A nadie debe extrañar que sea Raúl Vega y que sea en TAMAIMOS quien escirba y dónde aparezca este valiente artículo. Porque tanto el periodista como el medio tienen la mala costumbre de agarrar al gallo por las patas y enfrentar temas peliagudos. Y este asunto de hoy, manda las peras a la plaza, que diría Pancho Guerra. Se trata de la lastimosa alternativa entre atender a los buenos sentimientos o al sentido de la lógica. Porque, ahora, con las fechas del chantaje de la bondad navideña, más, pero ocurre todo el año, nos topamos con la natural pulsión a acompañar las campañas de ayuda a gente desamparad, pero, al mismo tiempo, el seso, quien lo tenga, hace ver que esa mal entendida pero bien intencionada caridad está haciéndole el juego y colaborando con la deserción del deber pòr parte de las instituciones públicas.  Por parte de los gobiernos, que no escapan del variscasillo apenas, que le manda Raúl Vega que de todo esto escribe, clamando en el desierto a lomos de TAMAIMOS, mucho mejor que pueda hacerlo yo.