Críticas de la obra: 

Félix Martín Arencibia

Félix Martín Arencibia expresa su fascinación por las descripciones que el autor reliza de sus personajes, cada cual unido a su nombre de guerra y/o adjetivos, como por ejemplo: Angelito Expósito o Mataperro, líder independentista o el “apejinado” Vicario General y su amante el “Avispado” colaboracionista, etc. 

Desarrolla su argumento en el siglo XVII, en un marco histórico dibujado en la canaria colonial aún con restos de un feudalismo ya en desuso en otros lugares. Tiene cabida dentro del paisaje económico del cultivo de la caña de azúcar. Dicho cultivo es amparado por los capitales europeos: genoveses, flamencos, portugueses… No había suficiente mano de obra con la indígena canaria y hubo que traer esclavos del África Negra. Esta explotación económica de la caña de azúcar tuvo serias consecuencias futuras para nuestra masa forestal, especialmente para el bosque de laurisilva.  Como siempre sucedió a través de nuestra historia con los diferentes monocultivos, cuando se agotaron o interesaron a los banqueros y comerciantes europeos invertir en otra parte quedamos a expensas de la miseria viéndonos obligados al destierro emigratorio. Con la “Ley de tributo” de sangre se legalizó esa emigración dolorosa y forzosa de nuestra gente.

Juan Manuel Santana

Juan Manuel Santana agradece el honor de haber participado en la obra de Isidro. Al analizar la obra de Isidro Santana, demostró su dominio y erudición sobre el tema, tanto del proceso posterior de invasión europea, como el  poblamiento minoritario de esclavos en relación al isleño y el nuevo orden económico que predominaría en unas sometidas  Islas Canarias.

Francisco Tarajano

El gran poeta y antiguo profesor Francisco Tarajano, mantiene un intelecto clarificador a pesar de su ochenta y tantos años. Recordó algunos pasajes históricos, como el de unos gallegos reclusos que condonaron sus delitos si derramaban sangre en la conquista a Canarias: “esos eran los personajes que venían a traernos el progreso y la razón”.  

Pedro J. Brissón

En 'Orgullosamente bárbaro'  me he sentido partícipe de los personajes expoliados, desheredados y perseguidos que según la novela, y allá por 1609, se querían alzar contra los caciquismos y abusos perpetrados por los castellanos invasores.

Una novela actual a pesar de los años en los que transcurre la historia. Porque todos sabemos que los delitos contra la humanidad jamás prescriben, y ya desde aquel entonces existían alzados que deseaban ver su tierra invadida libre de sanguijuelas piratas, de políticos corruptos y de una iglesia que miraba para otro lado; siendo infiel a la palabra evangelizadora del tan alabado Jesús. Vemos como el relato de Santana nos adentra en una historia de traiciones, abusos, explotación de los cuerpos y de hambre. Y te involucras en el relato aunque no quieras, pasando las páginas cada vez más aprisa y deseando que la suerte cambie en la siguiente página que está por leer; poca suerte tienen esos alzados valientes defensores de su patria. Pobres en posesiones pero ricos en ideales. Encima, para añadir más a su desgracia; la traición que está presente en todas las épocas de revolución, también se les aparece: “Afán algo Lascasiano el del Avispado, al considerar que la vida tenía sentido aunque careciera de libertad; que se podría ser esclavo digno, recibiendo trato humanitario. Reaccionariamente le era imposible asimilar que la única dignificación de un esclavo radica en la conquista de su libertad, o luchando por ella; así como la única humanización de un pueblo sometido es lograr su soberanía nacional o luchar por conseguirla. Quizás ignorara que los pueblos expropiados o desheredados se convierten en esclavos, aunque los vistan de señores; quizás desconociera que la libertad no está en la apariencia sino en posesión”.

En palabras del autor, Isidro Santana: 

“…Entonces comprendí que la patria existe para los que la sentimos como algo inherente a nuestra esencia. Cada actuación que erosiona a mi tierra, es como si me desgarraran la carne; cada pastor, labrador o pescador que eliminen de su seno, es como si amputaran diferentes vísceras de mi cuerpo. El dolor -tangible-, me estrangula el alma. Desolado e irascivo por ver -imposibilitado- como le cambian su salvaje faz milenaria, para entregarla cual “fulana” a los deseos lascivos de todos los que con dinero la pueden usar; travestida de un cúmulo de diversos, distantes y extraños lugares: con el hormigón y el piche, con la urbanización de alto standing, con los puertos deportivos, con los elitistas campos de golf, con las tragaldabas superficies comerciales (evacuadoras de las rentas de los nativos isleños hacia el exterior) y toda esa depredación colonial, asumida y nunca contestada…”

http://elcanario.net/Comunicados/orgullosamentebarbaroisl.htm