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domingo, 28 de abril de 2024 22:04h.

Ante la investidura, nuevos y viejos problemas ANTICAPITALISTAS

 

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Ante la investidura, nuevos y viejos problemas

ANTICAPITALISTAS

 

Las últimas elecciones estatales, convocadas tras un fuerte ascenso de la derecha en las elecciones autonómicas y municipales, dieron como resultado un parlamento más fragmentado y polarizado, pero vertebrado de nuevo a través de los dos grandes partidos del régimen del 78. El bloque de la derecha liderado por el PP no consiguió mayoría suficiente para formar gobierno; el PSOE ha tenido que configurar una mayoría parlamentaria que incluye al independentismo catalán para alcanzar la presidencia del gobierno e iniciar la legislatura.

Estas semanas han estado marcadas por varias tendencias, que marcan el inicio de esta legislatura. Por una parte, la derecha se ha movilizado en las calles y desde los aparatos del estado contra una posible amnistía al independentismo catalán, demostrando de nuevo su carácter antidemocrático y reaccionario. Las movilizaciones buscan generar un clima de ilegitimidad ante la amnistía y un rearme de la derecha, en el que no solo atacarán al independentismo catalán, sino que preparan un nuevo ciclo reaccionario contra los derechos de la clase trabajadora, los derechos políticos y civiles de las clases subalternas y nuevos ataques contra el feminismo, las personas migrantes y LGTBI. El bloque de la derecha se radicaliza, dando pie a la aparición de una nueva extrema derecha callejera, que busca rearmarse al calor de la nueva coyuntura. Sin embargo, debemos detectar bien el combate abierto. Pese a la retórica inflamada de la derecha, no está encima de la mesa un cambio de régimen ni un golpe fascista, como parecen insinuar ciertos sectores. Más bien, la derecha asume una estrategia de erosión basada en marcar la agenda en torno a un españolismo exacerbado, que oculte los problemas reales que sufre la clase trabajadora, mientras el partido judicial-policial radicaliza el giro autoritario de los aparatos estatales.

En ese sentido, el pacto entre PSOE y el independentismo catalán está lejos de buscar una solución democrática para la cuestión nacional catalana. La amnistía contemplada en el proyecto de ley es un hecho parcialmente positivo a falta de saber el número total real de personas a las que beneficiará, pero resulta incomprensible que incluya a la policía y se olvide de los represaliados por la ley mordaza. Pero el pacto no afronta la cuestión del derecho a decidir de Catalunya y propone una “vuelta a los viejos consensos”, buscando integrar progresivamente a los partidos independentistas en la gobernabilidad del régimen. En ese sentido, habrá que ver si ante la fuerte presión del aparato judicial, la amnistía llega a hacerse efectiva; pero lo cierto es que la otra parte del acuerdo no incluye ningún tipo de avance en un sentido democrático para Catalunya. Más bien supone una vuelta a la lógica del régimen, basada en la negociación por arriba del traspaso de competencias y la realización de inversiones u otras medidas económicas y fiscales hacia las diversas comunidades autónomas a cambio de apoyo político de los partidos que las dirigen, mientras el sistema en su conjunto se mantiene intacto. Donde la derecha desquiciada ve una ruptura de España, el bloque progresista inicia una restauración incierta y frágil, cuya culminación dependerá de muchas variables que van más allá de la aritmética parlamentaria.

Por otro lado, las cuestiones sociales que afectan directamente a las condiciones de vida de la clase trabajadora han estado totalmente ausentes en este debate de investidura. Sumar ha regalado su apoyo al PSOE, poniendo encima de la mesa una serie de cuestiones genéricas vinculadas al diálogo social con la patronal. Lo importante para este partido es seguir manteniendo su presencia en los ministerios, pero todos recordamos como terminó la derogación fake de la reforma laboral o de la ley mordaza. Otros partidos como Bildu, más preocupados por profundizar su normalización gobernista y abandonar toda pátina de radicalismo, han optado también por el apoyo gratuito a Sánchez.

La izquierda parlamentaria carece de otro proyecto que no sea mantener sus ministerios y servir de muleta del PSOE. Podemos, pese a su creciente radicalismo verbal, carece de fuerza moral para plantear una alternativa, ya que es el principal responsable de esta situación de subalternización al PSOE. Su pelea con Sumar tiene más que ver con su pérdida de liderazgo en el campo de la izquierda que con una autocrítica estratégica y un cambio de rumbo.

En ese sentido, ya sabemos que podemos esperar de una nueva legislatura progresista: aumento de los beneficios empresariales, caída del poder adquisitivo de los trabajadores, brutalidad en la frontera y racismo cotidiano hacia las personas migrantes, aumento del gasto militar, sumisión a la política exterior de la OTAN, complicidad con la monarquía marroquí e Israel frente al Sáhara y Palestina. Todo ello mientras la UE anuncia nuevos planes de ajuste tras la política de inyectar dinero público a las grandes empresas a través de los fondos europeos.

Desde Anticapitalistas, creemos que la mejor forma de hacer frente a la derecha reaccionaria y al progresismo proempresarial es generar una dinámica de movilización autónoma, que siente las bases para una reconstrucción de un campo político independiente desde la clase trabajadora y las oprimidas. Ahora mismo, desde nuestro punto de vista, la cuestión central es fortalecer y mantener en el tiempo la solidaridad con Palestina frente al colonialismo israelí y el genocidio en Gaza, redoblando la presión que le exija al nuevo gobierno la ruptura de relaciones a todos los niveles con el Estado de Israel. El progresismo se muestra cómplice de esta barbarie y es muy significativo que nadie en la izquierda se haya atrevido a poner en serio la cuestión encima de la mesa, es decir, como condición para iniciar la legislatura. La masacre de Palestina significa en la actualidad la barbarie y ejemplifica una crisis civilizatoria similar a la que supuso la existencia del colonialismo en los pasados siglos. Es un genocidio transmitido en directo, ante la indiferencia y complicidad de la derecha y la izquierda del arco político. Pocas cosas reflejan con tanto dramatismo la putrefacción de la clase dirigente de nuestros países.

Solo si no abandonamos a Palestina podremos afrontar con mejores garantías y fuerza el gran reto de nuestra época: construir una alternativa ecosocialista, feminista e internacionalista frente a un sistema capitalista que nos conduce al abismo climático y a la guerra; pero también podremos dar en mejores condiciones las batallas parciales en defensa de las libertades, contra los recortes de los servicios públicos y los derechos de los trabajadores, poniendo encima de la mesa una nueva perspectiva emancipadora que el progresismo gubernamental es incapaz de ofrecer.

https://www.anticapitalistas.org/comunicados/ante-la-investidura-nuevos-y-viejos-problemas/

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