Desde que empezó esta locura de la depresión inducida que llaman crisis, quienes no tenemos ni idea de economía, aplicando simplemente la lógica y la experiencia histórica, dijimos que las aseveraciones de los economistas oficiales eran una burrada. Que la demonización del déficit, que los recortes de gasto social y de inversión pública productivas, que llevar la tradicional benevolencia fiscal a grandes empresasa y fortunas hasta la exoneración prácticamente total, que reducir el ingreso de la gente común, todo eso, conducía a la asfixia económica. Que este conjunto de animaladas, articulado, evidentemente, para beneficiar más a la gente rica por la vía de jeringar más a la pobre, iba a ser contraproducente. Que, ya se ha repetido hasta la exasperación el símil, el pasaje de primera en el Titanic palmaba igual que el de tercera en un naufragio.

Mientras gritábamos esto, la chusma y algunas voces de economistas sensatos, la mayoría de los economotecnócratas al servicio del poder económico levantaban la ceja y nos tildaban de ignorantes presa del resentimiento.

Pero ahora, ya lo dicen hasta en el FMI, la verdad luce en todo su esplendor. Si leen, venciendo el hastío, el enmarañado artículo de Ontiveros, comprobarán que, con sus prepotentes tecnicismos, Ontiveros dice lo que decíamos tanta gente -hasta él mismo, pero con la boca chiquita- era la verdad. Que la solución al marasmo económico no era exprimir más a la gente de abajo y derramar cataratas de dinbero sobre la gente de arriba. Que el crédito, por ejemplo, no fluye por mucho que les abarroten de liquidez a los bancos. Que el empleo no se crea a base de convertir el mercado laboral en un mercado de esclavos.

Se equivoca Ontiveros. La hora de la inversión pública en Europa no es esta. Lo ha sido desde siempre.

http://elpais.com/elpais/2014/10/13/opinion/1413213275_094828.html