Además, desconoce sinónimos de su propia lengua que deben usarse para significar lo mismo que la palabra vulgar pero, eso sí, con más refinamiento y apariencia estética"
Así acaba la historia de Juan por este mundo, con esa frase, lapidaria, nunca mejor dicho. Fue lo que me dijo el de la funeraria nada más llegar a pie del nicho donde lo tenían este jueves, en un ataúd, a punto de ser enterrado.
Lo que dice Conrado Flores en DIARIO DE AVISOS honra el título de su columna "No es broma".