65.725 - por Antonio Cabrera de León 

 

65.725 - por Antonio Cabrera de León 


El acento con el que hablan las personas es la música que pone en su vida la familia que los cría y la comunidad en la que crecen. En cualquier país, sus habitantes suelen conocer los distintos acentos del mismo. Les basta oír hablar a alguien durante unos segundos para saber de qué región procede.

Hay casos excepcionales en que es un colegio exclusivo el que llega a dotar de su propia música, de su propio acento, a los niños de familias muy ricas que se crían internos en el mismo. Se le atribuye, por ejemplo, un acento particularmente pijo (elegante, dirían otros) a los varones que crecen internados en el muy excluyente y muy inglés colegio Eton.

Aunque en España sobran colegios pijos, ninguno ha llegado tan alto en lo de crear su propio acento como el colegio de San Ildefonso. Allí todos los niños hablan cantando con acento de lotería. Mientras tuvimos pesetas, cualquier cosa que te dijeran estos niños llevaba incorporada la música de las “Ciento veinticincomiiiil peseetaaas”. Les costó adaptarse al euro, pero han conseguido salvar su música pasándose a lo de “miiiil euroooos”. Siempre he pensado que tiene que ser duro para sus padres ese acento. Esos niños no te hablan, sino que te cantan la vida diaria: “Papáaa no queda yooogur”, “mamá que llegamos taaarde al cooolee".

Son estos niños cantores los grandes expertos en contar números cada 22 de diciembre hasta dar con el premio gordo. Hasta ahora, nadie ha revelado su secreto para descubrir el gordo. Cuando sale el número convenido, un hábil juego de magia extrae el premio gordo que ellos pronuncian como “Cuatro millooones de euuuroooos”. Pero este año el Banco de España les ha arruinado el negocio. Lo siento, queridos niños cantores, pero el BdE se les ha adelantado y ha cantado el gordo en noviembre: 65725.

“Sesentaycincomilsetecientoooosveinticoooo” dijo el gobernador, usurpando la potestad de San Ildefonso. “Elpremiogooordooo” entonaron a coro los banqueros españoles que habían comprado todos los décimos, de todas las series, de tan extraordinario número. 65725. Este sí que ha sido el gordo más orondo de la historia. 65725, repitan conmigo, por favor. 65725, recuérdenlo. 65725, grábenselo a sangre y fuego en sus neuronas porque es más importante que el ridículo número de su carnet de identidad o su fecha de nacimiento.

Ni sumando la totalidad de los premios repartidos por la lotería de navidad en sus dos siglos de historia te aproximas al 1% del gordo que le ha cantado el BdE a los pobres banqueros. 65725. Pero no 65725 euros, no. Son 65725 millones de euros. A ver, “aveeerrrrrr”, mediten un momento qué significa esa cifra ¿Qué quiere decir 65725 millones de euros? ¿Esa cantidad es real o las matemáticas se acaban antes de llegar a ella? No existen 65725 millones de personas en el planeta ¿Cómo puede ser que existan 65725 millones de euros?

Y mi amiga del PP me preguntaba, en su campaña electoral que a quién confiaría yo mi dinero. Coño, a éstos no. Menos aún a quienes se los dieron. Y a quien permita que no los devuelvan tampoco.

“Sesentaycincomilsetecientoooosveinticoooomillonesdeeurooooos” cantó el BdE. “Graaatistttotaaaaal” respondieron ellos. Y así. Así nos va.

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Antonio Cabrera de león