Política
Me desgañito la garganta llamando a la rebeldía; me decepciono y siento en el alma el dolor de las traperas puñaladas. No es culpa de mi pueblo, tanto tiempo dominado y adiestrado en la obediencia: es la perfidia, la indecencia y el deshonor del perro felón que de tu esfuerzo se aprovecha. El carroñero, ávido de poder, que aprovecha cualquier ocasión para sentarse en tu mesa. ¡Quítate tú que me pongo yo! es su único fin: el pueblo no importa, aunque sea la excusa de sus ambiciones.