¿Por qué hemos salvado a los bancos? (Ernesto Ruiz Ureta)
Pero el salvamento a los bancos por muy grandes que sean proviene de un enfoque equivocado: la economía es un fin prioritario a las personas. Sin embargo, es constatable “la paradoja del progreso: aquí, en la tierra de la abundancia, cuanto más ricos y más listos somos, más prescindibles nos volvemos[1]”. Pensemos en una huelga bancaria, posiblemente la ciudadanía buscaría la forma de intercambiar bienes como lo hicieron con tabaco los presos de los campos de concentración. Tratarían de inventarse medios de pago para realizar intercambios de bienes y servicios y el tema se solventaría de una forma u otra. Para muestra un botón. Nos cuenta el autor de Utopía para realistas la diferencia entre una huelga de limpieza en Nueva York y otra de bancos en Irlanda. “Mientras que los neoyorquinos habían visto con desesperación cómo se deterioraba su ciudad hasta parecer un vertedero, los irlandeses se convirtieron en sus propios banqueros. Mientras que Nueva York se asomaba al abismo después de sólo seis días, en Irlanda las cosas seguían funcionando como la seda incluso después de seis meses.” ¿Quién decide a quién salvar y a quién no?
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