Ana Pardo de Vera, en PÚBLICO. anorda el interminable asunto de la supuesta laicidad del estado. Lo señala y comenta Antonio Aguado, coherente veterano militante socialista

Como cada año crece el incumplimiento de la disposición constitucional de la aconfesionalidad del estado, vale la pena la repesca que hace Luisa Tamayo en FACEBOOK de este sensato artículo que publicara Elisa Beni en EL DIARIO en marzo de 2016. Es que a cada momento vemos a cargos electos del estado participando, en su carácter institucional, en actos religiosos, las condecoraciones y honores del estado a figuras religiosas, la asistencia e integración de unidades militares en actos de la iglesia católica y, ahora, como guinda del pastel, esa historia de la bandera a media asta que ha dispuesto la beata Cospedal en el ejército. Es inadmisible de todo punto.

Cada vez que una persona devota fanática, de esas que abundan, siente que se trata a su religión sin la unción que ellas consideran merecido, saltan, pidiendo encolerizadanebte "respeto". El mismo respeto que una buena parte de las greyes cofesionales y, en especial, sus pastores no conceden a quienes nos ponemos fuera de sus correspondientes goros. En este inspirado artículo de EL DIARIO que recomienda Antonio Aguado, Elisa Beni tercia en este asunto, reclamando a las gentes religiosas que nos dejen en paz al resto de mortales. A ese colectivo, creciente sin cesar, de personas que, siendo o no creyentes, nos apuntamos a la laicidad. Dicho de otra manera: crea cada quién lo que le cuadre, pero hágalo sin molestar al prójimo o la prójima.

Antonio Aguado destaca este artículo de Coral Bravo en EL PLURAL, que trata, como es evidente por el título, de laicidad. De la lucha histórica para separar la religición de la operación cotidiana de la función pública. Un lucha en la que, al fin, con el advenimiento de algunas opciones realmente populares a las instituciones, se vislumbran resultados.