La necesidad de un plan B para Europa (Eric Toussaint)
Conclusión
Ya no hay tiempo para tergiversar las posibilidades de negociación con los acreedores de deudas ilegítimas. Está claro, desde hace de muchos años, que no buscan ni el compromiso ni un arreglo amable, sino la puesta en marcha de todos los medios posibles para maximizar sus beneficios. Y eso sin considerar el coste humano que origina, que ya pagan los pueblos, desde Atenas hasta Delhi, desde los campus estadounidenses hasta las calles de Bamako. Ya no podemos contar a ciegas con la buena voluntad de los partidos políticos de la izquierda radical, aunque hayan sido portadores de una esperanza, bastante escasa, y Syriza es la triste prueba. Solamente la movilización masiva, en torno a unas enérgicas reclamaciones, permitirá un cambio real y duradero hacia una sociedad más igualitaria, respetando la naturaleza y los derechos fundamentales de todos los seres humanos.
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