Canarias. El paisaje de la sinrazón - por Federico Aguilera Klink (2008)
Nota de Chema Tante: Federico Aguilera Klink recupera este texto suyo de 2008 que, en su día, fue un diagnóstico certero del problema central de Canarias, el victimismo utilizado por la élite para medrar con las ayudas del exterior. Una práctica perniciosa que anula la autoestima e impide al archipiélago aprovechar sus excelentes posibilidades y salir adelante por sí mismo. Un texto que ahora, 13 años después, nos indica cómo persiste la situación y cómo hemos empeorado por culpa de los errores, la codicia y la ineficacia de quienes han dirigido gobiernos y empresas en Canarias que se empeñan en mantener actividades ruinosas, que se mantienen por las ayudas públicas.
La primera consiste en trivializar y transformar en ceremoniales o rituales las exigencias ciudadanas para la consolidación de una democracia de cierto contenido y calidad en la que las personas se sientan mínimamente ciudadanos y puedan participar y ser escuchados. Esta trivialización identifica democracia con voto y, descalifica, además de poner un número creciente de trabas e impedimentos, todo lo que no sea votar, intimidando incluso a aquellas personas que no aceptan convertirse sólo en votantes y a las que se tilda de terroristas sociales por querer ejercer el derecho a participar directamente en la vida pública, tal y como reconoce la Constitución en su artículo 23.1 al afirmar que “Los ciudadanos tienen el derecho a participar en los asuntos públicos, directamente o a través de representantes libremente elegidos en sufragio universal”.
La segunda manera se inicia cuando el citado entramado va dándose cuenta de que “esto de la democracia <da juego> y no hay que asustarse de los ciudadanos”. En consecuencia, la financiación de partidos y los apoyos políticos a minorías para poder gobernar, a cambio de prebendas y financiaciones, van convirtiendo el asunto de las autonomías en un bazar en el que todo se compra y se vende y nadie es responsable de nada, algo que se cubre con expresiones tan manidas como la de que “no se puede poner en cuestión a las instituciones”. Así pues, lo que no es nada más que el saqueo de lo público y la corrupción más galopante se convierte, gracias a la manipulación del lenguaje y al apoyo de la mayoría de los llamados medios de comunicación, en razón de Estado o cualquier otra excusa conocida, es decir, en “la razón de la sinrazón”.
¿Hacia dónde nos va llevando este proceso? A la supremacía del victimismo insularista ultraperiférico como valor fundamental que ha de orientar la actitud de los políticos y empresarios canarios –pase lo que pase en Canarias, la culpa siempre es de Madrid- y, paso a paso, pero de manera decidida, hacia el colapso de la sociedad, pero no del entramado. Ya he argumentado varias veces sobre la falta de contenido de la noción de ultraperiferia aplicada a Canarias. No estamos tan lejos ni tan mal, además de contar con una dotación de recursos naturales y climáticos más que razonable. Por lo tanto, se puede afirmar que aunque la insularidad tiene costes también tiene muchos beneficios -asociados a ese contexto climático y paisajístico- por mucho que se pretendan ignorar. No en vano, las grandes empresas que lloran por su mala situación y “exigen” ayudas públicas obtienen elevados beneficios, por los que casi no tienen que tributar gracias a la RIC, que no obtendrían si esto fuera realmente ultraperiferia.
Por otro lado, Colapso (Debate, 2006), es el título de un libro del biólogo Jared Diamond que indica las pautas seguidas por las sociedades que colapsaron en el pasado. Señalaré dos de ellas que me recuerdan a Canarias.
Incapacidad de (o ceguera para) percibir un problema que ya se ha producido.
No tratar de resolver el problema cuando ya se ha hecho sentir si algunas personas (que detentan el poder y la toma de decisiones) resultan favorecidas comportándose de manera perjudicial para los demás. El ejemplo más claro, según Diamond, es el de las ayudas perversas que los gobiernos dan a sectores productivos que no serían rentables sin esas ayudas. Esto me recuerda al apoyo al plátano, y a la forma de distribuir las ayudas europeas, con la excusa de “nuestra identidad” o ser un “pilar tradicional de la economía” (Diamond). La RIC y el turismo también encajan en esta pauta.
La otra opción consiste en profundizar en la razón democrática con ciudadanos que quieren ser activos políticamente de manera directa para repensar Canarias. No hay más.
* La casa de mi tía agradece la gentileza de Federico Aguilera Klink